miércoles, 31 de diciembre de 2008

ENTREVISTA A FERNANDO GARCÍA DE CORTÁZAR


CATEDRÁTICO DE HISTORIA CONTEMPORÁNEA Y ESCRITOR
Fernando García de Cortázar: «El pueblo español en masa se mostró con honor en la Guerra de la Independencia»
El historiador, que es autor de 43 libros, algunos de ellos grandes éxitos editoriales, ofrece la conferencia 'España 1808: Nación y Libertad' en el Aula de Cultura de SUR

24.04.08 - ALICIA CASTRILLO

diariosur.es


EXPERTO. Fernando García de Cortázar ofrece una visión amena de la historia. / ESTEBAN COBO. EFE

LA CONFERENCIA
Título: 'España 1808: Nación y Libertad'

Ponente: Fernando García de Cortázar.

Hora: 20.00 horas.

Lugar: Espacio Diario SUR (Plaza de las Flores). Málaga.


Escuchar a Fernando García de Cortázar es como entrar a formar parte de una conversación atrayente en la que se puede llegar a sentir la emoción de ser, desde el presente, protagonista de los capítulos más importantes de la historia de España. Catedrático de Historia Contemporánea, director de la Fundación Vocento, de la revista de pensamiento 'El noticiero de las ideas' y de la Fundación Dos de Mayo-Nación y Libertad, ha conseguido que sus libros traspasen el ámbito meramente académico para situarse entre los más vendidos. El último de ellos, 'Historia de España desde el arte', permite asomarse al pasado a través de multitud de preguntas y respuestas y de ilustraciones sobre el tesoro artístico español. Esta tarde ofrece en Málaga una conferencia en el Aula de Cultura de SUR en torno a la Guerra de la Independencia bajo el título 'España 1808: Nación y libertad'.



Nos encontramos en la conmemoración del bicentenario de la Guerra de la Independencia. ¿Qué lugar ocupa este acontecimento en la historia de España?

Estamos en el bicentenario de la Guerra de la Independencia, que es la celebración de uno de los hechos más importantes de la historia de España. Hablar de esta guerra en el Aula de Cultura de SUR me parece muy oportuno. Si usted me pide que elija una fecha de la historia de España problablemente elegiría ésta.

¿Por qué es tan destacado este capítulo histórico?

Yo suelo decir que hay fechas en las que parece que se adelanta la historia, en las que el tiempo corre más. Esta es sin duda una de esas fechas a partir de las cuales la historia de España cambia radicalmente.

¿Se va a centrar en su conferencia en algún aspecto concreto?

Voy a tratar de explicar por qué es tan importante, más allá del hecho bélico. Yo creo que a partir de entonces se pone en marcha el proceso de construcción de la nación española. ¿Qué significa esto? Que a partir de 1808 se va a formar la conciencia nacional española. La guerra contra los franceses en buena medida fue la que a un pueblo aparentemente disperso lo va a transformar en comunidad nacional, precisamente por ese calor y esa exaltación que surgió como respuesta unánime de todos los pueblos de España al extranjero.

¿Cómo se llega a construir esa comunidad nacional?

Eso es lo que más me interesa afirmar. A partir de 1808, lo que llamamos nación española, ese sentido de comunión y comunidad nacional se va a ir afirmando y va a ser el motor del siglo XIX. Se va a construir la nación, con los ferrocarriles, acabando con la compartimentación de las tierras de España y con la ley. Todos los españoles van a ser uno ante la ley, con los códigos, con una economía que va a suprimir las antiguas barreras que separaban los distintos territorios. Se va a poner en proceso la asunción de los derechos y libertades individuales que queda rematado en nuestras vidas en 1978. Es el comienzo de la historia constitucional de España, de una España como nación de ciudadanos conscientes de sus derechos y libertades individuales.

¿Qué opinión le merece la actitud del pueblo español en aquellas circunstancias?

Frente a la imagen que se ha dado de que era un pueblo airado, reaccionario, navajero, que se lanza a partir del 2 de Mayo contra el francés con cuchillos y navajas. Hay que decir, utilizando las mismas palabras de Napoleón, que los ciudadanos en masa se mostraron como un pueblo con honor en su idea de su independencia de Francia.

¿Cómo reaccionó Europa?

Un hecho a destacar es que Napoleón minusvaloró al pueblo español en su capacidad de resistencia y cohesión. Lo que había sido un paseo triunfal por Europa se truncó porque España ya comenzaba a funcionar de forma cohesionada o como lo que ahora llamamos nación. De ahí la singularidad del pueblo español. Es el primer caso en el que el todopoderoso Napoleón es vencido y este ejemplo fue una gran esperanza para el resto de los europeos.

