domingo, 25 de diciembre de 2011

COMENTARIOS DE SANTIAGO NIÑO BECERRA.

Cosas – 37
Santiago Niño Becerra - Jueves, 22 de Diciembre
Fuente: La carta de la bolsa.

“Gasolinera de (nombre de una localidad española). Me dice un empleado de mi pueblo: ‘(nombre de mi amigo) esto se va al carajo. Por la mañana antes entre las 6,30 y las 8 aquello era un guirigay llenando a camiones, latas para hormigoneras y un mil etc. Ahora, los camiones parados, las hormigoneras igual, hasta el del reparto de paquetería dice que trae tres paquetes y que dentro de poco no le da para gasoleo. Conclusión: Somos seis y sabemos que nos echarán sin cobrar un euro o muy poco. El más nuevo en el empleo lleva 11 años. “Si no vendemos, para que nos quiere”. Tres de la familia del propietario seguramente se harán cargo. El padre con 62 años y dos hijos de unos 30. El resto seis a la calle y lo ven con resignación, pero tan normal como la vida misma. “En el verano nos defendimos, aunque bajó con respecto al anterior” me decía mi vecino, eso es que ahora vale más cerrar, ¿no sé de dónde saca pasta el jefe para pagarnos”.

Le respondo:

“Esto es asumir el cáncer”.

* - Pienso que debería analizarse con más detenimiento: la Comisión Europea ha manifestado que Grecia debería pedir perdón al resto de socios de la UE ya que cuando dijo que iba a preguntar a su ciudadanía si aceptaba las condiciones del segundo rescate había menoscabado la confianza que esos socios habían depositado en Grecia. Curioso, ¿no?.

Resulta que preguntar al pueblo que opina sobre algo que ni remotamente figuraba en el programa con el que ese partido había concurrido y ganado las últimas elecciones equivale a traicionar la confianza que tus colegas han puesto en ti. A tener en cuenta para el futuro, y de cara a lo salido el 20 N: los Gobiernos valen lo que valen para lo que valen mientras conviene que lo valgan. A tener en cuenta, insisto.

* - El Ecofin, en su reunión de los pasados días 7 y 8 de Noviembre definió los indicadores que serán tenidos en cuenta para analizar los desequilibrios macroeconómicos de los socios: costes laborales nominales, evolución del desempleo del factor trabajo, deudas pública y privada, saldo de la inversión exterior, saldo de la balanza comercial por cuenta corriente, cuota de exportaciones en la UEM, tipo de cambio real. De entrada quienes los incumplan serán avisados, si el incumplimiento continúa pueden ser multados con el 0,1% del PIB.

Esto recuerda a otra cosa: a las condiciones de convergencia de Maastricht, ¿recuerdan?: tipos de interés, inflación, deuda pública, tipo de cambio, déficit público. Entonces no se tuvo en cuenta la convergencia en desempleo, ni en productividad, ni en pobreza, ni en renta; ahora sólo en paro, pero no por nada social, sino por los gastos que supone un alto desempleo y el peligro que implica para el cumplimiento del déficit (¿aceptará Europa, ¡Europa!, una más alta tasa de paro a cambio de un reducción en el subsidio de desempleo?).

No ha sido desde ‘la crisis’. El modelo de protección social está declinando desde los años 70, desde el momento en el que el foco empezó a ponerse en la oferta: en que la oferta tuviese las mayores facilidades posibles lo que incluía menores impuestos, lo que suponía ineludibles recortes de gastos. Entérense como era el modelo de protección social en los Países Bajos, o en The UK, o en Suecia en los 60: alucinarán pepinillos.

El euro fue mucho más allá porque para que los bienes, los capitales, las monedas transitaran y fueran iguales había que eliminar barreras y obstáculos e igualar cosas: exigencias, no derechos; deberes, no compensaciones; precios, no salarios; porque lo segundo lo produce una satisfactoria productividad, que tampoco debe buscarse igualar porque eso se consigue con una estructura de PIB, con un nivel de capitalización … del que cada socio debe ocuparse. En teoría los fondos estructurales debieron haber servido para acercar algo los pobres a los ricos, en la práctica muchos de tales fondos sirvieron para construir estaciones para trenes de alta velocidad que son utilizadas por quince personas al día.

Ahora es ir más allá: hay que ir más allá: es necesario llegar más allá. Quienes no exporten lo que se fije y no inviertan en el exterior lo que se determine será porque no son competitivos debido a que … ¡exacto!: tienen lo otro mal, y ya sabrán lo que tienen que hacer para no fastidiar al resto de socios y así evitar que les pongan una multa.

Y no: de irse, nadie: nadie puede irse porque ello significaría que no confían en el club (por lo antes dicho): sólo se da de baja de un club si no se confía en los miembros ni en las instalaciones, por lo que tiene que permanecerse en el club comportándose adecuadamente, y para ello están los amigos: para indicar los errores y decir como corregirlos.

* - Me cuenta un amigo en un mail: “Recibe mi madre un SMS la semana pasada de (nombre de una entidad financiera): ‘Tiene un crédito ya concedido de hasta 12.000 euros. Puede contratarlo directamente desde un cajero automático’

Mi padre le dice a mi madre, cuando pases cerca de la oficina, acércate y pregunta a qué tipo de interés. Pues mi madre va, habla con el subdirector que la conoce hace más de 25 años (es una cuenta de familia, recibos, impuestos, supermercado etc.) nada de empresa en esa oficina y le dice: al 17,5%. Pero si lo haces en la oficina en lugar del cajero te lo podemos hacer un poquito mejor, 1 ó 2 puntos menos….

Supongo que lo hacen desde el cajero no sea que alguno le suelte un mamporrazo directamente al cajero automático y claro este no puede coger la baja como un oficinista de los que te dicen en esa entidad”. Baby Come Back.

* - El Gobernador del Banco de Francia y Consejero del BCE el pasado Jueves: “Las agencias (de calificación) se han convertido, francamente, en incomprensibles e irracionales” (El País 16.12.2011, Pág. 25). Este comentario lo ha realizado M. Christian Noyer ante la perspectiva probable de que Francia vaya a perder la 3A. La pregunta: ¿las agencias se han convertido en eso porque a Francia le van a quitar las tres aes o porque al margen de que se las quiten se han convertido en eso que el gobernador dice?. En cualquier caso hace seis meses M. Noyer no decía nada parecido, por lo que la reflexión es sobre si es posible que en seis meses una agencia de calificación se vuelva incomprensible e irracional.

* - Es una posición: la del Sr. Emilio Botín: para España, reducir el déficit según los compromisos ya adoptados “Es el tema más importante” (El País 17.12.2011, Pág. 33), y sí, lograrlo será “muy duro” (misma fuente). Decía que es una postura: ante eso: la reducción del déficit, todo pasa a un segundo plano: el desempleo, el aumento de la pobreza, el subempleo, la degradación del modelo de protección social; por duro que sea hay que ir por ese lado porque es el tema más importante. Alguien debería preguntar al Sr. presidente del Banco de Santander qué tipo de elementos amortiguadores contemplaría su postura, si es que contempla alguno, claro.

* - “La cantidad real de morosidad estará cerca de los 200.000 millones muy pronto, lo que supone una tasa de dos dígitos”, lo ha dicho un experto en la materia. (El País 20.12.2011, Pág. 26). (A 31.07.2011 la morosidad alcanzaba los 132.000 millones, el 7,42%, la más elevada desde 1994, pero con un volumen inconmensurablemente mayor que entonces). A la vez, a 31.10.2011, las provisiones de que disponían las entidades financieras para hacer frente a los impagados sumaban 96.400 millones. Lo que me viene a la cabeza cuando pienso en el significado de estas cifras: “Houston, tenemos un problema”.

* - Con el pago por receta que la Generalitat va a imponer en Catalunya el Gobierno catalán calcula que ingresará unos 100 M €, casi lo que dejó de recaudar cuando eliminó el Impuesto sobre Sucesiones. Lo comido por lo servido o como realizar una transferencia de renta al revés con el Sistema Fiscal como intermediario.

* - La traca final: la subasta de ayer del BCE (el BdE jaleando a la banca para que acudiera: ahora está de moda); el objetivo: que no caiga el crédito. Si lo piensan con perspectiva es como un triángulo amoroso. El BCE no puede prestar a los Estados, pero dice que va a prestar a los bancos (después de haber bajado los tipos) por lo que los precios de la deuda caen ya que los Estados han firmado con sangre el compromiso del déficit estructural al 0,5% de aquí hasta la eternidad.

La banca compra la deuda a los Estados, y con esos papeles va al BCE, por lo que los bancos cambian una pasta que ¿tienen? que va a financiar a los Estados por una que les da el BCE, y en el canje ganan dinero. Ese dinero que el BCE da a la banca ha sido emitido ‘por cuenta de los Estados’, por lo que al final de la película lo que queda es un aumento de deuda-contra-nada: toda aquella cantidad de dinero que exceda las necesidades de la economía real y que no se corresponda con bienes y servicios reales es deuda: esa es la regla que el planeta violó para poder ‘ir bien’(Keynes lo dijo en los años 30 y en los 70 dijeron que eran chorradas: los expertos USA, si, los expertos USA; pero nadie protestó porque asintiendo se podía ganar mucho).

El planeta debe una cantidad de deuda que no puede pagar y la estamos ‘cancelando’ con más deuda. Absurdo, ya. Es la ‘patada hacia adelante’ que lo único que produce es cansancio. Pero es la traca final: a la que se empiece a ponerse hilo a la aguja para reducir el déficit, a la que se empecemos a movernos, de verdad, en el entorno de escasez en el que nos hallamos, se acabó. Es la traca final porque pienso que no va a haber más inundaciones de billetes, ¿por qué?, pues porque es físicamente imposible: en un vaso de 33 cl cabe la cerveza que cabe, y ni ya hay más vasos, ni cabe ni una gota más. Es decir, señores banqueros, administren bien esos 500 mM que obtuvieron ayer porque pienso que mañana no va a haber ni un céntimo más.

* - La valoración de la Comisión Europea al discurso de investidura del Sr. Mariano Rajoy: “Rajoy anunció las líneas de acción de su próxima legislatura, entre las que destacan la consolidación fiscal, la reestructuración bancaria, la reforma del mercado de trabajo, y las reformas de los mercados de bienes y servicios” (El País 21.12.2011, Pág. 24). Mi lectura: la Comisión Europea destaca del discurso del Sr. Rajoy los recortes de gasto público, la concentración bancaria, el empeoramiento de las condiciones laborales y la liberalización del comercio y la distribución de bienes y servicios independientemente de las consecuencias. Es curioso: ni una sombra de duda de que vayan a cuadrar los números que el ya Presidente del Gobierno expuso, ni una somera recriminación de que no dijese ni una palabra en relación a como iba España a crecer, ni una ligera mención a que no mentara el monstruoso fraude fiscal que en España existe. Como dice el refrán. ‘Con colegas así para qué necesito amigos’ (Es una versión mía del refrán, ya).

sábado, 17 de diciembre de 2011

LA GRAN REGRESIÓN

La gran regresión

Ignacio Ramonet

fuente: Le monde diplomatique.


Está claro que no existe, en el seno de la Unión Europea (UE), ninguna voluntad política de plantarle cara a los mercados y resolver la crisis. Hasta ahora se había atribuido la lamentable actuación de los dirigentes europeos a su desmesurada incompetencia. Pero esta explicación (justa) no basta, sobre todo después de los recientes “golpes de Estado financieros” que han puesto fin, en Grecia y en Italia, a cierta concepción de la democracia. Es obvio que no se trata sólo de mediocridad y de incompetencia, sino de complicidad activa con los mercados.

¿A qué llamamos “mercados”? A ese conjunto de bancos de inversión, compañías de seguros, fondos de pensión y fondos especulativos (hedge funds) que compran y venden esencialmente cuatro tipos de activos: divisas, acciones, bonos de los Estados y productos derivados.

Para tener una idea de su colosal fuerza basta comparar dos cifras: cada año, la economía real (empresas de bienes y de servicios) crea, en todo el mundo, una riqueza (PIB) estimada en unos 45 billones (1) de euros. Mientras que, en el mismo tiempo, a escala planetaria, en la esfera financiera, los “mercados” mueven capitales por un valor de 3.450 billones de euros. O sea, setenta y cinco veces lo que produce la economía real...

Consecuencia: ninguna economía nacional, por poderosa que sea (Italia es la octava economía mundial), puede resistir los asaltos de los mercados cuando éstos deciden atacarla de forma coordinada, como lo están haciendo desde hace más de un año contra los países europeos despectivamente calificados de PIIGS (cerdos, en inglés): Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España.

Lo peor es que, contrariamente a lo que podría pensarse, esos “mercados” no son únicamente fuerzas exóticas venidas de algún horizonte lejano a agredir nuestras gentiles economías locales. No. En su mayoría, los “atacantes” son nuestros propios bancos europeos (esos mismos que, con nuestro dinero, los Estados de la UE salvaron en 2008). Para decirlo de otra manera, no son sólo fondos estadounidenses, chinos, japoneses o árabes los que están atacando masivamente a algunos países de la zona euro.

