miércoles, 31 de diciembre de 2008

ENTREVISTA A FERNANDO GARCÍA DE CORTÁZAR


CATEDRÁTICO DE HISTORIA CONTEMPORÁNEA Y ESCRITOR
Fernando García de Cortázar: «El pueblo español en masa se mostró con honor en la Guerra de la Independencia»
El historiador, que es autor de 43 libros, algunos de ellos grandes éxitos editoriales, ofrece la conferencia 'España 1808: Nación y Libertad' en el Aula de Cultura de SUR

24.04.08 - ALICIA CASTRILLO

diariosur.es


EXPERTO. Fernando García de Cortázar ofrece una visión amena de la historia. / ESTEBAN COBO. EFE

LA CONFERENCIA
Título: 'España 1808: Nación y Libertad'

Ponente: Fernando García de Cortázar.

Hora: 20.00 horas.

Lugar: Espacio Diario SUR (Plaza de las Flores). Málaga.


Escuchar a Fernando García de Cortázar es como entrar a formar parte de una conversación atrayente en la que se puede llegar a sentir la emoción de ser, desde el presente, protagonista de los capítulos más importantes de la historia de España. Catedrático de Historia Contemporánea, director de la Fundación Vocento, de la revista de pensamiento 'El noticiero de las ideas' y de la Fundación Dos de Mayo-Nación y Libertad, ha conseguido que sus libros traspasen el ámbito meramente académico para situarse entre los más vendidos. El último de ellos, 'Historia de España desde el arte', permite asomarse al pasado a través de multitud de preguntas y respuestas y de ilustraciones sobre el tesoro artístico español. Esta tarde ofrece en Málaga una conferencia en el Aula de Cultura de SUR en torno a la Guerra de la Independencia bajo el título 'España 1808: Nación y libertad'.



Nos encontramos en la conmemoración del bicentenario de la Guerra de la Independencia. ¿Qué lugar ocupa este acontecimento en la historia de España?

Estamos en el bicentenario de la Guerra de la Independencia, que es la celebración de uno de los hechos más importantes de la historia de España. Hablar de esta guerra en el Aula de Cultura de SUR me parece muy oportuno. Si usted me pide que elija una fecha de la historia de España problablemente elegiría ésta.

¿Por qué es tan destacado este capítulo histórico?

Yo suelo decir que hay fechas en las que parece que se adelanta la historia, en las que el tiempo corre más. Esta es sin duda una de esas fechas a partir de las cuales la historia de España cambia radicalmente.

¿Se va a centrar en su conferencia en algún aspecto concreto?

Voy a tratar de explicar por qué es tan importante, más allá del hecho bélico. Yo creo que a partir de entonces se pone en marcha el proceso de construcción de la nación española. ¿Qué significa esto? Que a partir de 1808 se va a formar la conciencia nacional española. La guerra contra los franceses en buena medida fue la que a un pueblo aparentemente disperso lo va a transformar en comunidad nacional, precisamente por ese calor y esa exaltación que surgió como respuesta unánime de todos los pueblos de España al extranjero.

¿Cómo se llega a construir esa comunidad nacional?

Eso es lo que más me interesa afirmar. A partir de 1808, lo que llamamos nación española, ese sentido de comunión y comunidad nacional se va a ir afirmando y va a ser el motor del siglo XIX. Se va a construir la nación, con los ferrocarriles, acabando con la compartimentación de las tierras de España y con la ley. Todos los españoles van a ser uno ante la ley, con los códigos, con una economía que va a suprimir las antiguas barreras que separaban los distintos territorios. Se va a poner en proceso la asunción de los derechos y libertades individuales que queda rematado en nuestras vidas en 1978. Es el comienzo de la historia constitucional de España, de una España como nación de ciudadanos conscientes de sus derechos y libertades individuales.

¿Qué opinión le merece la actitud del pueblo español en aquellas circunstancias?