¿Los mismos españoles reconocen estos méritos?

Esta es una especie de hazaña colectiva que los españoles tenemos que recordar, porque a veces los españoles tenemos una idea negativa de nosotros mismos.

¿Surge a partir de entonces un nuevo ideal de España?

Hay que destacar que la Guerra de la Independencia no se puede separar de algo tan importante como el movimiento liberal español que se va a encarnar en las Cortes de Cádiz, donde en 1812 amanece el sueño liberal del constitucionalismo y la promesa de una nación de ciudadanos iguales en derechos y deberes.

CUBA, LA CUBA PERDIDA.


Cuba, la revolución perdida
Se cumple el 50º aniversario de la revolución castrista. Lo que fue un experimento político, económico y social de gran atractivo es hoy una dictadura en la que una tela de araña policial garantiza el conformismo
ANTONIO ELORZA 31/12/2008

Diario El País.


La situación política de Cuba resulta comparable a la que hubiera sufrido España en los 70, de haber permanecido durante años Franco imposibilitado de ejercer el poder, pero en vida, con Carrero Blanco en el timón del Estado. Ninguna otra hipótesis hubiera sido tan favorable para la continuidad de la dictadura, del mismo modo que tampoco cabe imaginar ninguna combinación mejor que la vigente de factores propicios para la perpetuación del castrismo, con Fidel en plan de oráculo y Raúl de gestor, algo más pragmático, pero sin olvidar su encallecida vocación de represor. Casi ayer el presidente de la Asamblea Popular, Ricardo Alarcón, conmemoraba los derechos humanos "sin selectividad, manipulación ni discriminación", al mismo tiempo que la policía efectúa una redada encarcelando a un centenar de demócratas, para abortar toda celebración reivindicativa. Lo de siempre, con más cinismo.


También como en el caso del franquismo, la continuidad encuentra apoyo en intereses exteriores. Para España se trató del respaldo abierto de Washington. Para Cuba, fue primero la URSS y ahora Chávez que a cambio de tratar a Raúl de "monaguillo" en Caracas, ha logrado incluso introducir a Cuba en el Club de Río. Un gran salto adelante para la continuidad. Y la benévola que entonces asumieran las chancillerías cómplices del Spain is different, corresponde ahora a la Unión Europea, desviada de la defensa de la democracia por la iniciativa española, al creer erróneamente que la luz verde al castrismo favorecerá un trato mejor a los opositores y de paso satisface a los votantes apegados al mito de la Revolución Cubana. Resultado: nulo para los cubanos, triunfal para el búnker habanero, amén de incapacidad en el futuro para la Unión Europea de presionar eficazmente por la democracia, perdida la credibilidad de sus sanciones. Logro de Moratinos.

Fue sin embargo la revolución más hermosa del siglo XX, la que en un primer momento hizo escribir a Vargas Llosa que "ha reducido a una proporción humana las diferencias sociales" y "ha demostrado que el socialismo no estaba reñido con la libertad de creación". Nos lo recuerda la supervivencia del mito del Che, recuperado por la estupenda hagiografía filmada de Soderberg. Un país próspero, pero atenazado por la dependencia de Estados Unidos, la corrupción y una dictadura criminal, se encontraba ante un "amanecer de libertad", cargado de promesas de democracia y de justicia social, conseguido por la lucha heroica de unos cientos de guerrilleros, eficazmente secundados por los activistas de las ciudades. Había saltado el cerrojo impuesto por Washington en Latinoamérica a todo intento de cambio social. El frustrado acceso a la independencia en 1898 dejaba paso a una experiencia plenamente autónoma de la cual podían extraer enseñanzas todos los pueblos oprimidos del continente. Era una revolución por el poder político, y también por la educación y la mejora de las condiciones de vida, haciendo realidad el sueño de José Martí: "con todos y por el bien de todos". Lejos en principio del comunismo soviético. La tarea además no parecía difícil si atendemos a la descripción de ese país cargado de vitalidad política hasta el golpe de Batista, de que habla Fidel en La historia me absolverá. Más las gotas de utopía en rojo y negro, consistentes en pensar que una vez triunfante la revolución, ni siquiera serían necesarios los policías reguladores del tráfico: bastarán los boy scouts. Y de hecho así se ensayó, antes de que muy pronto la sociedad cubana quedara envuelta en la tela de araña policial que hasta hoy garantiza su conformismo.