Se trata, esencialmente, de una agresión desde dentro, venida del interior. Dirigida por los propios bancos europeos, las compañías europeas de seguros, los fondos especulativos europeos, los fondos europeos de pensiones, los establecimientos financieros europeos que administran los ahorros de los europeos. Ellos son quienes poseen la parte principal de la deuda soberana europea (2). Y quienes, para defender –en teoría– los intereses de sus clientes, especulan y hacen aumentar los tipos de interés que pagan los Estados por endeudarse, hasta llevar a varios de éstos (Irlanda, Portugal, Grecia) al borde de la quiebra. Con el consiguiente castigo para los ciudadanos que deben soportar las medidas de austeridad y los brutales ajustes decididos por los gobiernos europeos para calmar a los “mercados” buitres, o sea a sus propios bancos...

Estos establecimientos, por lo demás, consiguen fácilmente dinero del Banco Central Europeo al 1,25% de interés, y se lo prestan a países como, por ejemplo, España o Italia, al 6,5%... De ahí la importancia desmesurada y escandalosa de las tres grandes agencias de calificación (Fitch Ratings, Moody’s y Standard & Poor’s) pues de la nota de confianza que atribuyen a un país (3) depende el tipo de interés que pagará éste por obtener un crédito de los mercados. Cuanto más baja la nota, más alto el tipo de interés.

Estas agencias no sólo suelen equivocarse, en particular en su opinión sobre las subprimes que dieron origen a la crisis actual, sino que, en un contexto como el de hoy, representan un papel execrable y perverso. Como es obvio que todo plan de austeridad, de recortes y ajustes en el seno de la zona euro se traducirá en una caída del índice de crecimiento, las agencias de calificación se basan en ello para degradar la nota del país. Consecuencia: éste deberá dedicar más dinero al pago de su deuda. Dinero que tendrá que obtener recortando aún más sus presupuestos. Con lo cual la actividad económica se reducirá inevitablemente así como las perspectivas de crecimiento. Y entonces, de nuevo, las agencias degradarán su nota...

Este infernal ciclo de “economía de guerra” explica por qué la situación de Grecia se ha ido degradando tan drásticamente a medida que su gobierno multiplicaba los recortes e imponía una férrea austeridad. De nada ha servido el sacrificio de los ciudadanos. La deuda de Grecia ha bajado al nivel de los bonos basura.

De ese modo los mercados han obtenido lo que querían: que sus propios representantes accedan directamente al poder sin tener que someterse a elecciones. Tanto Lucas Papademos, primer ministro de Grecia, como Mario Monti, Presidente del Consejo de Italia, son banqueros. Los dos, de una manera u otra, han trabajado para el banco estadounidense Goldman Sachs, especializado en colocar hombres suyos en los puestos de poder (4). Ambos son asimismo miembros de la Comisión Trilateral.

Estos tecnócratas deberán imponer, cueste lo que cueste socialmente, en el marco de una “democracia limitada”, las medidas (más privatizaciones, más recortes, más sacrificios) que los mercados exigen. Y que algunos dirigentes políticos no se han atrevido a tomar por temor a la impopularidad que ello supone.

La Unión Europea es el último territorio en el mundo en el que la brutalidad del capitalismo es ponderada por políticas de protección social. Eso que llamamos Estado de bienestar. Los mercados ya no lo toleran y lo quieren demoler. Esa es la misión estratégica de los tecnócratas que acceden a las riendas del gobierno merced a una nueva forma de toma de poder: el golpe de Estado financiero. Presentado además como compatible con la democracia...

Es poco probable que los tecnócratas de esta “era post-política” consigan resolver la crisis (si su solución fuese técnica, ya se habría resuelto). ¿Qué pasará cuando los ciudadanos europeos constaten que sus sacrificios son vanos y que la recesión se prolonga? ¿Qué niveles de violencia alcanzará la protesta? ¿Cómo se mantendrá el orden en la economía, en las mentes y en las calles? ¿Se establecerá una triple alianza entre el poder económico, el poder mediático y el poder militar? ¿Se convertirán las democracias europeas en “democracias autoritarias”?





(1) Un billón = un millón de millones.

(2) En España, por ejemplo, el 45% de la deuda soberana lo poseen los propios bancos españoles, y los dos tercios del 55% restante, los detentan establecimientos financieros del resto de la Unión Europea. Lo cual significa que el 77% de la deuda española ha sido adquirida por europeos, y que sólo el 23% restante se halla en manos de establecimientos extranjeros a la UE.

(3) La nota más elevada es AAA, que, a finales de noviembre pasado, sólo poseían en el mundo algunos países: Alemania, Australia, Austria, Canadá, Dinamarca, Francia, Finlandia, Países Bajos, Reino Unido, Suecia y Suiza. La nota de Estados Unidos ha sido degradada, en agosto pasado, a AA+. La de España es actualmente AA-, idéntica a la de Japón y China.

(4) En Estados Unidos, Goldman Sachs ya consiguió colocar, por ejemplo, a Robert Rubin como Secretario del Tesoro del Presidente Clinton, y a Henry Paulson en esa misma función en el gabinete de George W. Bush. El nuevo presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, fue también vicepresidente de Goldman Sachs para Europa de 2002 a 2005.

martes, 23 de agosto de 2011

LA FINANCIACIÓN DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS SIGUE SIENDO OPACA

La financiación de los partidos sigue siendo opaca

Fuente: solidaridad.net

Y con la vista puesta en unas nuevas elecciones, y abierta una campaña que suele significar la gran inversión de los partidos, un grupo de expertos del Consejo de Europa llega a la conclusión, de nuevo, de que la financiación de los partidos políticos españoles sigue siendo insuficientemente transparente.



La conclusión a la que llega este informe del Consejo de Europa resulta así de severa para la deseable transparencia de los partidos españoles: España no ha avanzado en la transparencia de las finanzas de sus partidos políticos. En concreto, los préstamos de los bancos conseguidos en condiciones favorables y las cancelaciones de créditos sin justificación suficiente, siguen siendo una fórmula muy criticada por el Grupo de Estados contra la Corrupción, un órgano del Consejo de Europa.

El Grupo de Estados contra la Corrupción suspende a España en este último informe por no cumplir satisfactoriamente ninguna de sus seis recomendaciones efectuadas en otro informe anterior sobre la misma materia. Se recuerda, en efecto, en este informe de ahora, que la legislación española en materia de financiación de partidos ya fue analizada hace un par de años por la misma institución del Consejo de Europa.

Los expertos consideraron entonces que había algunos aspectos en los que se debía mejorar para garantizar la transparencia de las finanzas de los partidos, uno de ellos, la opacidad de las cuentas de las agrupaciones locales, sobre todo en municipios de más de 20.000 habitantes. El informe señalaba la existencia de "malas prácticas" en un punto en donde "los riesgos de corrupción son particularmente altos", teniendo en cuenta, además, que, según los informes del Tribunal de Cuentas, el 25% de los ingresos de los partidos proviene de sus sedes locales.

Otros aspectos muy criticados eran los relacionados con la ausencia de información sobre las fundaciones vinculadas a partidos y las deudas de éstos con las entidades de crédito. El informe consideraba que las formaciones españolas estaban en una posición muy vulnerable, por su dependencia de los bancos. Sus deudas en 2005 ascendían a 144 millones en créditos. Por todo ello, el documento concluía con seis recomendaciones que España debía aplicar en su legislación. Pues bien, dos años después, los expertos concluyen, en este nuevo análisis, que ninguna de esas recomendaciones se han cumplido "satisfactoriamente". La nota es, pues, un suspenso.

Otros datos del informe son que no hay datos suficientes como para concluir que el nivel de endeudamiento se haya reducido. No existe una regulación para determinar el límite de endeudamiento o las condiciones con las que se negocian los créditos, de tal forma que estos pueden llegar a confundirse con donaciones, sobre todo cuando se producen cancelaciones. También señala que el Tribunal de Cuentas no ha podido cruzar datos con el Banco de España. El Tribunal de Cuentas se ha quejado reiteradamente de recibir datos parciales sobre los ingresos procedentes de las fundaciones: "Si no podemos analizar la contabilidad de las fundaciones vinculadas y sólo los ingresos que den a los partidos", dicen estas fuentes, "no podemos conocer toda la realidad".

Los expertos afirman que no se ha avanzado nada en esta materia y que no existe seguridad de que créditos negociados en condiciones muy favorables puedan servir para eludir la ley. Y llegan a la conclusión de que España sigue estando en una posición muy vulnerable en esta materia.

Otra recomendación estaba relacionada con los ingresos de las sedes locales de los partidos. Eran opacos en 2009, y lo siguen siendo en 2011: "No hay evidencia de que haya aumentado la transparencia respecto de los ingresos y los gastos de las sedes locales y entidades vinculadas". Asimismo, las contabilidades de los partidos son muy heterogéneas y siguen criterios diferentes, por lo que resulta muy complicado comparar la contabilidad de distintas formaciones. No se presentan cuentas consolidadas. "No hay una concepción única de las cuentas de un partido", señalan fuentes del Tribunal de Cuentas. "Los hay que consideran como entidades diferentes del partido y a su grupo parlamentario", explican. En este aspecto, los expertos del “Greco” habían solicitado que todos los partidos siguieran un mismo sistema contable, y el Parlamento español había solicitado en junio del año pasado al Tribunal de Cuentas que elaborara un plan de contabilidad, que debía estar listo en el segundo semestre de 2011. La indicación, por tanto, ha sido "parcialmente" atendida en esta materia.

Los expertos también señalaron que los partidos carecían de un control interno de sus finanzas y no realizaban auditorías externas., y el Tribunal de Cuentas, en un informe del 22 de junio de 2010, recomendaba a los partidos que establecieran tales sistemas de auditoria interna. A pesar de todo ello, el “Greco” concluye ahora que no hay evidencias de mejora en ese aspecto. En fin, las dos últimas indicaciones parecen haber sido atendidas sólo parcialmente. Una hacía referencia al Tribunal de Cuentas y a la necesidad de reforzar sus medios y el personal necesario para llevar a cabo el trabajo de inspección. Los expertos, tras su visita a España, destacan que sólo se ha contratado a una persona para aumentar la plantilla de dicha institución. Por último, demandaban una normativa sancionadora en la materia para los casos de incumplimiento.

Pero da la impresión de que a las autoridades de cada partido no parece que sea ésta una preocupación mayor ni un interés “desbordante”. ¿Han escuchado en boca de algún dirigente político su preocupación por el descontrol de sus propios datos, o los de sus adversarios políticos? Hay constancia de que se gasta demasiado, y es probable que, alcanzados por la crisis, esta campaña actual se haya visto forzada a recortar gastos. Pero nada trasciende, ninguna instrucción llega a conocerse. Todo se cocina en la ocultación más cerrada e impenetrable. Y el Tribunal de Cuentas no suele cooperar en que ese clima de opacidad se quiebre...


Autor: José Cavero- Fecha: 2011-08-

CUENTAS Y BALANCE DE LA JMJ

Cuentas y balance de la JMJ

Por Fernando Giménez Barriocanal, director financiero de la Jornada Mundial de la Juventud (EL MUNDO, 22/08/11):


La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) ha supuesto un acontecimiento extraordinario. La presencia en Madrid de dos millones de jóvenes, venidos de 193 países de los cinco continentes, ha sido el mayor evento internacional en todo el mundo en 2011 y el más grande conocido en España jamás.

Y las cuentas cuadran: las económicas y, por supuesto, las otras, las que más cuentan. Desde el primer minuto nos propusimos que la JMJ se autofinanciara y supusiera un coste cero para el contribuyente. Lo hemos conseguido. Es más, lo hemos superado, porque no sólo no ha recibido dinero de las arcas públicas, sino que ha supuesto una inyección de más de 100 millones de euros para la economía española.

Las cifras son elocuentes: más de dos millones de participantes a lo largo de la semana y más de 700.000 extranjeros -por encima del 1% del total de visitantes a nuestro país en todo un año- han dejado ilusión, esperanza y, por supuesto, desarrollo económico en una España en crisis.

Agradecemos sinceramente el apoyo de todas las administraciones -la estatal, la autonómica y la local-, que entendieron perfectamente la trascendencia del acto y que trabajaron todos a una para el éxito del mismo. Jamás les pedimos dinero, sólo apoyo, infraestructuras y puesta a disposición de aquellos bienes públicos que son de todos.

Hoy sabemos que el incremento incuestionable de actividad económica que ha generado la JMJ en nuestro país supondrá unos ingresos fiscales muy superiores a los beneficios concedidos por su catalogación de evento de excepcional interés; por cierto, lo mismo que otros 15 vigentes en España en 2011. Por tanto, el hecho es que las administraciones públicas no han financiado la Jornada Mundial de la Juventud.

Hay otras cuentas que cuadran satisfactoriamente: son las de la valiosa aportación que la JMJ ha supuesto para Madrid y para la marca España. Cientos de millones de personas de todo el mundo, a través de la televisión, han podido visualizar las virtudes de Madrid y de España entera. De manera particular, todos los extranjeros venidos a la JMJ que se convierten en auténticos embajadores de nuestra tierra. ¿Cuál es el valor de todo esto?