Frente a la imagen que se ha dado de que era un pueblo airado, reaccionario, navajero, que se lanza a partir del 2 de Mayo contra el francés con cuchillos y navajas. Hay que decir, utilizando las mismas palabras de Napoleón, que los ciudadanos en masa se mostraron como un pueblo con honor en su idea de su independencia de Francia.

¿Cómo reaccionó Europa?

Un hecho a destacar es que Napoleón minusvaloró al pueblo español en su capacidad de resistencia y cohesión. Lo que había sido un paseo triunfal por Europa se truncó porque España ya comenzaba a funcionar de forma cohesionada o como lo que ahora llamamos nación. De ahí la singularidad del pueblo español. Es el primer caso en el que el todopoderoso Napoleón es vencido y este ejemplo fue una gran esperanza para el resto de los europeos.

¿Los mismos españoles reconocen estos méritos?

Esta es una especie de hazaña colectiva que los españoles tenemos que recordar, porque a veces los españoles tenemos una idea negativa de nosotros mismos.

¿Surge a partir de entonces un nuevo ideal de España?

Hay que destacar que la Guerra de la Independencia no se puede separar de algo tan importante como el movimiento liberal español que se va a encarnar en las Cortes de Cádiz, donde en 1812 amanece el sueño liberal del constitucionalismo y la promesa de una nación de ciudadanos iguales en derechos y deberes.

CUBA, LA CUBA PERDIDA.


Cuba, la revolución perdida
Se cumple el 50º aniversario de la revolución castrista. Lo que fue un experimento político, económico y social de gran atractivo es hoy una dictadura en la que una tela de araña policial garantiza el conformismo
ANTONIO ELORZA 31/12/2008

Diario El País.


La situación política de Cuba resulta comparable a la que hubiera sufrido España en los 70, de haber permanecido durante años Franco imposibilitado de ejercer el poder, pero en vida, con Carrero Blanco en el timón del Estado. Ninguna otra hipótesis hubiera sido tan favorable para la continuidad de la dictadura, del mismo modo que tampoco cabe imaginar ninguna combinación mejor que la vigente de factores propicios para la perpetuación del castrismo, con Fidel en plan de oráculo y Raúl de gestor, algo más pragmático, pero sin olvidar su encallecida vocación de represor. Casi ayer el presidente de la Asamblea Popular, Ricardo Alarcón, conmemoraba los derechos humanos "sin selectividad, manipulación ni discriminación", al mismo tiempo que la policía efectúa una redada encarcelando a un centenar de demócratas, para abortar toda celebración reivindicativa. Lo de siempre, con más cinismo.


También como en el caso del franquismo, la continuidad encuentra apoyo en intereses exteriores. Para España se trató del respaldo abierto de Washington. Para Cuba, fue primero la URSS y ahora Chávez que a cambio de tratar a Raúl de "monaguillo" en Caracas, ha logrado incluso introducir a Cuba en el Club de Río. Un gran salto adelante para la continuidad. Y la benévola que entonces asumieran las chancillerías cómplices del Spain is different, corresponde ahora a la Unión Europea, desviada de la defensa de la democracia por la iniciativa española, al creer erróneamente que la luz verde al castrismo favorecerá un trato mejor a los opositores y de paso satisface a los votantes apegados al mito de la Revolución Cubana. Resultado: nulo para los cubanos, triunfal para el búnker habanero, amén de incapacidad en el futuro para la Unión Europea de presionar eficazmente por la democracia, perdida la credibilidad de sus sanciones. Logro de Moratinos.