"Hay un gobierno de hombres jóvenes y honrados, el país tiene fe en ellos, va a haber unas elecciones", anunció Fidel apenas entrado en La Habana. Muy pronto, el 7 de febrero, las reformas a la Constitución de 1940 en sentido antiparlamentario, marcaron el viraje hacia la dictadura. A lo largo de 1959, las ejecuciones ("el paredón") y las larguísimas penas de prisión acabaron alcanzando a los propios revolucionarios disconformes (caso Huber Matos). El partido comunista infiltró el Estado, a costa eso sí de su ulterior domesticación por Fidel. A lo largo de los 60, fue suprimida primero la prensa libre, finalmente la autonomía de los propios intelectuales revolucionarios (de Lunes de Revolución a Padilla).

La Cuba soñada de Martí, democrática e igualitaria, cedió paso a la de Antes que anochezca, de Reinaldo Arenas. Un régimen además sumamente ineficaz en lo económico. En 1958 Cuba no era Haití, doblaba la renta por habitante española y estaba al nivel de Japón. ¿Dónde se encuentra hoy, y no sólo por el embargo USA, compensado durante décadas por la ayuda soviética? De la economía a la política. "El verdadero orden es el que se basa en la libertad, en el respeto y en la justicia, pero sin fuerza", declaraba Fidel en enero del 59. Pronto quedó en cambio establecido un cesarismo populista, asentado sobre la represión permanente, con el ejército de "columna vertebral del régimen" y el partido comunista convertido en correa de transmisión de la dictadura personal del "Comandante". Medio siglo después de la entrada de los barbudos en La Habana, ahí seguimos.

La personalidad autoritaria de Fidel Castro, forjada sobre la de su padre, su calidad excepcional como demagogo, la obtusa política contrarrevolucionaria de Washington, son factores que singularizan la experiencia revolucionaria cubana. Pero en cuanto a la inversión de las expectativas de emancipación y libertad, el caso cubano se inscribe en una larga serie de frustraciones que incluso alcanza a la Revolución francesa, la revolución por excelencia, que a pesar de su reguero de sangre dejó como legado unas exigencias de democracia y derechos humanos de validez universal. Algo que no llegaron a alcanzar en el siglo XX las revoluciones imitadoras del patrón leninista. El precio pagado fue en todo caso muy alto, así como la tensión entre las palabras, henchidas de libertad, y los hechos, portadores tantas veces de destrucción.

Nos lo recuerda el texto prácticamente desconocido de un revolucionario, Graco Baboeuf, sobre la terrible represión jacobina sobre la Vendée en 1793-94. En el opúsculo ahora recuperado por Reynald Secher bajo el título de La guerra de la Vendée y el sistema de despoblamiento, el futuro conspirador trata de las causas y del alcance de la política de exterminio practicada sobre los contrarrevolucionarios, a la cual calificaba de "nacionicida" (sic). Baboeuf apunta a dos causas políticas de esa degeneración del proyecto revolucionario hacia el terror, y ambas pueden ser aplicadas a revoluciones posteriores, de la soviética a la de los jemeres rojos en Camboya. La primera es el establecimiento de unos poderes ilimitados para defender la Revolución, con lo cual esta se separa inexorablemente de la senda democrática. Será la objeción de Rosa Luxemburg a Lenin. La segunda, la sustitución de un objetivo de acción contra la desigualdad económica, por la vía brutal de la expropiación de los poderosos mediante su eliminación, como clase primero, individual inevitablemente luego. Por la muerte (de Robespierre a Pol Pot) o por la expulsión (principio de Arquímedes aplicado por el Che a las revoluciones para contrastar su validez). A esa deriva destructora del mundo puesto cabeza abajo acompañó además casi siempre el hundimiento de la economía, visible en la Rusia de Lenin y en Cuba, como antes en la insurrección precursora de los esclavos de Haití.

La injusticia y la desigualdad seguirán dando lugar a revueltas sociales y a revoluciones. El "fin de la historia" llegará en todo caso por la autodestrucción del planeta, no por el dominio sosegado del capitalismo liberal en el marco de la globalización. No obstante, cabe exigir de los proyectos de transformación radical reconocer que la razón, insuficientemente aplicada, ha producido ya en los dos últimos siglos demasiados monstruos. Conviene recuperar el verdadero sentido del grabado de Goya: cuando la razón duerme, los monstruos se apoderan inevitablemente de la escena, o siguen gobernándola desde la irracionalidad.


Antonio Elorza es catedrático de Ciencia Política.

lunes, 29 de diciembre de 2008

CONFLICTO EN LA REPUBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO.

Nkunda es el "gendarme" de "grupos poderosos" opuestos a la entrada de China en la RDC .

jueves, 13 noviembre 2008

MUNDO NEGRO.