La organización se ha guiado por criterios de austeridad, transparencia y solidaridad. Austeridad, porque hemos procurado reducir el coste todo lo posible y, por supuesto, no gastar lo que no ingresáramos. Transparencia, entre otras cosas, porque hemos publicado nuestros presupuestos y explicado con sencillez sus cifras: un gasto de 50,5 millones de euros financiado por los propios peregrinos en casi un 70%, mientras que el resto vino de donativos y patrocinios. Las cifras están ahí y la auditoría externa será pública tan pronto como concluya. Y solidaridad porque, gracias a la contribución generosa de todos los jóvenes, miles de personas de países en precariedad han podido participar.

Pero hay otras cuentas más importantes, mucho más importantes. El papa Benedicto XVI ha llenado los corazones de los jóvenes de palabras de esperanza, de ilusión y de compromiso. Una juventud, como él mismo dijo el primer día, envuelta en problemas -paro, falta de valores, discriminación…- que precisa de una luz que ilumine su vida, que la edifique sobre roca y que se cimente en la verdad. Sí, la JMJ no ha sido ajena al sufrimiento y a las dificultades de todos los jóvenes, como se ha puesto de manifiesto, de manera particular, en el histórico vía crucis de Recoletos -jamás se verá algo igual- o en la visita de Su Santidad a San José.

El Papa ha invitado a los jóvenes a buscar con ansia la verdad que da sentido al hombre, a enseñar sus caminos en las Universidades -lo dijo en el acto de El Escorial- o ser testigos de la misma de manera privilegiada, consagrando su vida -lo ha afirmado en los actos con las religiosas y los seminaristas-. Ayer, en el aeródromo de Cuatro Vientos, el Papa recordó a los jóvenes su naturaleza de hijos de Dios, amados por él e invitados, en el seno de la Iglesia, a ser testigos vivos ante los demás del tesoro que han recibido. Este Papa llega a los jóvenes con su discurso y con sus gestos sencillos. Jamás olvidarán los jóvenes al Papa de rodillas en Cuatro Vientos, bajo la lluvia, rezando ante el Santísimo en la imponente custodia de Arce. Jamás se olvidará.

Han sido jornadas de oración, de meditación, de catequesis, de encuentro con otros jóvenes y de un amplísimo programa cultural. En estas jornadas se ha hablado de Dios y del hombre, de la felicidad y de la plenitud. Si alguien buscaba otros mensajes, no los habrá encontrado. Es el Evangelio, la buena noticia que todo hombre anhela albergar en su corazón.

Después de más de dos años de duro trabajo, los organizadores agradecemos a todos la acogida prestada y el respeto. Pero, sobre todo, agradecemos al Santo Padre su presencia. Gracias, Santo Padre.

domingo, 14 de agosto de 2011

ENTREVISTA AL CARDENAL ROUCO SOBRE LA JMJ


Día 14/08/2011 - 02.47h
ÁNGEL DE ANTONIO
El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, durante un momento de la entrevista con ABC
ÁNGEL DE ANTONIO


La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) vuelve a España después de 22 años. Hasta el momento Santiago de Compostela era la única ciudad española que ostentaba el privilegio de acoger este encuentro del Papa con los jóvenes de todo el mundo. Fue en el verano de 1989, bajo el pontificado de Juan Pablo II y con el cardenal Antonio María Rouco Varela al frente de esa diócesis. El arzobispo de Madrid recibe en su casa a ABC para explicar la enorme trascendencia que este evento tendrá no solo para la Iglesia, sino también para España. El cardenal se muestra convencido del «gran influjo humanizador» de la JMJ, capaz de llevar a la sociedad, en medio de «una crisis que no es solo económica sino también moral» a «una revalorización de virtudes tan elementales como son la humildad, la solidaridad, el sentido de justicia, de la fortaleza y la templanza».

—¿Cómo marchan los preparativos de la JMJ?

—Se dan las dificultades normales en el proceso de ejecución de un programa muy complejo, pero todo va muy bien. Madrid se convertirá estos días en una gran familia de un millón de jóvenes y, como en toda familia, es necesario procurarles un techo para dormir, alimentarles, ofrecerles ayuda espiritual… en una palabra: un marco humano y espiritualmente propicio —¡el mejor!— para ese gran momento con Jesucristo que el Santo Padre quiere y busca para los jóvenes de comienzos del tercer milenio. Una «familia» que pondrá de manifiesto muy sugestivamente lo que es la Iglesia presidida por el Sucesor de Pedro, el Papa, el Padre Común de la cristiandad, que estará presente en Madrid. Todos los actos que se están preparando, desde los festivos hasta los litúrgicos, adquieren por ello significado y proporciones excepcionales.

—¿Hay alguna razón especial para que España haya sido elegida sede de la Jornada Mundial de la Juventud?

—Creo que más de una. La JMJ volvía a Europa después de Sidney (2008). De los grandes países europeos, desde el punto de vista de la implantación de la Iglesia católica en su población, casi todos se habían hecho cargo de una JMJ e incluso Roma había repetido. Por esa razón, el hecho de que Madrid lo pidiera no sonaba extraño. Entre las razones específicas entendíamos que, después de la experiencia de la pastoral juvenil de la Archidiócesis de Madrid, de la misión universitaria, de «la misión joven» y de nuestro plan pastoral se trataba de ampliar ese camino y de poder compartirlo con toda la Iglesia, ofreciéndonos al Santo Padre para que dispusiera de nosotros como fuese más conveniente para los objetivos pastorales de las JMJ. También la peculiaridad de España, forjada por «la catolicidad», es decir, por su vocación histórica de apertura a lo universal jugó a nuestro favor. La Iglesia en España abre en el siglo XVI el capítulo moderno de la historia de la Iglesia con su dimensión misionera enriquecida por un amplísimo y desconocido horizonte de una nueva universalidad. La Iglesia se abría al Nuevo Mundo, recién descubierto.

—Este ambiente que vive España y que el propio Benedicto XVI ha calificado como de un «laicismo agresivo» ¿puede también haber influido finalmente en la decisión?

—No creo. De todos modos, el Santo Padre siempre tiene en cuenta las características humanas y eclesiales del momento y del lugar en que se produce su visita, pero no me parece que ese haya sido el motivo primordial a la hora de tomar su decisión. Si estuviéramos en una situación de una especie de paraíso pastoral y espiritual, el Papa también hubiera elegido España. En cualquier caso es una singularísima gracia de Dios que el Papa nos visite en una situación de crisis moral y religiosa, que no solo afecta a España sino también a Europa. Ya Juan Pablo II exhortaba, con tono muy apremiante, en su visita de 2003 a los católicos españoles y a la Iglesia en España en general a no olvidar nuestra vocación misionera en esta hora histórica de la nueva evangelización de Europa.

—El Papa ha convocado a esta JMJ a creyentes y no creyentes ¿Cuál es el espíritu de este encuentro?

—Mostrar a la Iglesia abierta al mundo en el anuncio del Evangelio, que es una buena noticia para todos los que quieran oírla y que es accesible y suena a la verdad y al bien que el hombre espera cuando no se cierra a Dios. El modo en cómo se presenta y desarrolla la experiencia de la Iglesia en la JMJ hace más fácil que los jóvenes que no son católicos acojan el mensaje y lo comprendan, porque se recibe en un medio humano de gran riqueza espiritual y de gran fraternidad y, por lo tanto, como un testimonio de lo que es el Evangelio, vivido y verificable en la realidad de sus vidas. Estamos felices de que el Santo Padre haya convocado a todos los jóvenes del mundo, sea cual sea la situación de fe en la que se encuentren. Estoy seguro de que muchos vendrán efectivamente con una disposición de ánimo, que se podría caracterizar entre curiosa y escéptica, pero también con una cierta expectación de qué me va a pasar, de que algo nuevo y grande puede ocurrir en mi vida. Para muchos será una conmoción y una conversión que cambia el rumbo de su existencia. Para los que están dentro de la Iglesia: un ir más al fondo de su vocación cristiana, ya sea la del sacerdocio, la vida consagrada o la del matrimonio y la familia cristiana.

—¿Qué impacto cree que puede llegar a tener la JMJ en la sociedad?

—La ciudad de Madrid va a vivir días de alegría verdadera desconocida y contagiosa. De una originalidad que supera los modos de diversión de moda habituales entre muchos jóvenes. Una «movida» excepcional que proporciona alegría a todos y ninguna molestia a nadie. Serán unos días de gozo que nos recordarán que hay una juventud distinta de las que muchos creen que es la corriente y la normal: una juventud abierta a Dios y al Evangelio, que quiere que su vida sea un sí a Dios, y con una sensibilidad hacia el prójimo, hacia sus problemas de paro, familiares o de fracaso profesional, extraordinariamente generosa. En fin, en medio de todo ese tipo de aflicciones que sufren nuestras jóvenes generaciones en nuestra sociedad, se encuentran estos jóvenes dispuestos a ser testigos de una nueva humanidad, abriendo el camino de la civilización del amor. Madrid y también España quedarán por lo menos consoladas y reconfortadas, y recibirán impulso e ilusión para emprender nuevas rutas, con una disposición y una fuerza espiritual que les permita encontrar la justa y solidaria solución a muchos de sus problemas.

—¿Cree que esta JMJ nos va a ayudar a recuperar valores perdidos?


—Va ayudar a todos y, sobre todo, a los jóvenes a situarse en la vida como el lema de la JMJ sugiere: «Firmes en la fe» y gozosos de haber encontrado a Aquel que nos da los fundamentos para poder vivir la fe firme y valerosamente. Que no es lo mismo que decir de forma orgullosa, soberbia o avasalladora, sino serena, plena, no vacilante. Y también con vocación de convertirla en obras, hechos y formas de vida. Eso sí que va a ser un fruto de la JMJ: una renovación de la fe de los jóvenes que vienen y una renovación de la fe de la sociedad que los acoge. Lo cual tiene directamente que ver con la revalorización de virtudes tan elementales como son la humildad, la solidaridad, el sentido de justicia, de la fortaleza y de la templanza. El amor cristiano produce el efecto en las personas de proponerse y comprometerse a organizar el mundo con mayor justicia, de adoptar una actitud frente al prójimo de cercanía, de compañía, de tender la mano, de levantar el corazón y el ánimo. Una experiencia de Iglesia como la JMJ encierra una extraordinaria capacidad de influjo humanizador.

—De todos los encuentros que mantendrá el Papa llama la atención el que tendrá lugar con jóvenes profesores universitarios ¿Tiene un significado especial esta cita?

—Es la primera vez en la historia de las JMJ que sucede. Esperamos mucho de este encuentro, porque no se puede olvidar que la mayoría de los jóvenes que participan en la JMJ son universitarios. Para las jóvenes generaciones resulta fundamental poder encontrar una orientación clara y luminosa de lo que tiene que ser su formación intelectual, inseparable de la búsqueda sincera de la verdad y de la voluntad firme de difusión de la misma. Una formación universitaria bien lograda, intelectual y espiritualmente, da inmediatamente frutos muy fecundos en la vida política, social, cultural y familiar; tan urgentes, por otra parte, en un momento de una crisis tan profunda y compleja como la que vivimos.

—¿Se trata solo de una crisis económica?

—Una crisis económica y financiera ciertamente; pero, además, crisis ética y de concepción del hombre. A veces se piensa y se opera como si fuese posible a corto y medio plazo superar los aspectos más económicos o materiales de la crisis, sin ocuparse del trasfondo moral, espiritual e intelectual, que la envuelve y condiciona en su raíz. El encuentro, por lo tanto, con los profesores universitarios de nuestras universidades no podemos por menos de valorarlo como de providencial. Sintoniza, por otra parte, muy bien con las especiales características de cómo el Santo Padre ejerce su ministerio pastoral en cuanto Pastor y Maestro de la Iglesia Universal.

—¿Echa de menos que esta relación de colaboración sobre todo con el Gobierno central en la organización de este evento no se haya producido en otras cuestiones que han sido primordiales estos años?

—La forma de cooperación tan positiva y tan cordial como se está dando en la JMJ es un buen modelo para el futuro en estas y otras cuestiones en las que están implicadas la misión de la Iglesia y su servicio a la sociedad y a la persona humana. No hay duda de que la JMJ nos está ayudando a apreciar lo que vale un clima de apertura y de comprensión de la misión de la Iglesia, cuando se trata de la búsqueda del bien común, es decir, cuando está en juego una construcción de la sociedad: justa, solidaria, verdaderamente amiga de la dignidad de la persona humana, que se ve expuesta frecuentemente a heridas y desconsideraciones graves, sobre todo, si se muestra pobre, débil e indefensa.

—En España se celebran muchos eventos internacionales, pero en el caso de la JMJ la Iglesia se ha visto de alguna manera «obligada» a justificar la celebración de este evento en los beneficios económicos que conlleva la visita del Papa ¿La Iglesia se siente presionada?