Fue sin embargo la revolución más hermosa del siglo XX, la que en un primer momento hizo escribir a Vargas Llosa que "ha reducido a una proporción humana las diferencias sociales" y "ha demostrado que el socialismo no estaba reñido con la libertad de creación". Nos lo recuerda la supervivencia del mito del Che, recuperado por la estupenda hagiografía filmada de Soderberg. Un país próspero, pero atenazado por la dependencia de Estados Unidos, la corrupción y una dictadura criminal, se encontraba ante un "amanecer de libertad", cargado de promesas de democracia y de justicia social, conseguido por la lucha heroica de unos cientos de guerrilleros, eficazmente secundados por los activistas de las ciudades. Había saltado el cerrojo impuesto por Washington en Latinoamérica a todo intento de cambio social. El frustrado acceso a la independencia en 1898 dejaba paso a una experiencia plenamente autónoma de la cual podían extraer enseñanzas todos los pueblos oprimidos del continente. Era una revolución por el poder político, y también por la educación y la mejora de las condiciones de vida, haciendo realidad el sueño de José Martí: "con todos y por el bien de todos". Lejos en principio del comunismo soviético. La tarea además no parecía difícil si atendemos a la descripción de ese país cargado de vitalidad política hasta el golpe de Batista, de que habla Fidel en La historia me absolverá. Más las gotas de utopía en rojo y negro, consistentes en pensar que una vez triunfante la revolución, ni siquiera serían necesarios los policías reguladores del tráfico: bastarán los boy scouts. Y de hecho así se ensayó, antes de que muy pronto la sociedad cubana quedara envuelta en la tela de araña policial que hasta hoy garantiza su conformismo.

"Hay un gobierno de hombres jóvenes y honrados, el país tiene fe en ellos, va a haber unas elecciones", anunció Fidel apenas entrado en La Habana. Muy pronto, el 7 de febrero, las reformas a la Constitución de 1940 en sentido antiparlamentario, marcaron el viraje hacia la dictadura. A lo largo de 1959, las ejecuciones ("el paredón") y las larguísimas penas de prisión acabaron alcanzando a los propios revolucionarios disconformes (caso Huber Matos). El partido comunista infiltró el Estado, a costa eso sí de su ulterior domesticación por Fidel. A lo largo de los 60, fue suprimida primero la prensa libre, finalmente la autonomía de los propios intelectuales revolucionarios (de Lunes de Revolución a Padilla).

La Cuba soñada de Martí, democrática e igualitaria, cedió paso a la de Antes que anochezca, de Reinaldo Arenas. Un régimen además sumamente ineficaz en lo económico. En 1958 Cuba no era Haití, doblaba la renta por habitante española y estaba al nivel de Japón. ¿Dónde se encuentra hoy, y no sólo por el embargo USA, compensado durante décadas por la ayuda soviética? De la economía a la política. "El verdadero orden es el que se basa en la libertad, en el respeto y en la justicia, pero sin fuerza", declaraba Fidel en enero del 59. Pronto quedó en cambio establecido un cesarismo populista, asentado sobre la represión permanente, con el ejército de "columna vertebral del régimen" y el partido comunista convertido en correa de transmisión de la dictadura personal del "Comandante". Medio siglo después de la entrada de los barbudos en La Habana, ahí seguimos.

La personalidad autoritaria de Fidel Castro, forjada sobre la de su padre, su calidad excepcional como demagogo, la obtusa política contrarrevolucionaria de Washington, son factores que singularizan la experiencia revolucionaria cubana. Pero en cuanto a la inversión de las expectativas de emancipación y libertad, el caso cubano se inscribe en una larga serie de frustraciones que incluso alcanza a la Revolución francesa, la revolución por excelencia, que a pesar de su reguero de sangre dejó como legado unas exigencias de democracia y derechos humanos de validez universal. Algo que no llegaron a alcanzar en el siglo XX las revoluciones imitadoras del patrón leninista. El precio pagado fue en todo caso muy alto, así como la tensión entre las palabras, henchidas de libertad, y los hechos, portadores tantas veces de destrucción.