El Foro Internacional por la Verdad y la Justicia en el África de los Grandes Lagos ha denunciado hoy en Madrid que las milicias del general rebelde congoleño Laurent Nkunda están actuando de "gendarmes" de grandes intereses internacionales que, a través de Ruanda, se oponen a la entrada de China en la República Democrática del Congo (RDC) para la explotación de los recursos mineros del este del país africano, según ha informado Europa Press. El Forum Internacional para la Verdad y la Justicia en el África de los Grandes Lagos está formado por personalidades como el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, la congresista norteamericana Cynthia A McKinney, el presidente de la fundación S’Olivar Joan Carrero y la Federación de Comités de Solidaridad con África Negra.

Por otra parte, según las declaraciones hechas la semana pasada por un "cualificado" testigo del caso abierto por el juez español Fernando Andreu contra el régimen ruandés por genocidio, el ex presidente Laurent Désiré Kabila, padre del actual mandatario congoleño, fue asesinado por orden del presidente de Ruanda, Paul Kagame, para impedir su acercamiento a China y Venezuela.

Estas dos noticias fueron explicadas y argumentadas por el presidente del Forum, Joan Carrero, que al frente de la Fundación S’Olivar, ha sido propuesto en varias ocasiones como Premio Nobel de la Paz.

Los rebeldes del Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP), del general tutsi Laurent Nkunda, "son los gendarmes de grupos mucho más poderosos, están representando a quienes se niegan a que China entre en ningún lugar del Congo", declaró el presidente del Forum, Juan Carrero, durante una rueda de prensa celebrada en el Senado.

Según ha denunciado Joan Carrero, desde que el Gobierno de Kinshasa firmó "un contrato de 9.000 millones de dólares con China" se ha enfrentado "a niveles insoportables de chantaje". Según denunció, "Nkunda ya ha advertido de que no parará hasta que Kabila negocie y rescinda sus contratos con China".

En este mismo sentido, el senador Pere Sampol, del BLOC, declaró en la misma rueda de prensa que la nueva guerra del este de Congo "se ha presentado como un conflicto étnico o tribal, cuando el gran problema ha sido el control por parte de grandes empresas europeas y americanas de los recursos naturales de Congo".

"Justo cuando Congo había intentado establecer contratos comerciales con China para explotar el cobre y el coltán, con unos contratos mucho más ventajosos para Congo, ha sido cuando las multinacionales, con la complicidad de las potencias internacionales, han provocado el conflicto", aseguró el senador.

El Gobierno de Paul Kagame, prosiguió Carrero, se está apropiando de la mayoría de los minerales estratégicos que se encuentran en el este de la RDC, de forma muy especial del coltán, compuesto de columbita y tantalio y fundamental en la industria de las telecomunicaciones, y casiterita. "Ruanda es un gran exportador de coltán, pero no tiene coltán en su territorio", explicó.

Otra de las denuncias de Carrero cuestiona el papel de la MONUC, la Misión de la ONU en el Congo, formada por casi 17.000 cascos azules. Según testimonios recogidos por él mismo durante una reciente visita a la R. Democrática de Congo, "la MONUC desaparece con frecuencia cuando Nkunda lleva la voz cantante y, a la inversa, interviene y hace de moderador cuando Nkunda está muy presionado por las fuerzas congoleñas".

Esta tesis de la inoperancia de la MONUC en el conflicto esta avalada también por fuentes directas de grupos de la sociedad civil que trabajan por la justicia y la paz en la zona del Kivu.

El presidente del Forum calificó de "papel nefasto" el que ha jugado la ONU en la RDC. "El antiguo secretario general Butros Butros Ghali denunció que el genocidio era en un cien por cien responsabilidad de Estados Unidos, y por eso no se le renovó el mandato", prosiguió.

Esta inacción de la ONU se refleja actualmente en "la paradoja de que 17.000 cascos azules no sean capaces de impedir que los 4.000 combatientes de Nkunda puedan aterrorizar y avasallar" a la población, manifestó. Según Carrero, el general español Vicente Díaz de Villegas, que dimitió como jefe de la MONUC a finales de octubre, "vino a insinuar que la MONUC tiene un mandato claro y enérgico pero que ciertas potencias impiden que se ponga en cumplimiento ese mandato".

Por otra parte, la semana pasada, cuatro testigos protegidos declararon ante el juez de la Sala cuarta de la Audiencia Nacional, Fernando Andreu, en relación con la querella promovida por la muerte de cuatro millones de ruandeses, víctimas de un plan de "exterminio por razones étnicas" llevado a cabo por el actual partido gobernante, el Frente Patriótico Ruandés, entre 1990 y 2002.