—Son objeciones habituales. También ocurrió en 1989 con la visita del Papa a Santiago. Una objeción, además, muy típica de la sociedad moderna y, comprensiblemente también, de la postmoderna, a la vista del trato que ciertos de sus sectores, suelen dispensar a la Iglesia. Ha tardado en manifestarse y sin excesivos extremismos. La respuesta creo que la ha dado claramente el director financiero de la JMJ, Fernando Giménez Barriocanal. Él ha apurado el argumento y lo ha devuelto en la forma clásica del argumento «ad hominen» de los escolásticos. La visita del Papa no solo no supone un coste adicional sino un beneficio, en tanto se presenta como un momento de nuevas posibilidades económicas para Madrid y para España e, incluso, para el empleo.

—¿Teme que en esta ocasión también se politice la visita del Papa?


—No. Que tenga consecuencias y que se pueda extraer alguna conclusión relacionada con la situación política de España es posible; pero una politización de la visita en sentido estricto, no es de esperar.

—Llevamos muchos años inmersos en un proyecto de «reingeniería social», ¿cree que ha llegado el momento de una regeneración?


—Sin duda. No hay tiempo ninguno que perder en la gran tarea de una renovación profunda de las conciencias y de los ambientes sociales y culturales junto con las condiciones jurídicas, para que el matrimonio y la familia puedan volver a ganarse la ilusión de las generaciones jóvenes. Estoy seguro de que la JMJ va ayudar mucho para que los jóvenes descubran de nuevo lo que significan de bueno y de bello la familia y el matrimonio cristiano como vocación para sus vidas.

PACTO CONTRA LOS CIUDADANOS

Pacto contra los ciudadanos
19 jun 2011
El Público

JORGE FONSECA


El “Pacto por el Euro” fue presentado por el Consejo europeo como un pacto por “la competitividad y el empleo”, “la estabilidad financiera, las finanzas públicas y el euro”, como si un euro sobrevalorado fuese bueno para todos. En realidad es contrario a los intereses mayoritarios, pues destroza la competitividad de las empresas, especialmente pymes, que generan el 80% del empleo, porque el euro fuerte (dólar barato) encarece los productos locales y abarata los de fuera de Europa, provocando déficit comercial, ruina de empresas, desempleo y miseria para millones de trabajadores y una profunda recesión económica que reduce la recaudación impositiva y dispara el déficit y la deuda pública. Las únicas beneficiadas son las grandes transnacionales que deslocalizan su producción a China y otros países, comprando barato empresas locales gracias al euro fuerte y exportando desde allí hacia Europa y EEUU. Especialmente las alemanas, que en la década anterior a la crisis duplicaron su superávit comercial con EEUU.

La recesión y el desempleo masivo dispararon el impago de créditos e hipotecas, jaqueando a la banca que, después de años de especulación con hipotecas, acciones, materias primas y bonos de deuda pública y privada, (creando una burbuja financiera), se enfrentaba a pérdidas y al riesgo de no cobrar los bonos de deuda de los países más desvastados por el euro (Irlanda, Grecia, Portugal y España). Aunque con ayuda de las “agencias de calificación” seguían especulando con sus bonos, con ayuda del Banco Central Europeo (BCE) consiguieron masivas ayudas de dinero y avales de los Estados, que quedaron al borde de la quiebra.

En interés de la banca, el núcleo dominante en la Unión Europea y el FMI bajo la batuta de Alemania impusieron a los países afectados brutales recortes salariales y sociales y el aumento de impuestos al consumo para conseguir superávit que permita pagar la deuda, con un tremendo coste social y más recesión, creando un círculo vicioso de recesión-ajuste- más recesión-más ajuste.

El “Pacto por el Euro” busca garantizar ese ajuste y también mantener un euro sobrevalorado (nada justifica su revalorización del 50% respecto al dólar desde 2003) para beneficio conjunto de las transnacionales y la banca, que otorgó créditos en euros y tiene deudas en dólares, (por lo que, a euro más alto, más ganancia). El BCE, con el argumento absurdo de combatir la inflación, incluso cuando el riesgo es de deflación, en la crisis mantiene los tipos de interés cinco veces más altos que en EEUU, lo que atrae capitales especulativos y revaloriza el euro a costa de encarecer el crédito y acentuar la recesión. Para pagarla, los países con más deuda realizan una masiva privatización de activos públicos (en España desde la muy rentable Loterías del Estado, las Cajas de Ahorro, el abastecimiento de agua, hasta segmentos de la sanidad y la educación, bocados apetitosos que garantizan altas rentas). También bajan impuestos al capital, suben los del consumo y las tarifas de servicios, bajan salarios públicos y privados, reducen pensiones y aumentan los años de trabajo para jubilarse. El Pacto también exige “descentralizar la negociación colectiva” para reducir la fuerza de los sindicatos, y la “flexibilización laboral” para reducir derechos laborales. El “Pacto”, por tanto, es contra Europa y sus ciudadanos y provoca lo contrario a lo que pregona pues empeora la competitividad y multiplica la deuda, divide a los europeos y fortalece a la ultraderecha.

Quizás algunos empresarios crean que les beneficia, pero para la mayoría que vive del consumo interno, y principalmente para las pymes, es un espejismo, pues profundiza la crisis y expande la pobreza, destruyendo el presente y el futuro de generaciones enteras, pues provocará una década de estancamiento, como en América Latina en los ochenta, pues todo esfuerzo por mejorar competitividad es barrido por efecto del euro sobrevalorado.

Los países del Sur deberían exigir una devaluación programada del euro (hasta equipararlo al dólar), que ayudaría a su existencia. Y a la cohesión social, seriamente deteriorada. Además de un euro competitivo se requiere una reforma fiscal que combata el fraude fiscal (podrían obtenerse 50.000 millones), y grave a los 100.000 españoles que concentran un billón de euros de riqueza (con un impuesto del 5% aportarían otros 50.000 millones). También que elimine privilegios fiscales y prohíba operar en paraísos fiscales (el 80% de las empresas del Ibex35 lo hacen). La creación de una banca pública eficiente con control ciudadano a partir de las Cajas de Ahorro, en vez de privatizarlas, ayudaría a financiar un nuevo modelo productivo y un plan para recuperar la economía y la confianza de los ciudadanos, muy debilitadas. También hay que desandar la reforma laboral y la de pensiones, ayudar a familias al borde del desahucio en vez de a la banca y adoptar medidas que reactiven la economía (empleo público de parados para cumplir con la Ley de Dependencia, por ejemplo), y que combatan la exclusión social. Estas podrían ser las bases para una democracia auténtica que acabe con el totalitarismo de mercado, en el que el capital financiero suplanta a la voluntad ciudadana.

Jorge Fonseca es catedrático EU de Economía APlicada de la Universidad COmplutense y miembro del COnsejo Científico de Attac.

viernes, 12 de agosto de 2011

ALEMANIA DEBE DEFENDER EL EURO

Alemania debe defender el euro

Por George Soros, presidente de Soros Fund Management y del Open Society Institute. Traducido al español por Leopoldo Gurman (Project Syndicate, 11/08/11):


Los mercados financieros detestan la incertidumbre; por eso han entrado en modo de crisis. Los gobiernos de la eurozona han dado algunos pasos significativos en la dirección adecuada para resolver la crisis del euro, pero, obviamente, no avanzaron lo suficiente como para tranquilizar los mercados.

En su reunión del 21 de julio, las autoridades europeas aprobaron un conjunto de medidas parciales. Decidieron que su nueva agencia fiscal, el Fondo Europeo para la Estabilidad Financiera (EFSF), debe ocuparse de los problemas de solvencia, pero no aumentaron su tamaño. Esto no fue suficiente para establecer una autoridad fiscal creíble para la zona del euro. Y el nuevo mecanismo no entrará en funcionamiento al menos hasta septiembre. Mientras tanto, la disposición sobre liquidez del Banco Central Europeo es la única forma de evitar un colapso en el precio de los bonos emitidos por varios países europeos.

De igual forma, los líderes de la eurozona ampliaron las atribuciones del EFSF para incluir la solvencia de los bancos, pero no llegaron a transferir la supervisión de los bancos de las agencias nacionales a un organismo europeo. Y ofrecieron un paquete de ayuda ampliada a Grecia sin generar credibilidad sobre el éxito del rescate: organizaron la participación de los tenedores de bonos en el paquete de rescate griego, pero el acuerdo benefició más a los bancos que a Grecia.

Tal vez lo más preocupante es que Europa finalmente reconoció el principio –aceptado desde hace mucho tiempo por el FMI– de que los países en los programas de rescate no deben ser penalizados a través de las tasas de interés, pero ese mismo principio no se hizo extensivo a los países que aún no participan en los programas de rescate. Como resultado, España e Italia han tenido que pagar mucho más por su endeudamiento que lo que reciben de Grecia. Esto les da derecho a optar por salirse del rescate griego, planteando la perspectiva de que el paquete puede venirse abajo. Los mercados financieros, reconociendo esta posibilidad, aumentaron la prima de riesgo sobre los bonos españoles e italianos hasta niveles insostenibles. La intervención del BCE ayudó, pero no solucionó el problema.

La situación se está tornando intolerable. Las autoridades tratan de ganar tiempo, pero el tiempo se acaba. La crisis se acerca rápidamente a un punto culminante.

Alemania y los demás miembros de la zona del euro con calificaciones AAA deberán decidir si están dispuestos a arriesgar su propio crédito para permitir que España e Italia refinancien sus bonos a tasas de interés razonables. De lo contrario, España e Italia serán empujadas inexorablemente hasta caer en programas de rescate. En resumen, Alemania y los demás países con calificaciones de bonos AAA deben acordar algún tipo de régimen de eurobonos. De otra forma, el euro se vendrá abajo.

Debe reconocerse que una cesación de pagos o una salida desordenada de la eurozona, incluso de un país pequeño como Grecia, desencadenaría una crisis bancaria comparable a la que causó la Gran Depresión. Ya no se trata de si vale la pena mantener una moneda común. El euro existe y su colapso causaría pérdidas incalculables al sistema bancario. Por lo tanto, la elección a la que se enfrenta Alemania es más aparente que real: y es una decisión cuyo costo aumentará a medida que la posponga.

La crisis del euro tuvo su origen en la decisión de la canciller alemana Angela Merkel, tomada luego de la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008, estableciendo que la garantía contra futuras cesaciones de pagos sería responsabilidad individual de cada país y no de la Unión Europea. Y fue la pérdida de tiempo alemana que agravó la crisis griega y causó el contagio que la convirtió en una crisis existencial para Europa.

Solo Alemania puede revertir la dinámica de la desintegración europea. No será fácil: Merkel, después de todo, percibió correctamente el humor de los alemanes cuando tomó su fatídica decisión, y la atmósfera política interna desde entonces se ha tornado aún menos favorable a extender el crédito al resto de Europa.

Merkel puede superar la resistencia política solo en una atmósfera de crisis, y solo en forma gradual. El paso siguiente será ampliar el EFSF; pero, para cuando eso se logre, la calificación AAA francesa podría ya estar en peligro. De hecho, para cuando Alemania acepte un régimen de eurobonos, su propia calificación AAA podría verse comprometida.

La única forma en que Europa puede escapar de esta trampa es anticipando las reacciones de los mercados financieros en vez de ceder ex post a sus presiones. Esto exigirá un intenso debate e introspección, especialmente en Alemania que, siendo la mayor y mejor calificada economía de la UE, se ha visto colocada en la posición de decidir el futuro de Europa.

Es un rol que Alemania ha evitado intensamente y que continúa sin deseos de aceptar. Pero la decisión para Alemania verdaderamente no es tal. Una ruptura del euro precipitaría una crisis bancaria que superaría la capacidad de control de las autoridades financieras mundiales. Cuanto más demore Alemania en reconocer esto, mayor será el precio que deberá pagar.

¿POR QUÉ LA CRISIS ACTUAL?



¿Por qué la crisis actual?

Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario PÚBLICO, 11 de agosto de 2011


Este artículo explica la causa de la llamada crisis de la deuda pública que se basa en la vulnerabilidad de los Estados de la Eurozona frente a la especulación de los mercados financieros. Esta vulnerabilidad es consecuencia de como se estableció el euro, con la creación de un Banco Central Europeo que, en realidad, no ejerce las funciones de un banco central. La respuesta de los Estados a la especulación financiera es el debilitamiento del Estado del Bienestar y de la protección social, como resultado del enorme poder del capital financiero.

Cuando el presidente Richard Nixon decidió finalizar el Acuerdo de Bretton Woods, que había establecido el dólar como punto de referencia monetaria en el comercio internacional, se creó una enorme inestabilidad monetaria que impactó negativamente sobre el crecimiento económico mundial. La gran variablidad en el precio de las monedas dificultó el comercio internacional. Esta variabilidad afectó especialmente a los países que, como España, tenían una moneda débil (la peseta). Al empresario textil de Sabadell que exportaba sus productos, por ejemplo, a Alemania, le era difícil planificar su venta al mercado alemán porque no sabía cuál sería el valor del cambio del marco con la peseta a medio y largo plazo.