Nos lo recuerda el texto prácticamente desconocido de un revolucionario, Graco Baboeuf, sobre la terrible represión jacobina sobre la Vendée en 1793-94. En el opúsculo ahora recuperado por Reynald Secher bajo el título de La guerra de la Vendée y el sistema de despoblamiento, el futuro conspirador trata de las causas y del alcance de la política de exterminio practicada sobre los contrarrevolucionarios, a la cual calificaba de "nacionicida" (sic). Baboeuf apunta a dos causas políticas de esa degeneración del proyecto revolucionario hacia el terror, y ambas pueden ser aplicadas a revoluciones posteriores, de la soviética a la de los jemeres rojos en Camboya. La primera es el establecimiento de unos poderes ilimitados para defender la Revolución, con lo cual esta se separa inexorablemente de la senda democrática. Será la objeción de Rosa Luxemburg a Lenin. La segunda, la sustitución de un objetivo de acción contra la desigualdad económica, por la vía brutal de la expropiación de los poderosos mediante su eliminación, como clase primero, individual inevitablemente luego. Por la muerte (de Robespierre a Pol Pot) o por la expulsión (principio de Arquímedes aplicado por el Che a las revoluciones para contrastar su validez). A esa deriva destructora del mundo puesto cabeza abajo acompañó además casi siempre el hundimiento de la economía, visible en la Rusia de Lenin y en Cuba, como antes en la insurrección precursora de los esclavos de Haití.

La injusticia y la desigualdad seguirán dando lugar a revueltas sociales y a revoluciones. El "fin de la historia" llegará en todo caso por la autodestrucción del planeta, no por el dominio sosegado del capitalismo liberal en el marco de la globalización. No obstante, cabe exigir de los proyectos de transformación radical reconocer que la razón, insuficientemente aplicada, ha producido ya en los dos últimos siglos demasiados monstruos. Conviene recuperar el verdadero sentido del grabado de Goya: cuando la razón duerme, los monstruos se apoderan inevitablemente de la escena, o siguen gobernándola desde la irracionalidad.


Antonio Elorza es catedrático de Ciencia Política.

lunes, 29 de diciembre de 2008

CONFLICTO EN LA REPUBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO.

Nkunda es el "gendarme" de "grupos poderosos" opuestos a la entrada de China en la RDC .

jueves, 13 noviembre 2008

MUNDO NEGRO.


El Foro Internacional por la Verdad y la Justicia en el África de los Grandes Lagos ha denunciado hoy en Madrid que las milicias del general rebelde congoleño Laurent Nkunda están actuando de "gendarmes" de grandes intereses internacionales que, a través de Ruanda, se oponen a la entrada de China en la República Democrática del Congo (RDC) para la explotación de los recursos mineros del este del país africano, según ha informado Europa Press. El Forum Internacional para la Verdad y la Justicia en el África de los Grandes Lagos está formado por personalidades como el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, la congresista norteamericana Cynthia A McKinney, el presidente de la fundación S’Olivar Joan Carrero y la Federación de Comités de Solidaridad con África Negra.

Por otra parte, según las declaraciones hechas la semana pasada por un "cualificado" testigo del caso abierto por el juez español Fernando Andreu contra el régimen ruandés por genocidio, el ex presidente Laurent Désiré Kabila, padre del actual mandatario congoleño, fue asesinado por orden del presidente de Ruanda, Paul Kagame, para impedir su acercamiento a China y Venezuela.

Estas dos noticias fueron explicadas y argumentadas por el presidente del Forum, Joan Carrero, que al frente de la Fundación S’Olivar, ha sido propuesto en varias ocasiones como Premio Nobel de la Paz.

Los rebeldes del Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP), del general tutsi Laurent Nkunda, "son los gendarmes de grupos mucho más poderosos, están representando a quienes se niegan a que China entre en ningún lugar del Congo", declaró el presidente del Forum, Juan Carrero, durante una rueda de prensa celebrada en el Senado.

Según ha denunciado Joan Carrero, desde que el Gobierno de Kinshasa firmó "un contrato de 9.000 millones de dólares con China" se ha enfrentado "a niveles insoportables de chantaje". Según denunció, "Nkunda ya ha advertido de que no parará hasta que Kabila negocie y rescinda sus contratos con China".

En este mismo sentido, el senador Pere Sampol, del BLOC, declaró en la misma rueda de prensa que la nueva guerra del este de Congo "se ha presentado como un conflicto étnico o tribal, cuando el gran problema ha sido el control por parte de grandes empresas europeas y americanas de los recursos naturales de Congo".