Uno de los declarantes, un "nuevo testigo sumamente cualificado con conocimiento directo sobre el asesinato de Laurent Desiré Kabila, el padre", aseguró al magistrado que "un comando formado por ruandeses del entorno inmediato tutsi del presidente Kabila había ejecutado el asesinato del asesino de Kabila, un miembro de la guardia personal, para cortar todas las pistas". Laurent Désiré Kabila fue asesinado en enero de 2001 y sucedido en el cargo por su hijo y actual presidente, Joseph Kabila.

El objetivo de este crimen, aseguró, era "mantener el control de la explotación de las riquezas mineras de Congo por parte de las grandes empresas que habían obtenido las concesiones de explotación gracias a la anterior invasión" del país. En aquellos momentos "había aproximaciones muy serias con China y Venezuela, opuestos a esta explotación, o más bien pillaje, de los fabulosos recursos mineros del antiguo Zaire, entre los más importantes del mundo", afirmó Carrero. El juez Andreu, según Carrero, se quedó "impresionado" por este testimonio, hasta el punto de que ha ordenado nuevas declaraciones.

Los testimonios ante el juez Andreu, afirmó Carrero, han revelado las "masacres" perpetradas por las fuerzas ruandesas entre 1997 y 1998 en "los mismos campos de refugiados donde ahora vuelve a haber desplazados".

REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DE CONGO






Datos básicos


Superficie: 2.344.885 km2.
Población: 61.888.378. (crecimiento demográfico: 3,0%).
Densidad de población: 26,39 h/km2.
Distribución de la población: urbana (31,8%), rural (68,2%).
Población menor de 15 años: 47,1%.
Población mayor 65 años: 2,2%.
Capital: Kinshasa.
Principales lenguas: francés (oficial), suahili, kikongo, tsiluba, lingala.
Independencia: De Bélgica. 30 de junio de 1960.
Gentilicio: congoleño


Datos sociales

Esperanza de vida: 43,1 años.
Tasa de mortalidad infantil: 205/1.000.
Sin acceso agua potable: 54%.
Con saneamiento adecuado: 29%.
Médicos/100.000 hab.: 7.
Infectados VIH/sida: 4,2% de la población entre 15-49 años.
Jefe de Estado: Joseph Kabila (desde 2001).
Tasa de alfabetización de adultos:65,3%.
Hombres: 79,8%.
Mujeres: 51,9%.
Tasa de escolarización (1ª,2ª,3ª)
Hombres: 31%.
Mujeres: 24%.
Índice de Desarrollo Humano: 0,411 (168º).
Miembro de: ONU, UA.

FUENTE: MUNDO NEGRO.

LA LEY QUE ENFRENTÓ A LA IGLESIA CON LA SEGUNDA REPÚBLICA.


La ley que enfrentó a la Iglesia con la Segunda República

El Mundo, 2 / 9 / 2008. TRIBUNA LIBRE


Tampoco voy a reprochar el silencio a ciertos cultivadores de la memoria histórica (como si hubiera alguna memoria que histórica no fuese), empeñados como están en hacer de la Segunda República un modelo sin tacha y en hacer comenzar los desastres de la guerra sólo desde julio de 1936.

El caso es que el día 2 de junio de 1933 el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, en el último día válido para hacerlo y como a regañadientes, pero sin haber tenido nunca intención de vetarla, ratificó por fin la Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas, aprobada el 17 de mayo anterior por las Cortes constituyentes. Era una ley constitucional, exigida por el artículo 26 de la Carta Magna de 1931, y que se presentaba como la culminación del ideario republicano en relación con la religión y con la Iglesia.

Pero desde el abril triunfal de 1931 las cosas habían cambiado mucho. La quema de iglesias y conventos; la expulsión, por las bravas, de España de un obispo y un cardenal; los artículos sectarios de la Constitución; la disolución de la Compañía de Jesús; la supresión del presupuesto del clero; las leyes de la secularización de la enseñanza y los cementerios; las draconianas leyes de orden público; la frecuente suspensión y clausura de periódicos y centros políticos; las arbitrariedades de las fuerzas del orden, con muchos muertos y heridos; la charlatanería y la agresividad frecuente de las Cortes; la pequeña repercusión de la parcial reforma agraria; la frecuencia de los levantamientos anarquistas, motines, huelgas generales políticas…, habían enrarecido notablemente el clima social, y el Gobierno de Azaña, después de la matanza de Casas Viejas (Cádiz) sufría el hostigo del tiempo político adverso.