De ahí que, en parte como respuesta al colapso de Bretton Woods, se estableciera el euro en la mayoría de países de la Unión Europea. Con ello se eliminó la variabilidad del precio de la moneda y desapareció la posibilidad de que los mercados financieros especularan en base a esta variabilidad. Ya no se podría especular frente a la peseta pues esta dejó de existir, sustituida por el euro, una moneda más fuerte que se convirtió en la moneda de la comunidad de países de mayor peso económico en la Unión Europea (excepto Reino Unido). Pero en la manera en como se construyó el euro se establecieron las bases para que apareciera otro tipo de especulación, basada, no en la variabilidad del precio de las monedas, sino en la del precio de la deuda pública (y de sus intereses) entre los países de la eurozona. El modelo establecido conllevó que los estados de tales países no podían protegerse frente a la especulación. Se prohibió que los bancos centrales de tales países pudieran imprimir dinero y con ello comprar su propia deuda pública, que es lo que hace un banco central frente al peligro de la especulación. Cuando los mercados financieros quieren crear una percepción de crisis, promueven la idea (por parte de sus instrumentos: las agencias de valoración de la deuda pública) de que la deuda pública de un Estado no es muy segura, y con ello incrementan los intereses de los bonos que los bancos y otras instituciones financieras compran (forrándose así). Lo que los estados tienen que hacer frente a esta situación es que su banco central imprima dinero y compre mucha deuda pública propia, forzando una bajada de intereses.

Pero esto es lo que se prohibió a los países de la eurozona. A partir del establecimiento del euro, fue el mal llamado Banco Central Europeo (BCE) el único que podía imprimir dinero (los bancos centrales de los países de la eurozona no podían hacerlo). Y el BCE prestaba dinero a unos intereses bajísimos, a un 1%, a los bancos, pero no a los estados. Es más, al BCE no se le permitía tampoco comprar deuda pública de los estados. Y en el caso excepcional de que se viera forzado a hacerlo, como ahora, lo hacía comprando deuda pública a los bancos, a unos intereses elevadísimos. Era y es una práctica enormemente beneficiosa para la banca. Reciben dinero casi gratis (1% de interés) y con ello compran deuda pública con intereses muy elevados (6% en el caso de España) ingresando enormes cantidades de dinero público. Es la mayor transferencia de fondos del sector público al privado existente actualmente en cualquier país de la eurozona y ello como consecuencia de que el BCE no es un banco central, sino un enorme lobby de la banca (y muy en especial de la alemana y francesa). Con todo ello, los estados se han quedado totalmente desprotegidos frente a la especulación de su deuda pública por parte de los mercados financieros.

Un elemento clave para que se ejerza tal especulación son las agencias de rating (ver mi artículo La supeditación de las instituciones representativas a la banca, en www.vnavarro.org), de las cuales Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch son las más importantes. Estas agencias son meros instrumentos de los bancos y de las grandes entidades financieras. Indicadores de ello hay muchos. Uno de ellos es la evaluación con la categoría de máxima calidad de unos productos financieros que eran auténtica basura, y lo hacían horas antes de que se mostrara que tales productos eran, en realidad, de valor nulo, convirtiéndose en tóxicos para todo el sistema financiero.

El último ejemplo es la evaluación negativa por parte de Standard & Poor’s de los bonos públicos del Estado federal de EEUU (desvalorizando su categoría) como medida de presión para que el Gobierno federal recorte el gasto público y privatice la Seguridad Social. Tal rebaja del bono público se justificó con una proyección de la deuda pública basada en un error matemático que, ni más ni menos, dobló la cifra real de la deuda pública existente. Cuando a Standard & Poor’s se le comunicó el error, corrigió la cifra, reduciéndola por la mitad, sin variar sin embargo su rebaja de la valoración de los bonos, mostrando la naturaleza política y no científica de su valoración. Tales agencias carecen de credibilidad. En realidad, la demanda de bonos públicos del Estado federal ha aumentado después de que la agencia Standard & Poor’s rebajara su valor, dato que muestra su pérdida de credibilidad.

Por otra parte, la reducción del gasto público que se está exigiendo reducirá el crecimiento económico y con ello los ingresos al Estado, en una cantidad que es idéntica a la que tales recortes intentan conseguir, con lo cual, el Estado federal no conseguirá ningún ingreso o ahorro neto con los recortes. La crisis actual es una crisis artificial, creada para satisfacer los intereses del capital financiero en su intento de desmantelar el Estado del bienestar, privatizándolo. Es el ataque más frontal que haya existido en contra de la protección social, tanto en la UE como en EEUU. Este es el objetivo de la crisis.

martes, 9 de agosto de 2011

CAMBIAR EL SISTEMA

Nº: 190 Agosto 2011

Cambiar el sistema

Ignacio Ramonet

Le Monde diplomatique, versión digital española.


Los eurófilos más extasiados lo machacan sin cesar: si no dispusiéramos del euro, dicen, las consecuencias de la crisis serían peores para muchos países europeos. Divinizan un euro “fuerte y protector”. Es su doctrina y la defienden fanáticamente. Pero lo cierto es que tendrían que explicarles a los griegos (y a los irlandeses, a los portugueses, a los españoles, a los italianos y a tantos otros ciudadanos europeos vapuleados por los planes de ajuste) qué entienden por “consecuencias peores”... De hecho, estas consecuencias son ya tan insoportables socialmente que, en varios países de la eurozona, está subiendo, y no sin argumentos, una radical hostilidad hacia la moneda única y hacia la propia Unión Europea (UE).

No les falta razón a estos indignados. Porque el euro, moneda de 17 países y de sus 350 millones de habitantes, es una herramienta con un objetivo: la consolidación de los dogmas neoliberales (1) en los que se fundamenta la UE. Estos dogmas, que el Pacto de Estabilidad (1997) ratifica y que el Banco Central Europeo (BCE) sanciona, son esencialmente tres: estabilidad de los precios, equilibrio presupuestario y estímulo de la competencia. Ninguna preocupación social, ningún propósito de reducir el paro, ninguna voluntad de garantizar el crecimiento, y obviamente ningún empeño en defender el Estado de bienestar.

Con la vorágine actual, los ciudadanos van entendiendo que tanto el corsé de la Unión Europea, como el propio euro, han sido dos añagazas para hacerles entrar en una trampa neoliberal de la que no hay fácil salida. Se hallan ahora en manos de los mercados porque así lo han querido explícitamente los dirigentes políticos (de izquierda y derecha) que, desde hace tres decenios, edifican la Unión Europea. Ellos han organizado sistemáticamente la impotencia de los Estados con el fin de conceder cada vez más espacio y mayor margen de maniobra a mercados y especuladores.

Por eso se decidió (a insistencia de Alemania) que el BCE fuese “totalmente independiente” de los Gobiernos (2). Lo cual concretamente significa que queda fuera del perímetro de la democracia. De ese modo, ni los ciudadanos ni los Gobiernos elegidos por éstos pueden entorpecer sus opciones liberales.

Hoy, esas características (impotencia de los políticos, independencia del BCE) son en parte responsables de la incapacidad europea para resolver el drama de la deuda griega. La otra causa es que, bajo su aparente unidad, la UE (en este caso particular la eurozona) está profundamente dividida en dos bandos casi irreconciliables: por una parte, Alemania y su área de influencia (Benelux, Austria y Finlandia); por la otra: Francia, Italia, España, Irlanda, Portugal y Grecia.

El origen de la deuda griega (como el de la de los demás países periféricos afectados por la crisis de la deuda soberana, incluida España) es conocido. Cuando Grecia fue admitida en la zona euro (3), las instituciones financieras consideraron inmediatamente que este pequeño Estado presentaba, a pesar de su evidente fragilidad y de sus escasos recursos, todas las garantías necesarias para recibir créditos masivos y baratos. Llovieron sobre Atenas ofertas de financiación a tipos de interés de ganga, en particular por parte de bancos alemanes y franceses que incitaron a los gobernantes helenos a endeudarse a bajo coste y a largo plazo para adquirir principalmente material militar (4) alemán y francés...

Cuando estalla la crisis financiera de 2008 (llamada “de las subprimes”), ésta se extiende rápidamente al sector bancario europeo. Los establecimientos financieros carecen pronto de liquidez y restringen drásticamente el crédito. Lo que amenaza con asfixiar el conjunto de la economía. Para evitarlo, los Estados ayudan masivamente a la banca. Y la salvan. Para ello, se endeudan aún más comprando dinero en el mercado internacional (ya que el BCE se niega a ayudarlos). Ahí, de repente, intervienen las agencias de calificación que sancionan el excesivo endeudamiento de los Estados (¡realizado para salvar a los bancos!)... Inmediatamente los tipos de interés de los préstamos a los Estados más endeudados se disparan... Y se produce la crisis de la deuda soberana.

En sí misma, la deuda griega es insignificante si se tiene en cuenta que el PIB de Grecia representa menos del 3% del PIB de la eurozona. El problema, técnicamente, podía haberse resuelto hace ya más de un año sin gran dificultad. Pero el gobierno conservador alemán, que enfrentaba entonces unas complicadas elecciones locales (finalmente perdidas), estimó que no sería moralmente justo que los griegos, acusados de “corrupción” y de “laxismo”, saliesen tan rápidamente del mal paso. Había que castigarlos para que no cundiese “el mal ejemplo”.

Una ayuda demasiado rápida a Atenas, declaró Angela Merkel, “tiene el efecto negativo de que otros países en dificultades podrían dejar de hacer esfuerzos” (5). Por eso, con el apoyo de sus aliados, Berlín empezó a poner pegas de todo tipo. Dejando pasar los meses.

Plazo que los mercados, excitados por el desacuerdo político europeo, aprovecharon para cebarse en Grecia. Todo se complicó entonces. Finalmente, Alemania acabó por aceptar un (incompleto) plan de ayuda con una condición: que participase en él el Fondo Monetario Internacional (FMI). ¿Por qué? Por dos razones. Primero porque se estimaba que las instituciones europeas carecían de un verdugo lo suficientemente severo para escarmentar a los griegos. Segundo, porque la especialidad del FMI, desde hace cuarenta años, consiste en exigir siempre esfuerzos antisociales a los países endeudados. Sus recetas (aplicadas con saña en América Latina durante los años 1970 y 1980) son siempre las mismas: alza de las tasas al consumo, recortes brutales de los presupuestos públicos, estricto control de los salarios, privatizaciones masivas...(6).

El Gobierno de Papandreu tuvo que resignarse a adoptar un salvaje plan de austeridad. Pero el mal estaba hecho. El ritmo de la política europea es lento y largo, cuando el de los mercados es inmediato. Los especuladores entendieron que la Unión Europea era un gigante sin cerebro político, y el euro una “moneda fuerte” con estructura débil (no hay ejemplo en la historia, de una moneda que no esté encuadrada por una autoridad política). Atacaron a Irlanda, pasó lo mismo y volvieron a ganar. Atacaron a Portugal e ídem. Atacaron a España y a Italia, y los Gobiernos de estos países se apresuraron a autoimponerse las impopulares recetas del FMI.

Por toda Europa se extiende ahora la “doctrina de la austeridad expansiva”, que sus propagandistas presentan como un elixir económico universal cuando en realidad está causando un estrepitoso daño social. Peor aún, esas políticas de recortes agravan la crisis, asfixian a las empresas de todo tamaño al encarecer su financiación, y entierran la perspectiva de una pronta recuperación económica. Empujan a los Estados hacia la espiral de la autodestrucción, sus ingresos se reducen, el crecimiento no arranca, el paro aumenta, las (impresentables) agencias de calificación rebajan su nota de confianza, los intereses de la deuda soberana aumentan, la situación general empeora y los países vuelven a solicitar ayuda (7). Tanto Grecia, como Irlanda y Portugal –los tres únicos Estados “ayudados” hasta ahora por la Unión Europea (mediante el Fondo Europeo de Estabilización) y el FMI– han sidos precipitados, por los que Paul Krugman llama los “fanáticos del dolor” (8), a ese fatal tobogán.

Y el “Pacto del euro”, establecido en marzo pasado, tampoco resuelve nada. En realidad es una vuelta de tuerca suplementaria a la austeridad, un acuerdo “de competitividad” que prevé más recortes del gasto público, más medidas de disciplina fiscal, y penaliza principalmente –de nuevo– a los asalariados. Con amenazas de sanciones a los Estados que no cumplan el Pacto de Estabilidad (9). Propone la tutela de la deuda pública y un ritmo fijo de reducción, o sea: una limitación de la soberanía. “Los países europeos deben ser menos libres de emitir deuda”, afirma, por ejemplo, Lorenzo Bini Smaghi, miembro del directorio del BCE. Algunos eurócratas van más lejos, proponen que se le retire a un gobierno que no haya respetado el Pacto de Estabilidad, la responsabilidad de dirigir sus propias finanzas públicas...