"Justo cuando Congo había intentado establecer contratos comerciales con China para explotar el cobre y el coltán, con unos contratos mucho más ventajosos para Congo, ha sido cuando las multinacionales, con la complicidad de las potencias internacionales, han provocado el conflicto", aseguró el senador.

El Gobierno de Paul Kagame, prosiguió Carrero, se está apropiando de la mayoría de los minerales estratégicos que se encuentran en el este de la RDC, de forma muy especial del coltán, compuesto de columbita y tantalio y fundamental en la industria de las telecomunicaciones, y casiterita. "Ruanda es un gran exportador de coltán, pero no tiene coltán en su territorio", explicó.

Otra de las denuncias de Carrero cuestiona el papel de la MONUC, la Misión de la ONU en el Congo, formada por casi 17.000 cascos azules. Según testimonios recogidos por él mismo durante una reciente visita a la R. Democrática de Congo, "la MONUC desaparece con frecuencia cuando Nkunda lleva la voz cantante y, a la inversa, interviene y hace de moderador cuando Nkunda está muy presionado por las fuerzas congoleñas".

Esta tesis de la inoperancia de la MONUC en el conflicto esta avalada también por fuentes directas de grupos de la sociedad civil que trabajan por la justicia y la paz en la zona del Kivu.

El presidente del Forum calificó de "papel nefasto" el que ha jugado la ONU en la RDC. "El antiguo secretario general Butros Butros Ghali denunció que el genocidio era en un cien por cien responsabilidad de Estados Unidos, y por eso no se le renovó el mandato", prosiguió.

Esta inacción de la ONU se refleja actualmente en "la paradoja de que 17.000 cascos azules no sean capaces de impedir que los 4.000 combatientes de Nkunda puedan aterrorizar y avasallar" a la población, manifestó. Según Carrero, el general español Vicente Díaz de Villegas, que dimitió como jefe de la MONUC a finales de octubre, "vino a insinuar que la MONUC tiene un mandato claro y enérgico pero que ciertas potencias impiden que se ponga en cumplimiento ese mandato".

Por otra parte, la semana pasada, cuatro testigos protegidos declararon ante el juez de la Sala cuarta de la Audiencia Nacional, Fernando Andreu, en relación con la querella promovida por la muerte de cuatro millones de ruandeses, víctimas de un plan de "exterminio por razones étnicas" llevado a cabo por el actual partido gobernante, el Frente Patriótico Ruandés, entre 1990 y 2002.

Uno de los declarantes, un "nuevo testigo sumamente cualificado con conocimiento directo sobre el asesinato de Laurent Desiré Kabila, el padre", aseguró al magistrado que "un comando formado por ruandeses del entorno inmediato tutsi del presidente Kabila había ejecutado el asesinato del asesino de Kabila, un miembro de la guardia personal, para cortar todas las pistas". Laurent Désiré Kabila fue asesinado en enero de 2001 y sucedido en el cargo por su hijo y actual presidente, Joseph Kabila.

El objetivo de este crimen, aseguró, era "mantener el control de la explotación de las riquezas mineras de Congo por parte de las grandes empresas que habían obtenido las concesiones de explotación gracias a la anterior invasión" del país. En aquellos momentos "había aproximaciones muy serias con China y Venezuela, opuestos a esta explotación, o más bien pillaje, de los fabulosos recursos mineros del antiguo Zaire, entre los más importantes del mundo", afirmó Carrero. El juez Andreu, según Carrero, se quedó "impresionado" por este testimonio, hasta el punto de que ha ordenado nuevas declaraciones.

Los testimonios ante el juez Andreu, afirmó Carrero, han revelado las "masacres" perpetradas por las fuerzas ruandesas entre 1997 y 1998 en "los mismos campos de refugiados donde ahora vuelve a haber desplazados".

REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DE CONGO






Datos básicos


Superficie: 2.344.885 km2.
Población: 61.888.378. (crecimiento demográfico: 3,0%).
Densidad de población: 26,39 h/km2.
Distribución de la población: urbana (31,8%), rural (68,2%).
Población menor de 15 años: 47,1%.
Población mayor 65 años: 2,2%.
Capital: Kinshasa.
Principales lenguas: francés (oficial), suahili, kikongo, tsiluba, lingala.
Independencia: De Bélgica. 30 de junio de 1960.
Gentilicio: congoleño


Datos sociales

Esperanza de vida: 43,1 años.
Tasa de mortalidad infantil: 205/1.000.
Sin acceso agua potable: 54%.
Con saneamiento adecuado: 29%.
Médicos/100.000 hab.: 7.
Infectados VIH/sida: 4,2% de la población entre 15-49 años.
Jefe de Estado: Joseph Kabila (desde 2001).
Tasa de alfabetización de adultos:65,3%.
Hombres: 79,8%.
Mujeres: 51,9%.
Tasa de escolarización (1ª,2ª,3ª)
Hombres: 31%.
Mujeres: 24%.
Índice de Desarrollo Humano: 0,411 (168º).
Miembro de: ONU, UA.

FUENTE: MUNDO NEGRO.

LA LEY QUE ENFRENTÓ A LA IGLESIA CON LA SEGUNDA REPÚBLICA.


La ley que enfrentó a la Iglesia con la Segunda República

El Mundo, 2 / 9 / 2008. TRIBUNA LIBRE


Tampoco voy a reprochar el silencio a ciertos cultivadores de la memoria histórica (como si hubiera alguna memoria que histórica no fuese), empeñados como están en hacer de la Segunda República un modelo sin tacha y en hacer comenzar los desastres de la guerra sólo desde julio de 1936.

El caso es que el día 2 de junio de 1933 el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, en el último día válido para hacerlo y como a regañadientes, pero sin haber tenido nunca intención de vetarla, ratificó por fin la Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas, aprobada el 17 de mayo anterior por las Cortes constituyentes. Era una ley constitucional, exigida por el artículo 26 de la Carta Magna de 1931, y que se presentaba como la culminación del ideario republicano en relación con la religión y con la Iglesia.

Pero desde el abril triunfal de 1931 las cosas habían cambiado mucho. La quema de iglesias y conventos; la expulsión, por las bravas, de España de un obispo y un cardenal; los artículos sectarios de la Constitución; la disolución de la Compañía de Jesús; la supresión del presupuesto del clero; las leyes de la secularización de la enseñanza y los cementerios; las draconianas leyes de orden público; la frecuente suspensión y clausura de periódicos y centros políticos; las arbitrariedades de las fuerzas del orden, con muchos muertos y heridos; la charlatanería y la agresividad frecuente de las Cortes; la pequeña repercusión de la parcial reforma agraria; la frecuencia de los levantamientos anarquistas, motines, huelgas generales políticas…, habían enrarecido notablemente el clima social, y el Gobierno de Azaña, después de la matanza de Casas Viejas (Cádiz) sufría el hostigo del tiempo político adverso.

El Gobierno Azaña había extremado, en sentido laicista, el anteproyecto equilibrado de la Comisión Jurídica Asesora, creada dos años antes por el ministro de Justicia, Fernando de los Ríos. La comisión parlamentaria lo extremó todavía más.

El 9 de febrero de 1933 comenzó el debate en el pleno, a una con el asunto Casas Viejas. El orador católico más famoso del momento, miembro de la minoría agraria y ya presidente del recién creado partido político CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), fijó los términos de la oposición a todos y cada uno de los artículos y defendió la desobediencia, individual y colectiva, a la ley dentro de la legalidad, afrontando todas las consecuencias, incluso la renuncia al acta de diputado. Tras él hablarán otros agrarios y vasconavarros, como Aguirre, Pildain o Aizpún; catalanistas como Abadal o Carrasco; galleguistas como Otero Pedrayo; independientes como García Valdecasas; republicanos como Maura, García-Bravo Ferrer o Ayats. Para todos ellos el dictamen es injusto, antiliberal, antidemocrático, violento, rencoroso, inoportuno.