El Gobierno Azaña había extremado, en sentido laicista, el anteproyecto equilibrado de la Comisión Jurídica Asesora, creada dos años antes por el ministro de Justicia, Fernando de los Ríos. La comisión parlamentaria lo extremó todavía más.

El 9 de febrero de 1933 comenzó el debate en el pleno, a una con el asunto Casas Viejas. El orador católico más famoso del momento, miembro de la minoría agraria y ya presidente del recién creado partido político CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), fijó los términos de la oposición a todos y cada uno de los artículos y defendió la desobediencia, individual y colectiva, a la ley dentro de la legalidad, afrontando todas las consecuencias, incluso la renuncia al acta de diputado. Tras él hablarán otros agrarios y vasconavarros, como Aguirre, Pildain o Aizpún; catalanistas como Abadal o Carrasco; galleguistas como Otero Pedrayo; independientes como García Valdecasas; republicanos como Maura, García-Bravo Ferrer o Ayats. Para todos ellos el dictamen es injusto, antiliberal, antidemocrático, violento, rencoroso, inoportuno.

Los pocos miembros de la comisión que lo defienden, el radical-socialista Gomáriz, los socialistas Bugedo y Sapiña o el azañista Fernández Clérigo insisten en su constitucionalidad. Alguien va mucho más allá: Fernando Valera, diputado radical-socialista, masón, humanista, hombre religioso no católico, ve en la nueva ley, con excesivo optimismo, el principio de una nueva convivencia entre creyentes y no creyentes, entre fanáticos anticlericales y clericales, que traiga por fin la paz a España. El debate dura hasta el 17 de mayo. La votación final arroja 278 votos a favor y 50 en contra; a éstos últimos se añadirán después nueve diputados ausentes.

Si a los miembros y entidades que integraban las confesiones se les reconocía personalidad y competencia propias en su régimen interno, a sus cargos responsables se les exigía la nacionalidad española. El Estado se reservaba, además, el derecho de no reconocer a dichos cargos en su función por razón de peligro para el orden o la seguridad del Estado. Y si las confesiones podían ordenar libremente su régimen interior, todo se subordinaba de manera implacable a las leyes y soberanía estatales.

En cuanto al régimen de bienes, se declaraban propiedad pública los templos, casas rectorales con sus huertos, palacios episcopales, seminarios, monasterios y demás edificios del culto católico, aunque siguieran destinados al mismo fin religioso, salvo necesidad pública y previa ley especial, que era una verdadera espada de Damocles. Las confesiones sólo podrían adquirir y conservar bienes inmuebles y derechos reales únicamente en la cuantía necesaria para el servicio religioso; los que excedieran esa cuantía serían enajenados, igual que los bienes muebles que fueran origen de interés, renta o participación en beneficios. Excepto los templos, los demás edificios eran sometidos a tributación. Las Iglesias podrían fundar y dirigir establecimientos, inspeccionados por el Estado, para la enseñanza y formación sólo de sus ministros (de sus miembros, decía, en cambio, el anteproyecto).

La obsesión decimonónica de un firme control de las órdenes y congregaciones religiosas resume el amplio tercer apartado de la ley. De ahí un sinfín de certificaciones, relaciones, cuentas, inscripciones, inventarios, rendición de cuentas, libros de contabilidad… Y no sólo no podrían dedicarse a la enseñanza, sino que desde la comisión parlamentaria se les añadió la prohibición de crear o sostener colegios de enseñanza privada, ni directa ni indirectamente. Esa misma comisión quería que órdenes y congregaciones cesasen en sus actividades docentes a la promulgación de la ley. El pleno de la Cámara alargó el plazo hasta el 1 de octubre, y para la enseñanza primaria hasta el 31 de diciembre.

Todo el mundo católico, incluida la revista católica progresista Cruz y Raya, dirigida por José Bergamín, vio en la ley una clara violación de la justicia y de la libertad y un golpe fatal a la serenidad espiritual de España.

Los arzobispos españoles (metropolitanos) publicaron, con fecha 25 de mayo, una extensa Declaración, redactada mayormente por el equipo del cardenal Francisco Vidal y Barraquer, arzobispo de Tarragona, cabeza del episcopado español: un celoso y paciente hombre al servicio del Evangelio, de la Iglesia y de la Patria (española, por supuesto), amigo de todos, firme en la defensa de los principios y buscador infatigable de la concordia. El documento más sólido de cuantos se escribieron en el sexenio, es la reprobación, condena y rechazo de una «ley de agresiva excepción» contra la Iglesia, muestra de «odiosa tiranía», «sacrílega expoliación del patrimonio histórico y artístico eclesiástico». Anima a los católicos a que, «por todos los medios justos y honestos», procuren que sus efectos perjudiquen lo menos posible a los intereses de la Iglesia y de las almas.