Todo esto es absurdo y nefando. El resultado es una sociedad europea empobrecida en beneficio de la banca, de las grandes empresas y de la especulación internacional. Por ahora la legítima protesta de los ciudadanos se focaliza contra sus propios gobernantes, complacientes marionetas de los mercados. ¿Qué pasará cuando se decidan a concentrar su ira contra el verdadero responsable, o sea el sistema, es decir: la Unión Europea?

(1) Definidos en los Tratados de Maastricht (1993), de Amsterdam (1999), de Niza (2003) y de Lisboa (2009).

(2) Entre otras limitaciones, el BCE no puede prestar dinero a los Estados, sólo a la banca privada.

(3) Merced a un balance de su situación económica falseado y maquillado por el anterior gobierno conservador con la ayuda del banco estadounidense Goldman Sachs.

(4) Grecia es el principal importador de material militar de la Unión Europea, y el Estado que consagra a su defensa (por razones de rivalidad con Turquía) el mayor porcentage de su PIB.

(5) El País, Madrid, 18 de julio de 2011.

(6) Léase Philippe Askenazy, “L’austérité imposée à la Grèce, de Charybde en Scylla”, Le Monde, París, 19 de juliode 2011.

(7) Aunque ha sido recibido con alivio por la prensa neoliberal, el nuevo plan de rescate a Grecia, anunciado el pasado 21 de julio, de poco servirá. Los mercados y los fondos buitres han olido la sangre y no detendrán sus ataques mientras no se les frene con auténticos cambios estructurales.

(8) Paul Krugman, “Cuando la austeridad falla”, El País, Madrid, 24 de mayo de 2011.

(9) Que fija el límite para el déficit presupuestario en un 3% del PIB, y el de la deuda soberana en un 60% del PIB.

FINANCIACIÓN DE LAS JMJ:Entrevista a Fernando Giménez Barriocanal.



Fernando Giménez Barriocanal (Madrid, 1967) es gerente de la Conferencia Episcopal, presidente y consejero delegado de la Cadena Cope y desde hace un par de años también director financiero de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). En una entrevista concedida a Laura Danielle para el diario Abc, asegura que tres de cada cuatro euros que cuesta la JMJ lo aportan los peregrinos y el resto lo aportan empresas y particulares. Barriocanala afirma que no hay dinero público en la financiación.

25/07/11



(Laura Danielle/Abc) Su trabajo dentro de la Iglesia se ha caracterizado siempre por la eficacia, la transparencia y la austeridad. Tres criterios que marcan ahora la organización de este encuentro, que se celebrará el próximo mes de agosto en Madrid y que contará con la presencia del Papa.


-A menos de un mes de la visita de Benedicto XVI, ¿se mantiene el presupuesto inicial de 50 millones de euros para organizar la JMJ?

Aproximadamente. Nosotros pensamos que, sin contar lo que es la manutención de cada uno de los peregrinos, vamos a estar en torno a los 50 millones de euros de ingreso y de gasto.

-¿De dónde provienen los fondos?


Tres de cada cuatro euros los aportan los propios peregrinos, por lo que no supone ningún coste para el contribuyente. El resto proviene de empresas y particulares, ya sea a través de patrocinios o de donativos que realiza la gente. Lo importante es que todo es dinero privado, no hay dinero público en la financiación de la JMJ.

-Si la mayor parte la aportan los peregrinos, ¿el número actual de inscritos garantiza ese porcentaje de financiación de la JMJ?

Probablemente sí. A día de hoy podemos decir que cerca del 80% de los peregrinos ya han realizado las contribuciones, lo cual nos permite tener casi el 85% de la financiación necesaria para la realización del evento. Todavía resta un 15%, por lo que seguimos necesitando que la gente haga aportaciones, que haya donativos, más colaboración empresarial y que los peregrinos se sigan inscribiendo.

—La Iglesia ha recibido muchas críticas por el marco de grave crisis económica en la que se celebra la JMJ...

—Yo creo que los que opinan eso no se dan cuenta de que están tirando piedras contra su propio tejado. La JMJ es una enorme oportunidad desde el punto de vista económico. Hay que pensar que mucha gente viene de fuera y aporta ingresos. Hay que pensar que va haber miles de hosteleros de Madrid y alrededores que van a obtener importantes ingresos gracias a todos los que vienen a la JMJ. Lo que no hay en la JMJ son gastos suntuosos, ni despilfarros y sí una enorme transparencia en la gestión y el control de los recursos.

—¿Cómo son esos controles?

—En primer lugar, un presupuesto muy detallado de cantidades máximas por cada uno de los conceptos. Eso quiere decir que tenemos previsto hasta cuántas flores van en cada escenario y su presupuesto. Eso es muy importante. En segundo lugar, muchos de los grandes contratos han salido a concurso público y publicados en la web de la JMJ para que las empresas que querían participar lo pudieran hacer. En tercer lugar, en los contratos menores se ha acudido a los especialistas para pedirles presupuesto. También se han rechazado empresas que han podido estar vinculadas con algún tipo de operación que pudiéramos pensar que no estaban en consonancia con la JMJ. Intentamos hacerlo de la mejor manera posible, teniendo en cuenta que vamos a ser auditados por una firma internacional y que nos ha pedido que establezcamos estos controles.

—¿Es la primera vez que se va a auditar una JMJ?

—Sí. Por eso, tenemos toda la documentación a disposición para que quede muy claro que cada euro que se ha gastado la JMJ tiene justificación.

—En este contexto de crisis, ¿las empresas y los particulares se han volcado para ayudar a este evento?

—Creo que hay que ser realista, las empresas en general están en una situación difícil y eso provoca que no haya muchas alegrías en ese sentido, pero todo el mundo tiene una enorme sensibilidad y eso también hay que agradecerlo. También hay que agradecer el papel que ha hecho la Fundación Madrid Vivo. Por último, es encomiable la multitud de donativos pequeños que se reciben de personas anónimas.

—Algunos partidos políticos y sectores de la sociedad piensan el coste de la JMJ va a ser asumida por los contribuyentes o por el Estado ¿Cuál es concretamente la ayuda que se recibe del Estado y de las administraciones públicas?

—El Estado y las administraciones públicas contribuyen en garantizar el orden público como hacen en cualquier otro evento porque es un mandato constitucional. También nos ofrecen aquellas instalaciones y servicios que ya tiene el Estado, como los colegios y los polideportivos, pero entendiendo que todos aquellos consumos que se realicen con motivo de la JMJ son costeados por la organización de la JMJ. En tercer lugar, el evento ha sido declarado, junto a otros quince, de excepcional interés dentro la Ley de Presupuesto, lo cual implica que las empresas que anuncian y ponen el logo de la JMJ o donan dinero se pueden deducir una parte de sus impuestos. Para que nos hagamos una idea, la JMJ va a consumir aproximadamente el 8% de los recursos que va a perder el Estado por este motivo, mientras que el 92% restante corresponde a los demás eventos que han sido declarados de excepcional interés y de los cuales la gente no protesta. Lo importante es que la JMJ tendrá coste cero para el contribuyente.

—¿Y los beneficios?


—Gracias a la JMJ probablemente habrá menos déficit público este año porque los ingresos que se van a generar al Estado por recurso IVA, por ingresos turísticos, por impuesto sobre sociedades de las empresas, que van a facturar y que luego van a pagar impuestos, son inmensamente superiores a los beneficios fiscales que pueden estar en torno a los 15 y los 30 millones de euros, que es lo van a desgravar las empresas en el mejor de los casos. En cambio, los recursos por IVA, sociedades y demás que se van a generar pueden ser más del doble. Por tanto no va a tener coste para el contribuyente sino que gracias a la JMJ va a haber más ingresos para las administraciones públicas este año. Es un buen negocio para las administraciones públicas y para las empresas.

—Las JMJ de Sidney o Colonia ¿Siguieron este modelo de financiación?


—En este caso no hemos solicitado una subvención directa de las administraciones públicas porque hemos pensado que con todo lo que ponían a nuestra disposición era más que suficiente.

-Eso quiere decir que las subvención directa del Estado sí se ha utilizado para otras JMJ

Sí, sin duda. Nuestro modelo es mucho más austero y que de alguna manera hace recaer el coste de la JMJ sobre la sociedad civil.

- ¿Hay que pagar para ver al Papa?


Para ver al Papa no habido que pagar nunca ni va a haber que pagar en esta ocasión. Los actos de Cibeles y Recoletos son abiertos. Y en Cuatro Vientos hemos habilitado unas parcelas para que los inscritos —primando aquellos que vienen de países con menos recursos— estén lo más cerca posible del Papa. Pero también hemos habilitado grandes zonas para que cualquiera que quiera venir pueda hacerlo. Sería estupendo que contribuyeran porque todo cuesta dinero, pero todo el mundo que quiera ver al Papa será bienvenido. Es más, hay que animar a todos para que vengan y escuchen lo que el Papa nos quiere decir.

CREDIBILIDAD, DESCARO Y DEUDA.


Martes 09-08-2011 12:22

El PAÍS

Credibilidad, descaro y deuda

PAUL KRUGMAN

09-08-2011


Para entender el furor que ha causado la decisión de la agencia de calificación de riesgos financieros Standard & Poor's (S&P) de rebajar la deuda del Gobierno estadounidense hay que tener en cuenta dos ideas en apariencia contradictorias, aunque realmente no lo sean. La primera es que Estados Unidos ya no es de hecho el país estable y fiable que era antes. La segunda es que el propio S&P tiene todavía menos credibilidad; es el último sitio al que uno debe acudir para obtener una opinión sobre las perspectivas de nuestro país.

Empecemos por la falta de credibilidad de S&P. Si hay una palabra que describa la decisión de la agencia de rebajar la calificación de Estados Unidos, esa palabra es descaro, tradicionalmente definido por el ejemplo del joven que mata a sus padres, y luego implora piedad porque es huérfano.

Después de todo, el elevado déficit presupuestario de Estados Unidos es consecuencia fundamentalmente de la recesión económica que siguió a la crisis financiera de 2008. Y S&P, junto con otras agencias de calificación hermanas, desempeñó un papel importante en la causa de esa crisis, ya que otorgó calificaciones triple A a activos respaldados por hipotecas que desde entonces se han convertido en residuos tóxicos.

Y la falta de criterio no termina ahí. S&P es tristemente famosa por haber dado a Lehman Brothers, cuyo hundimiento desató un pánico mundial, una calificación A hasta el mismísimo mes de su defunción. ¿Y cómo reaccionó la agencia después de que esta empresa con calificación A quebrara? Emitiendo un informe en el que negaba que hubiera hecho algo mal.

¿Y esta gente está dictaminando ahora la solvencia de los Estados Unidos de América?

Esperen, que la cosa se pone mejor. Antes de rebajar la deuda estadounidense, S&P envió un borrador preliminar de su nota de prensa al Tesoro de Estados Unidos. Los funcionarios del Tesoro rápidamente detectaron un error de dos billones de dólares en los cálculos de S&P. Y el error era la típica cosa que cualquier experto presupuestario debería haber hecho correctamente. Después de deliberarlo, S&P reconoció que se había equivocado, y bajó de todos modos la calificación de Estados Unidos, después de eliminar parte del análisis económico de su informe.

Como explicaré dentro de un minuto, no hay que dar demasiada importancia a esos cálculos presupuestarios en ningún caso. Pero el episodio difícilmente inspira confianza en el criterio de S&P.

En términos más generales, las agencias de calificación nunca nos han dado ninguna razón para tomarnos en serio su opinión sobre la solvencia nacional. Es cierto que la calificación de los países en situación de impago por lo general había sido rebajada antes del hecho. Pero en esos casos las agencias de calificación se limitaban a seguir a los mercados, que ya se habían vuelto contra estos deudores problemáticos.

Y en esos raros casos en los que las agencias de calificación han rebajado la calificación de países que, como Estados Unidos ahora, siguen contando con la confianza de los inversores, se han equivocado sistemáticamente. Pensemos, en concreto, en el caso de Japón, cuya calificación S&P rebajó en 2002. Pues bien, nueve años después, Japón sigue pudiendo pedir préstamos baratos con toda libertad. De hecho, el viernes, el tipo de interés de los bonos japoneses a 10 años era de solo un 1%.

Por eso no hay ninguna razón para tomarnos en serio la rebaja de calificación del viernes. Son los últimos de cuya opinión debemos fiarnos.

Y sin embargo, Estados Unidos tiene en efecto graves problemas. Estos problemas tienen muy poco que ver con la aritmética presupuestaria a corto plazo y ni siquiera a medio plazo. El Gobierno de Estados Unidos no está teniendo ninguna dificultad para pedir préstamos y cubrir su déficit actual. Es cierto que estamos acumulando deuda, por la cual acabaremos teniendo que pagar intereses. Pero si de hecho hacen la operación de recitar números altos con su mejor voz de doctor malvado, descubrirán que hasta unos déficits muy elevados a lo largo de los próximos años tendrán un impacto extraordinariamente pequeño en la sostenibilidad fiscal de Estados Unidos.