Los pocos miembros de la comisión que lo defienden, el radical-socialista Gomáriz, los socialistas Bugedo y Sapiña o el azañista Fernández Clérigo insisten en su constitucionalidad. Alguien va mucho más allá: Fernando Valera, diputado radical-socialista, masón, humanista, hombre religioso no católico, ve en la nueva ley, con excesivo optimismo, el principio de una nueva convivencia entre creyentes y no creyentes, entre fanáticos anticlericales y clericales, que traiga por fin la paz a España. El debate dura hasta el 17 de mayo. La votación final arroja 278 votos a favor y 50 en contra; a éstos últimos se añadirán después nueve diputados ausentes.

Si a los miembros y entidades que integraban las confesiones se les reconocía personalidad y competencia propias en su régimen interno, a sus cargos responsables se les exigía la nacionalidad española. El Estado se reservaba, además, el derecho de no reconocer a dichos cargos en su función por razón de peligro para el orden o la seguridad del Estado. Y si las confesiones podían ordenar libremente su régimen interior, todo se subordinaba de manera implacable a las leyes y soberanía estatales.

En cuanto al régimen de bienes, se declaraban propiedad pública los templos, casas rectorales con sus huertos, palacios episcopales, seminarios, monasterios y demás edificios del culto católico, aunque siguieran destinados al mismo fin religioso, salvo necesidad pública y previa ley especial, que era una verdadera espada de Damocles. Las confesiones sólo podrían adquirir y conservar bienes inmuebles y derechos reales únicamente en la cuantía necesaria para el servicio religioso; los que excedieran esa cuantía serían enajenados, igual que los bienes muebles que fueran origen de interés, renta o participación en beneficios. Excepto los templos, los demás edificios eran sometidos a tributación. Las Iglesias podrían fundar y dirigir establecimientos, inspeccionados por el Estado, para la enseñanza y formación sólo de sus ministros (de sus miembros, decía, en cambio, el anteproyecto).

La obsesión decimonónica de un firme control de las órdenes y congregaciones religiosas resume el amplio tercer apartado de la ley. De ahí un sinfín de certificaciones, relaciones, cuentas, inscripciones, inventarios, rendición de cuentas, libros de contabilidad… Y no sólo no podrían dedicarse a la enseñanza, sino que desde la comisión parlamentaria se les añadió la prohibición de crear o sostener colegios de enseñanza privada, ni directa ni indirectamente. Esa misma comisión quería que órdenes y congregaciones cesasen en sus actividades docentes a la promulgación de la ley. El pleno de la Cámara alargó el plazo hasta el 1 de octubre, y para la enseñanza primaria hasta el 31 de diciembre.

Todo el mundo católico, incluida la revista católica progresista Cruz y Raya, dirigida por José Bergamín, vio en la ley una clara violación de la justicia y de la libertad y un golpe fatal a la serenidad espiritual de España.

Los arzobispos españoles (metropolitanos) publicaron, con fecha 25 de mayo, una extensa Declaración, redactada mayormente por el equipo del cardenal Francisco Vidal y Barraquer, arzobispo de Tarragona, cabeza del episcopado español: un celoso y paciente hombre al servicio del Evangelio, de la Iglesia y de la Patria (española, por supuesto), amigo de todos, firme en la defensa de los principios y buscador infatigable de la concordia. El documento más sólido de cuantos se escribieron en el sexenio, es la reprobación, condena y rechazo de una «ley de agresiva excepción» contra la Iglesia, muestra de «odiosa tiranía», «sacrílega expoliación del patrimonio histórico y artístico eclesiástico». Anima a los católicos a que, «por todos los medios justos y honestos», procuren que sus efectos perjudiquen lo menos posible a los intereses de la Iglesia y de las almas.

