miércoles, 3 de septiembre de 2008

EN EL ANIVERSARIO DE LA SEMANA TRÁGICA DE BARCELONA.

En el aniversario de la Semana Trágica de Barcelona:
La revolución del odio


Alfa y Omega.

La Semana Trágica de Barcelona, de la que ahora se van a cumplir cien años, no se puede explicar si no es haciendo alusión al laicismo anticlerical, un fenómeno antiguo que sigue actuando, cada vez más claramente, en España y en toda Europa.

Las fotografías que ilustran este artículo corresponden a las páginas que ABC publicó en aquellas fechas.




Entre el 26 de julio y el 1 de agosto de 1909 ardieron 80 iglesias en Barcelona y fueron asesinados dos sacerdotes y un religioso marista. Conventos, colegios religiosos y varias obras sociales de la Iglesia fueron arrasadas por el fuego de los disturbios. Todo empezó cuando, para sofocar un incidente en Marruecos, el Gobierno de Antonio Maura decide enviar a Melilla una unidad de reservistas catalanes. Durante su embarque en el puerto de Barcelona, empezaron los enfrentamientos, a los que siguió una huelga general y una serie de revueltas que asolaron la Ciudad Condal. Pero, ¿cómo un simple envío de tropas pudo acabar con la quema generalizada de conventos, iglesias y colegios católicos? El sacerdote don Ramón Corts, historiador y director de la Biblioteca Balmes, de Barcelona, organizadora del Congreso sobre la Semana Trágica que tendrá lugar del 5 al 7 de mayo de 2009 en Barcelona, afirma: «La Semana Trágica tuvo como origen la propaganda anticlerical por parte de dos grandes grupos: los anarquistas y los republicanos radicales de Lerroux. Canalizaron las protestas quemando las iglesias, porque entonces se daba un fenómeno en toda Europa, incluida España, que era el anticlericalismo, lo que propició la quema de monasterios, iglesias, escuelas católicas y otras obras asistenciales de la Iglesia. Por otra parte, todo ello está relacionado con que se quería imponer el modelo de la llamada escuela moderna y laica, en contraposición a la escuela católica; y también con el hecho de que los republicanos y los radicales no habían conseguido imponer su modelo político, por lo que vieron los incendios como una salida airosa. En el fondo, no querían la acción de la Iglesia en el campo de la enseñanza, porque la veían ligada a los intereses de la burguesía». De este modo, 80 iglesias fueron pasto de las llamas, un número muy elevado, aunque palidece en comparación con las 1.000 iglesias que fueron quemadas en Cataluña el año 1936. Don Ramón Corts reconoce que «son cifras espectaculares, y hay que tener en cuenta que los incendios trajeron consigo también la quema de objetos de incalculable valor religioso, histórico, cultural y artístico».

¿Se puede establecer una relación entre la situación actual-acaban de ser destruidos un monumento al Corazón de Jesús y una lápida a los mártires- y el ambiente que se vivió en aquellos años? El director de la Biblioteca Balmes afirma que «no se puede hablar de un paralelismo. No es lo mismo, porque la situación es distinta: entonces se venía de un cambio de régimen; y había un movimiento anarquista fuerte que hoy no existe. Ahora, alguna correspondencia entre la Semana Trágica y el año 1936 sí que hay; las bases de protesta eran bastante parecidas, y la Semana Trágica se puede considerar su prólogo. Con la situación actual no hay relación, porque estamos en una situación democrática ya afianzada».

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Documentación: María Pazos