El mismo día 3 de junio en que el texto de la ley aparecía en La Gaceta de Madrid, el papa Pío XI firmaba una breve y excepcional encíclica, Dilectissima nobis (Hispania), dolorida y solemne, contra toda la legislación antieclesial y antirreligiosa del nuevo régimen, con el que la Iglesia había sido tan benevolente, exhortando a los fieles a valerse de «todos los medios legítimos» para inducir a los legisladores a reformar «disposiciones tan hostiles a la Iglesia».

A fines de ese año solicitaron la inscripción en el registro abierto en el Ministerio de Justicia 4.707 casas: 3.927 de religiosas (60.683) y 780 de religiosos (14.236). Pero la sustitución de los colegios, de primera y segunda enseñanza, regidos por los religiosos fue retrasándose sine díe: una tercera parte de la enseñanza primaria oficial (351.937 alumnos, según el ministro, en versión insuficiente) y la equivalente a la enseñanza secundaria del Estado (25.000, según la misma fuente). Todos los ministros fracasaron en el empeño: De los Ríos, los Barnés, Pareja, Madariaga, Villalobos…

La ley acabó por apartar la voluntad de la inmensa mayoría de los católicos españoles y de todo el mundo de toda afección al régimen. Unió más aún a la oposición, ya muy crecida. Dividió todavía más al bloque republicano que trajo la República, ya a pique de desguace: parte del PSOE iniciaba su bolchevización y la Unión Republicana, de Martínez Barrio, preparaba su desgaje del Partido Radical. Fue un motivo más para que, poco más tarde, Alcalá Zamora se desprendiera de Azaña, que nunca se lo perdonó, y encargara el Gobierno a Lerroux. Y un motivo decisivo, en buena parte de España, para que la izquierda intolerante perdiera las elecciones en noviembre de ese año.

Y, por cierto, apenas si se cumplió del todo un solo artículo de la ley.

Víctor Manuel Arbeloa es escritor,
ex presidente del Parlamento de Navarra y ex senador.

LA BANDERA DE EUROPA


La bandera de Europa
LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ de la Real Academia de la Historia