No, lo que hace que Estados Unidos parezca poco de fiar no son las matemáticas presupuestarias, sino la política. Y, por favor, ahorrémonos las declaraciones habituales de que la culpa es de los dos. Nuestros problemas son casi enteramente cosa de uno. Concretamente, se deben al auge de una derecha extremista que está dispuesta a crear crisis repetidas antes que ceder un ápice en sus demandas.

La verdad es que desde el punto de vista de la economía pura, los problemas fiscales de Estados Unidos, que ya vienen de antiguo, no deberían ser tan difíciles de arreglar. Es cierto que el envejecimiento de la población y la subida de los costes sanitarios, con la política actual, harán que el gasto aumente más rápidamente que la recaudación de impuestos. Pero Estados Unidos tiene unos costes sanitarios mucho más elevados que ningún otro país avanzado, y unos impuestos muy bajos según criterios internacionales. Si pudiésemos acercarnos aunque solo fuera un poco a las normas internacionales en estos dos frentes, se resolverían nuestros problemas presupuestarios.

Entonces, ¿por qué no lo hacemos? Pues porque en este país tenemos un poderoso movimiento político que, ante los modestos esfuerzos para emplear los fondos de Medicare de forma más eficaz, clamaba que nos amenazaban "paneles de la muerte", y prefería arriesgarse a una catástrofe financiera antes que acceder siquiera a un céntimo de ingresos adicionales.

La verdadera incógnita a la que se enfrenta Estados Unidos, incluso en términos puramente fiscales, no es si recortaremos un billón aquí y allí de los déficits. Es si los extremistas que ahora bloquean cualquier clase de política responsable pueden ser derrotados y marginados.

EL BANCO CENTRAL EUROPEO NO ES UN BANCO CENTRAL: AHÍ ESTÁ EL PROBLEMA DE LA CRISIS DE LA DEUDA PÚBLICA.


El Banco Central Europeo no es un banco central: ahí está el problema de la crisis de la deuda pública



Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario digital EL PLURAL, 8 de agosto de 2011

Este artículo señala que la especulación frente a la deuda pública de los países de la Eurozona es, en gran parte, resultado de cómo se estructuró el euro y el rol del BCE que no actúa como un Banco Central, desprotegiendo a los Estados y a su deuda pública.


Una de las áreas donde existe mayor confusión, no sólo en las páginas de los mayores rotativos, sino también de la prensa económica, es creerse que el Banco Central Europeo (BCE) es un Banco Central. Esta confusión imposibilita entender el mal llamado problema de la deuda pública de España (y de Grecia, Portugal, Irlanda y, ahora también, de Italia) y la enorme crisis que estamos sufriendo.

Pero comencemos subrayando que las recetas neoliberales que se están aplicando en España y en los otros países de la periferia de la Eurozona son profundamente negativas y dificultarán cada vez más que España y los otros países salgan de la crisis. España ha estado siguiendo cada una de las instrucciones del establishment europeo (la “troika” constituida por el Consejo Europeo, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo), incluyendo medidas de gran austeridad de gasto publico, medidas todas ellas que se han presentado como necesarias para salir de la crisis sin que hayan conseguido lo que teóricamente se espera de ellas. Como resultado de ello la economía española continúa estancada. Dirigiendo esta campaña ha estado el Banco Central Europeo, cuyo objetivo (nunca explicitado) es reducir la protección social y debilitar a la Europa Social ¿Por qué? Para responder a esta pregunta hay que entender que el Banco Central Europeo no es, a pesar de su nombre, un banco central.

Un Banco Central tiene como misión comprar la deuda pública del Estado donde el Banco Central está asentado, protegiéndola frente a los especuladores (los llamados “mercados financieros”). Cuando el Banco Central detecta que los mercados financieros están especulando contra la deuda pública del país, propagando el mensaje de que la deuda pública tiene alto riesgo (y así incrementar los intereses de esta deuda, con lo cual los bancos y otras instituciones financieras especuladoras consiguen mayores beneficios), el Banco Central compra mucha deuda pública, asegurándose que los intereses de tal deuda no suban y los mercados no puedan crear la sensación de riesgo (de que la deuda no se podrá pagar) que es lo que los mercados siempre intentan crear para conseguir intereses más altos y más ganancia.

Pues bien, el Banco Central Europeo no hace esto en la Eurozona. En realidad, el BCE tiene prohibido comprar deuda pública de los Estados miembros de la Eurozona, lo cual quiere decir que tales Estados están totalmente desprotegidos frente a los especuladores. Es cierto que el establecimiento del euro ha eliminado la especulación monetaria (que se basa en el cambio de valor de la moneda de un país a otro). En España, por ejemplo, ya no hay la especulación frente a la peseta. Pero, al eliminar tal tipo de especulación como consecuencia de haberse eliminado la variabilidad del precio de la moneda (con el establecimiento del euro) se abrió este otro tipo de especulación: la especulación contra la deuda pública. Los Estados de la Eurozona cuyos Bancos Centrales no pueden ahora comprar su propia deuda pública tienen un problema grave, pues pierden una baza muy importante para prevenir al Estado frente a la especulación. Y para debilitarlo todavía más, el mal llamado Banco Central Europeo tampoco puede comprar sus bonos públicos. Esta es una situación muy grave, pues los Estados no tienen ninguna protección frente a la especulación sobre su deuda pública. (Nota aclaratoria: el BCE ha comprado últimamente deuda pública, pero lo ha hecho muy poco y a regañadientes).

Pero la situación es incluso peor. Veamos porque. Cuando un Estado, como EEUU o Gran Bretaña, tiene falta de recursos, su Banco Central imprime dinero y con ello compra deuda pública. El Banco Central Europeo, sin embargo, no provee liquidez (es decir, dinero) a los Estados, sólo puede proveerla a los bancos. Y así hace siempre, como ahora. Quiere salvar a los bancos, pero no a los estados. El lector puede ver entonces lo súper vulnerables que están los Estados para defenderse. No pueden imprimir dinero ni pueden comprar su propia deuda.

Todo ello se debe al enorme poder de los bancos. Sólo son los bancos lo que pueden recibir liquidez (es decir dinero) del Banco Central Europeo, y son los bancos los que compran con tal liquidez los bonos públicos, compra que les es más rentable en la medida que los bonos públicos tienen intereses más altos (lo que llaman bonos de alto riesgo). De ahí que las agencias de rating, instrumentos de la banca (ver mi artículo “La supeditación de las instituciones representativas a la banca: el caso de las agencias de rating”, El Plural, 02.08.11), están catalogando y definiendo la deuda pública de los Estados periféricos de la Eurozona como muy poco seguros, con lo cual se están forrando de dinero a costa de los Estados que están ahogados debido a las enormes cantidades que tienen que pagar a la banca privada. Estamos así viendo la mayor transferencia de dinero público a la banca privada nunca antes vista en la historia reciente de estos países. (Aclaración: utilizo el término “banca” para definir las instituciones financieras que vehículan la mayoría de instrumentos especulativos a través de las instituciones bancarias o instituciones relacionadas con ellas).

De lo que he escrito se deriva que estos países periféricos de la Eurozona no pueden defenderse de la especulación. Y lo que está ocurriendo es un indicador de ello. A pesar de los enormes sacrificios impuestos a las poblaciones de los países periféricos de la Eurozona, la deuda pública se tiene que vender a unos intereses elevadísimos que se pagan a costa de reducir el gasto público social que financia su ya escasamente financiado Estado del Bienestar. Y los dogmáticos neoliberales que están causando tanto daño continúan con sus recetas, con la arrogancia del talibán que se cree victorioso yendo de derrota en derrota. Tienen grandes cajas de resonancia en España y continúan insistiendo en que España no sale de la crisis porque no recorta su gasto público suficientemente. Y así se va debilitando la España Social (y la Europa Social).

¿Por qué este diseño del Banco Central Europeo?

El BCE y la estructura de la Eurozona se habían creado para dar estabilidad monetaria a la Eurozona cuando el tratado Bretton Woods se colapsó. Cuando el Presidente Nixon de EEUU decidió terminar con tal tratado, se creó una gran inestabilidad monetaria. De ahí que se creara el euro para evitar las enormes fluctuaciones en el precio de las monedas existentes en Europa y que daban pie a una enorme especulación monetaria. Y se consiguió.

Pero, tal como indiqué en los párrafos anteriores, la manera como se estableció el euro creó las bases para generar la especulación sobre la deuda externa. De la variabilidad del precio de las monedas (variabilidad que desapareció) se pasó a la variabilidad en los precios de los bonos, y de ahí a la especulación. Los beneficios del capital financiero se deben principalmente en esta especulación, que se basa en la variabilidad de los precios, desde la vivienda a los alimentos, incluyendo ahora los bonos. Los mercados financieros pasan de burbuja a burbuja, y ahora están en la burbuja de la deuda pública.

Por cierto, otra enorme confusión que también se reproduce en los medios es la de subrayar que estos recortes de gasto público están contribuyendo a salvar al euro. Esto no es necesariamente así. El euro es muy poderoso (en realidad, demasiado poderoso para el beneficio de la economía productiva) y probablemente continuará estándolo. El problema es que los Estados periféricos no pueden pagar los intereses de la deuda pública, es decir, de los bonos públicos. Ahí está el problema.

Pero la pregunta que debe hacerse es: ¿Por qué se estableció el BCE con estas limitaciones? La respuesta es que el euro se estableció en un momento de gran dominio político y hegemonía intelectual del neoliberalismo. Esta doctrina (una creencia con sus propios dogmas) creía y continúa creyendo que el Estado es el problema, y que a menor Estado, mejor economía. De ahí que se forzara a que se redujera el rol del Estado, disminuyendo sus funciones, y que el presupuesto del Estado fuera, además de pequeño, equilibrado (es decir, un déficit público cero). Esto explica la prohibición de que el BCE ayudara a los Estados y les comprara bonos, exigiéndole, además, unos límites, como queda claro en el criterio de Maastricht: los Estados no pueden endeudarse, y tienen que tener presupuestos equilibrados. Es el modelo neoliberal, causa de la enorme crisis que estamos viviendo. Lo que la población tiene que entender es que con este modelo actual, España no sólo no saldrá de la crisis, sino que la situación se irá empeorando todavía más. No hay duda de ello. España ha sido el discípulo más disciplinado del colectivo neoliberal. Y no ha salido de la crisis.

Frente a esta situación hay dos salidas. Una es que se presione para que las instituciones europeas cambien, yendo hacia un sistema más federal con cambios muy sustanciales, incluyendo el cambio del BCE en un Banco Central. La solución no es sólo más Europa, sino otra Europa distinta. Para que ello ocurra se necesitan cambios profundos en las culturas y establishments políticos de la Eurozona y de la UE.

La otra alternativa a nivel europeo es que España considere muy seriamente salirse del euro, permaneciendo en la UE. Es cierto que la salida del euro crearía grandes problemas, pero hay que recordar que Argentina (cuando rompió la paridad de su moneda con el dólar, en contra de los deseos del FMI), pasó seis meses malos cuando se salió del sistema centrado en el dólar, pero después creció considerablemente.
Mi preferencia es la primera alternativa, pero si ello no fuera posible, creo que la segunda debiera al menos debatirse. Lo que sí tiene que quedar claro es que continuar con las políticas que se están siguiendo (que se acentuarán todavía más si el PP gana las próximas elecciones) España va hacia un suicidio económico.

miércoles, 3 de agosto de 2011

¿QUÉ SON LOS MERCADOS FINANCIEROS Y LA ESPECULACIÓN FINANCIERA?


¿Qué son los mercados financieros y la especulación financiera?


1 Agosto 2011 Categorías: Mercados Financieros

Alberto Garzón Espinosa – Consejo Científico de ATTAC.


De entre todos los conceptos que ahora pululan en todos los debates políticos, y que antes estaban prácticamente reservados para los debates técnicos entre economistas, hay uno de especial interés que conviene ayudar a clarificar: el de los mercados financieros. En efecto, hoy los mercados financieros están en todas partes (televisión, prensa, e incluso en los bares), pero en general todavía hay un amplio desconocimiento acerca de lo que son realmente y cómo funcionan. Por eso he decidido hacer unas breves anotaciones que puedan ayudar a resolver algunas dudas importantes.

¿Qué es un mercado?

En primer lugar conviene recordar que el término mercado hace referencia al espacio, físico o virtual, en el que se encuentran compradores y vendedores de algún bien o servicio. Es decir, existe mercado allí donde se intercambien productos entre dos partes, la que los compra y la que los vende, y por ende cualquier producto tiene su mercado.

Eso significa que si nosotros queremos vender nuestro viejo libro de economía neoclásica, porque ya no nos sirve, lo que tenemos que hacer es ir a un mercado donde podamos encontrar compradores para el mismo. Lógicamente no vamos a ir al banco a venderlo. Lo que hacemos es buscar un mercado de libros de segunda mano. Cuando vamos directamente a la librería de segunda mano lo que estamos haciendo es ir a un mercado, el de los libros de segunda mano, porque sabemos que esa librería actuará de intermediario. La librería se encarga de reunir a compradores y vendedores y tratar de ir realizando transacciones a cambio de una comisión. La librería te compra el libro a 5 euros y lo vende a 7 euros. Actúa como intermediario y como creador de mercado puesto que en sí misma la librería es el mercado. Puede haber muchas más librerías de ese tipo en la misma ciudad, e incluso librerías online, y al negocio completo lo llamamos en abstracto el “mercado de libros de segunda mano”.