Viernes, 26-12-08
Diario ABC


Sólo desde el siglo XV empleamos el término Europa; antes se prefería el de Cristiandad porque hacía referencia a su contenido espiritual. Luego esa misma Cristiandad, sin renunciar a sus valores de fondo, se dividió entrando en una serie de contiendas que movieron a von Klausewitz a decir que la paz es sólo paréntesis entre dos guerras. Y en 1947, siguiendo las orientaciones que Churchill, es decir Mambrú que volvía de la guerra, tres grandes políticos católicos, francés, alemán e italiano, decidieron que había llegado el momento de poner fin, mediante un acto de amor al prójimo, a toda la serie de guerras y que Europa comenzara a existir, haciendo reales programas de siglos. Han pasado sesenta años y hay razones para la esperanza; el terrorismo es «la nueva forma de lucha, diabólica», que hoy nos amenaza.
En 1955 se decidió diseñar una bandera para Europa. Robert Bichet era entonces vicepresidente del Consejo de Europa y no tuvo duda; de algún modo tenían que salir a la luz viejas raíces. Se hizo un concurso. Y uno de los que lo ganaron, Arsenio Heitz reveló, no tardando mucho que su diseño, el fondo azul de las doce estrellas, había sido inspirado en el Apocalipsis, en esos versículos que la Iglesia ha atribuido siempre a la Virgen María. No se trataba de hacer una manifestación litúrgica sino de representar un orden de valores. Cuando esta inspiración se demostró no faltaron las dudas y las vacilaciones ya que se trataba de un signo católico. Católicos lo eran, y de qué modo, De Gasperi, Adenauer y Schuman.
Cuando, en 1961 el Gobierno español, confesionalmente católico, solicitó el ingreso, Europa no podía rechazar la demanda. Ni aceptarla tampoco. Era fácil aducir razones políticas, pues España aun no se hallaba en la democracia. El Movimiento europeo convocó el Congreso de Múnich para evitar se hiciese en aquellas circunstancias una admisión. Acudieron personas relevantes desde dentro de España, para tomar defensa y buscar garantías. La negativa se hizo más transparente, pese al vigor de la democracia cristiana, porque el Gobierno español cometió el error de castigar a los que acudieron. Es cierto que hubo rectificación aunque demasiado tarde. El propio Franco recibió a los representantes del Movimiento europeo y admitió que cuando España formara parte de la Comunidad también tendría que acomodarse a las otras formas; esto debía suceder «después y no antes». En 1962 ya estaba en marcha el proceso de transición hacia la nueva Monarquía.
Sobre la mesa quedaba ahora un gran problema, el de la confesionalidad. La Iglesia, guiada por Juan XXIII que, siendo cardenal Roncalli, viajara por España en compañía de Ángel Ayala y Alberto Martín Artajo, estimulando todos los esfuerzos de reconciliación en la Cruz, dio en 1963 un paso decisivo con el Concilio Vaticano II, primero de la Historia que merece de plano el título de ecuménico ya que todos los continentes en él estuvieron representados. Se borraban las reliquias del Antiguo Régimen y se explicaba bien la de doctrina de la Iglesia acerca de la libertad religiosa. Frente a las dudas y reservas de otros sectores el catolicismo ha definido, una vez más, que bajo este título entiende la plena disponibilidad para que cada ser humano pueda practicar su religión, en sus amplias dimensiones, pues este es el primero y principal de los derechos naturales de toda persona.
De este modo aquella bandera que se izó por primera vez un día 8 de diciembre, que coincide con la fiesta de la Inmaculada, había comenzado a dar sus frutos. Estamos dentro de la conciencia de la Europeidad. Poco a poco todas aquellas comunidades que a principios del siglo XV fueran definidas como las Cinco naciones de Europa, ingresaron en la unidad. Pronto vendrían las dificultades, pero las razones para la esperanza siguen siendo suficientemente fuertes. Pocas veces se ha llamado la atención sobre un punto: la firma del Tratado de adhesión por parte de España, ejecutada por el primer gobierno socialista -se anulaban definitivamente las tendencias a la confesionalidad- tuvo lugar en ese conocido salón de Roma, que preside la gigantesca estatua de Inocencio X. Curiosamente este Papa fue el que condenó la paz de Westfalia, porque no era paz sino victoria de un bando sobre otro.
Debemos cuidar de que las circunstancias no se cambien: un patrimonio histórico heredado ha enriquecido y mantenido a Europa hasta llegar a ese punto de convivencia que ahora se ve amenazado por ciertos extremismos laicistas. En el viejo idioma de la Iglesia laicos son únicamente aquellos que no son clérigos; se puede ejecutar una inflamación en las palabras convirtiendo laico en laicismo, que es como pasar de las amígdalas a la amigdalitis. De ese modo se renueva una persecución de lo religioso, no por medios violentos sino por la profunda reducción a silencio si bien hemos de comprender que de este modo prescindimos también de los valores más profundos -derechos naturales humanos, concepción de la justicia como dar a cada uno lo suyo, afirmar la capacidad racional y el libre arbitrio- sin los cuales no se qué monstruos seríamos capaces de crear.
Y ahora tenemos ahí delante Turquía. Muchos europeos están dispuestos a superar tiempos pasados, olvidando Lepanto y Viena, salvados en último extremo. Bien, no entremos en disquisiciones. Pero no se puede olvidar que en Turquía, a diferencia de Occidente un partido islamista ha llegado al poder dando al traste con el ensayo de Mustafá Kemal Ataturk. El proceso histórico otomano se ha reanudado. Y la esposa del presidente Gür dio el paso muy significativo de negarse a prescindir del velo. Algo, sin duda, en que contaba con toda la razón.
Pero este hecho abre paso a dos interrogantes consecuencia de la pretensión de incorporar este país a Europa, colocándole al amparo de la bandera azul de doce estrellas. ¿Puede el Islam renunciar a la confesionalidad del Estado? La experiencia, hasta ahora, nos da una respuesta enteramente negativa, porque esa unidad entre espiritual y temporal forma parte de su esencia. Me parece que es imposible esperar una definición como la del Concilio Vaticano II. Por otra parte Turquía es esencialmente Anatolia, una península que fue en principio llamada Asia. Si se rompen los límites de la europeidad estamos cambiado de raíz el sueño de 1947; en lugar a una Comunidad para la paz, habremos construido un mercado, es decir, un espacio económico, para el que no pueden fijarse límites.
No intento aquí sacar conclusiones. Carezco de la preparación necesaria. Pero como ciudadano de a pie y creyente cristiano entiendo que ha llegado a producirse una coyuntura de consecuencias imprevisibles. La bandera de Europa, que pronto va a cumplir cincuenta y tres años, implica un compromiso con el patrimonio heredado, del cual no podemos prescindir. Ser europeo significa adherirse a un conjunto de valores y no, simplemente, asegurar un espacio. Porgue este último debe y puede abarcar el universo mundo ayudando a los otros, a fin de cuentas prójimos, en la solución de sus necesidades.