La liquidez y el precio en un mercado

Cuanta más participación haya en un mercado mayor capacidad tendremos nosotros para poder comprar y vender nuestros bienes y servicios. Si resulta que hay pocos vendedores y pocos compradores de libros el mercado será lento e ineficiente. Si queremos vender nuestro manual de economía neoclásica y resulta que dentro de los pocos compradores potenciales de libros no hay ninguno al que le interese la economía no podremos realizar la venta. Eso significa que seguiremos esperando un comprador con nuestro libro en la mano. Se dice entonces que el mercado es poco líquido, es decir, que la capacidad de convertir los bienes en dinero constante y sonante es muy reducida. Si por el contrario hubiera muchos vendedores y muchos compradores sería mucho más sencillo encontrar otra persona que quisiera nuestro libro, por lo que quizás en muy poco tiempo obtendríamos el dinero.

Y de la relación entre el número de compradores y el número de vendedores surgen los precios. A partir de la siguiente regla: a mayor demanda, mayor precio (y mayor oferta, menor precio). Si, por ejemplo, vamos con nuestro libro de economía a una librería especializada en física es probable que no encontremos compradores y que el intermediario -sabedor de ello- no quiera comprarnos el libro o nos ofrezca por él un precio muy bajo, digamos de 1 euro. Si en cambio nos dirigimos a una librería especializada en economía entonces allí sí habrá muchos compradores y, por lo tanto, demanda. Si quisiéramos vender nuestro libro directamente a los compradores, éstos competirían entre sí por ofrecer el mejor precio con el que convencernos. Exactamente como en una subasta. Así que el intermediario -sabedor de ello también- nos ofrecerá por nuestro libro un precio mucho más alto, digamos de 5 euros.

Cada mercado tiene sus participantes

En el mercado de libros de segunda mano suelen participar únicamente individuos particulares que desean comprar y vender libros, pero no participan bancos, empresas o agentes económicos más grandes. Eso es porque cada mercado suele tener sus propios tipos de participantes.

El mercado inmobiliario, por ejemplo, hace referencia al espacio donde se encuentran compradores y vendedores de viviendas. Ahí ya no sólo encontramos a particulares sino que también encontramos en ambas partes (la del comprador y vendedor) a los bancos, a grandes empresas o incluso al Estado. Todos esos agentes negocian los precios con los que comprarán y venderán las viviendas.

Y esto es muy importante porque todos esos agentes que no son individuos, y debido a su poderío económico, pueden modificar el mercado con facilidad. Precisamente porque tienen la capacidad económica, ya que manejan grandes sumas de dinero, pueden comprar y vender de forma estratégica, buscando ser favorecidos en las transacciones.

Por ejemplo, los bancos actualmente tienen en España un gran stock de viviendas en venta pero que no consiguen vender. Pero en España también hay gente que quiere comprar viviendas. La clave está en que los precios de oferta y los precios de demanda no coinciden, es decir, que por lo que los compradores están dispuestos a pagar es mucho menor que por lo que los vendedores están dispuestos a vender. Si los bancos bajaran los precios de las viviendas entonces los compradores podrían estar de acuerdo. Los bancos, además, reducen artificialmente la oferta de viviendas al no poner en venta muchas de las viviendas que tienen y creando de esa forma una escasez aparente para mantener los precios altos.

Y esto es crucial. Cuando hay pocos participantes en el mercado (en una de las partes) o un participante es muy poderoso económicamente puede influir mucho en cómo evolucionan las transacciones. Digamos que puede influir en la oferta y en la demanda, y por lo tanto en los precios. Los tres o cuatro bancos más grandes pueden ponerse de acuerdo para no bajar los precios de las viviendas y mantenerse esperando que los compradores se atrevan a ofrecer más, o bien pueden también comprar masivamente casas para elevar artificialmente el precio (ya que sube la demanda).

El mercado de deuda pública

Todos los mercados a los que antes hemos hecho referencia son mercados de bienes físicos. Ahora vamos a adentrarnos en los mercados financieros, es decir, en aquellos en los que se negocian títulos que conllevan compromisos futuros de pago. El más conocido por su radiante actualidad es el mercado de deuda pública.

El mercado de deuda pública es el mercado donde se encuentran por una parte los países que necesitan financiación y, por otra, los inversores que están dispuestos a proporcionarles esa financiación. Ya sabemos que cuando un Estado tiene déficit (menores ingresos que gastos) necesita pedir prestado, y una de las formas para hacerlo es emitiendo títulos de deuda pública. Esos títulos que emite son comprados por inversores que lo que están haciendo en realidad es prestar al Estado ese dinero a cambio de que en un plazo de tiempo determinado el Estado les devuelva ese dinero junto con un porcentaje de intereses. Al porcentaje de intereses se le llama rentabilidad.

Como todos los Estados tienen necesidad de endeudarse el mercado de deuda pública está siempre muy activo, especialmente en tiempos de crisis. Hay mucha oferta (títulos de deuda pública de diferentes países) y mucha demanda (inversores que buscan rentabilidad segura, puesto que se supone que los títulos de deuda pública son los más seguros; si no paga el Estado es que la cosa está verdaderamente mal). Y en este mercado los participantes son fundamentalmente los grandes inversores financieros (banca y fondos de inversión gestionados por ellos), y no ya tanto los particulares (que en cualquier caso pueden participar).

Si nosotros somos el gestor de un fondo de inversión de un banco, es decir, una persona que tiene a su cargo una gran cantidad de dinero que quiere revalorizar, esto es, convertir en más dinero, tendremos que valorar si nos conviene invertir en el mercado de deuda pública. Y si decidimos que sí debemos también decidir qué títulos concretos de deuda pública comprar. Por eso vamos al mercado de deuda pública y vemos qué ofrecen los diferentes países.

El sistema de venta de títulos es por subastas, aunque hay varios tipos de subastas así como también hay varios tipos de títulos y vencimientos (plazos de devolución), así que cada país ofrece un precio por sus títulos de deuda. Los inversores buscan siempre los títulos más baratos porque son los que ofrecen más rentabilidad. Se sigue el siguiente razonamiento: menor precio refleja más inseguridad y mayor rentabilidad. Si el precio es bajo significa que hay pocos compradores y eso significa que la gente no se fía suficiente de que se les devuelva el dinero, por lo que esos compradores exigen una rentabilidad más alta. Si un país, por ejemplo España, ofrece títulos y en la subasta van pocos compradores entonces tendrá que bajar el precio de sus títulos y, por ende, subirá la rentabilidad de los mismos, es decir, pagará más en concepto de intereses por cada título que venda a los inversores.

En realidad cada país está haciendo sus subastas y llamando de esa forma a los inversores. Y los resultados de esas subastas son diferentes según los países, diferencias de las cuales nacen conceptos como el de “prima de riesgo” (que cuantifica la diferencia de rentabilidad ofrecida por los países respecto de Alemania, que es el país con una economía más sólida). Se supone entonces que los precios de los títulos reflejan los fundamentos de la economía o, más concretamente, la capacidad que cada país tiene para devolver el dinero. Pero en realidad no sólo depende de eso.

La especulación en el mercado de deuda pública

Sabemos entonces que por un lado tenemos a la oferta (países) y por otro lado a la demanda (los inversores), que se reúnen en el mercado de deuda pública para negociar. Unos buscan financiación y otros la ofrecen a cambio de un porcentaje en intereses y el compromiso de devolución del dinero prestado. Y como en todo mercado también se puede influir en él para crear unas mejores condiciones que te favorezcan.

Supongamos ahora que soy un inversor. Concretamente soy Jorge Soros, gestor de un fondo de inversión multimillonario. Me levanto por la mañana y miro en las pantallas de mi oficina cómo están los indicadores fundamentales de la economía (crecimiento, inflación, etc.), las noticias de última hora (las declaraciones de los gobiernos, por ejemplo), las subastas de deuda pública programadas para hoy y también los mercados secundarios de deuda pública (que son los lugares donde se compran y venden los títulos de deuda pública por segunda y más veces; como los libros de segunda mano pero en títulos). Entonces planeo mi estrategia.

Como gestiono un fondo multimillonario tengo capacidad para mover el mercado, es decir, mi oferta de compra o venta es tan cuantiosa que es prácticamente la totalidad del mercado. Si decido comprar títulos de deuda pública de España eso incrementará la demanda y eso mandará una señal al resto de inversores: la gente está comprando títulos de España, lo que quiere decir que se fían de ellos y por lo tanto son más seguros. En consecuencia el precio subirá y la rentabilidad caerá. España podrá conseguir dinero más barato (pagará menos en concepto de intereses). Pero claro, ¿para qué yo, Jorge Soros, voy a querer comprar títulos que me den poca rentabilidad? Tengo mejores planes, concretamente imitar la estrategia que un tal George Soros hizo en el Reino Unido en los noventa y que hizo a un país entero ceder ante él (ver aquí).

Lo que hago como inversor es lo siguiente. Voy al mercado secundario de deuda pública y pido prestados muchos bonos, una gran cantidad. Cuando tengo todos esos bonos voy preparando el terreno para el ataque, lo que consigo gracias a la publicación de rumores y exageraciones (“España va mal”, “sus cuentas no salen”, “los planes no funcionan”, “se necesitan más recortes”, etc.) y cuando los tambores de guerra han sonado suficiente… en ese momento vendo masivamente todos los títulos que me han prestado a un precio de 1.000 euros el título. Entonces el resto de inversores que están también mirando sus pantallas ven lo siguiente: noticias de desconfianza en España y un número bestial de venta de títulos de deuda pública. Esos inversores razonan pensando que los inversores están vendiendo títulos de deuda pública porque no se fían, y entonces todos hacen lo mismo. Se produce una estampida con muchas decisiones de venta que hacen bajar los precios. Y cuando los precios han bajado mucho aparezco yo otra vez, Jorge Soros, y los compro masivamente a 200 euros el título.

Consecuencias de todo el proceso: yo vendí los títulos a 1.000 euros y los compré a 200 euros. Como eran prestados también tendré que pagar un poco en concepto de intereses a la hora de devolverlo, pero seguiré ganando. Y la otra consecuencia es que España está bajo ataque permanente y en la próxima subasta que haga los inversores le exigirán mucha mayor rentabilidad porque en teoría el mercado (secundario de títulos) está reflejando que no garantiza bien la devolución de los títulos, es decir, que su política económica debe cambiar para asegurar más confianza. Es entonces cuando llegan los planes de ajuste “impuestos” por los mercados financieros y el ya conocido “chantaje de los mercados“.

Los agentes financieros y las operaciones especulativas

Como nuestro yo del ejemplo, Jorge Soros, está repleto el sistema financiero. Y no es para menos puesto que la única lógica del capital financiero (ese dinero que busca transformarse en más dinero) es ni más ni menos que buscar las oportunidades de mayor rentabilidad y, si es posible, crearlas. Los especuladores son en realidad los propios inversores, no son una figura distinta, ya que su lógica es lo único que cuenta. Y como tales operan como los tiburones: huelen sangre (por ejemplo cualquier noticia real de una economía, tal como las trampas contables de Grecia) y atacan sin piedad extorsionando hasta el límite.

No hay inversores buenos ni inversores malos: son todos inversores operando con sus propias reglas, por supuesto inmorales y antisociales (pues sólo responden ante la rentabilidad). Es un capitalismo de hipercompetencia (leer esto para ver ejemplos y entender la lógica) y sólo los más “listos” ganan. Los mercados financieros no son entes abstractos como nos hacen creer, y tampoco son entidades divinas que nos dicen lo que está bien y lo que está mal. Son simples jugadores de casino aprovechando su inmenso poder para hacer y deshacer la economía mundial, sin atender a las consecuencias.

Durante más de treinta años de hegemonía del neoliberalismo estos agentes (bancos, fondos de inversión, grandes empresas, etc.) han creado las condiciones para explotar mucho más este negocio. Han desregulado los mercados, permitiendo su expansión a todos los niveles y eliminando casi todas las normas que limitaban diferentes prácticas, y han creado productos financieros complejos con los que seguir jugando más y más para seguir respondiendo al mismo objetivo. El ejemplo de Jorge Soros es uno más entre tantas otras formas de manipular un mercado cualquiera. Y las conspiraciones no hacen falta cuando todos los inversores se aprovechan de esas situaciones en las que quien paga al final es el Estado.

Por todo esto, y por mucho más, estamos completamente legitimados cuando decimos que en este mundo, nuestro mundo de hoy y no el del siglo XIX, la clase dominante que se parapeta tras los bancos y fondos de inversión, está explotando y desplumando a las clases populares. Y como dijo el multimillonario Warren Buffet “la lucha de clases sigue existiendo, pero es la mía la que va ganando”. Para cambiar ese hecho creo que necesitamos empezar a comprender la esencia de los fenómenos que están detrás de cada paso de regresión social.