El mismo día 3 de junio en que el texto de la ley aparecía en La Gaceta de Madrid, el papa Pío XI firmaba una breve y excepcional encíclica, Dilectissima nobis (Hispania), dolorida y solemne, contra toda la legislación antieclesial y antirreligiosa del nuevo régimen, con el que la Iglesia había sido tan benevolente, exhortando a los fieles a valerse de «todos los medios legítimos» para inducir a los legisladores a reformar «disposiciones tan hostiles a la Iglesia».

A fines de ese año solicitaron la inscripción en el registro abierto en el Ministerio de Justicia 4.707 casas: 3.927 de religiosas (60.683) y 780 de religiosos (14.236). Pero la sustitución de los colegios, de primera y segunda enseñanza, regidos por los religiosos fue retrasándose sine díe: una tercera parte de la enseñanza primaria oficial (351.937 alumnos, según el ministro, en versión insuficiente) y la equivalente a la enseñanza secundaria del Estado (25.000, según la misma fuente). Todos los ministros fracasaron en el empeño: De los Ríos, los Barnés, Pareja, Madariaga, Villalobos…

La ley acabó por apartar la voluntad de la inmensa mayoría de los católicos españoles y de todo el mundo de toda afección al régimen. Unió más aún a la oposición, ya muy crecida. Dividió todavía más al bloque republicano que trajo la República, ya a pique de desguace: parte del PSOE iniciaba su bolchevización y la Unión Republicana, de Martínez Barrio, preparaba su desgaje del Partido Radical. Fue un motivo más para que, poco más tarde, Alcalá Zamora se desprendiera de Azaña, que nunca se lo perdonó, y encargara el Gobierno a Lerroux. Y un motivo decisivo, en buena parte de España, para que la izquierda intolerante perdiera las elecciones en noviembre de ese año.

Y, por cierto, apenas si se cumplió del todo un solo artículo de la ley.

Víctor Manuel Arbeloa es escritor,
ex presidente del Parlamento de Navarra y ex senador.

LA BANDERA DE EUROPA


La bandera de Europa
LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ de la Real Academia de la Historia

Viernes, 26-12-08
Diario ABC


Sólo desde el siglo XV empleamos el término Europa; antes se prefería el de Cristiandad porque hacía referencia a su contenido espiritual. Luego esa misma Cristiandad, sin renunciar a sus valores de fondo, se dividió entrando en una serie de contiendas que movieron a von Klausewitz a decir que la paz es sólo paréntesis entre dos guerras. Y en 1947, siguiendo las orientaciones que Churchill, es decir Mambrú que volvía de la guerra, tres grandes políticos católicos, francés, alemán e italiano, decidieron que había llegado el momento de poner fin, mediante un acto de amor al prójimo, a toda la serie de guerras y que Europa comenzara a existir, haciendo reales programas de siglos. Han pasado sesenta años y hay razones para la esperanza; el terrorismo es «la nueva forma de lucha, diabólica», que hoy nos amenaza.
En 1955 se decidió diseñar una bandera para Europa. Robert Bichet era entonces vicepresidente del Consejo de Europa y no tuvo duda; de algún modo tenían que salir a la luz viejas raíces. Se hizo un concurso. Y uno de los que lo ganaron, Arsenio Heitz reveló, no tardando mucho que su diseño, el fondo azul de las doce estrellas, había sido inspirado en el Apocalipsis, en esos versículos que la Iglesia ha atribuido siempre a la Virgen María. No se trataba de hacer una manifestación litúrgica sino de representar un orden de valores. Cuando esta inspiración se demostró no faltaron las dudas y las vacilaciones ya que se trataba de un signo católico. Católicos lo eran, y de qué modo, De Gasperi, Adenauer y Schuman.
Cuando, en 1961 el Gobierno español, confesionalmente católico, solicitó el ingreso, Europa no podía rechazar la demanda. Ni aceptarla tampoco. Era fácil aducir razones políticas, pues España aun no se hallaba en la democracia. El Movimiento europeo convocó el Congreso de Múnich para evitar se hiciese en aquellas circunstancias una admisión. Acudieron personas relevantes desde dentro de España, para tomar defensa y buscar garantías. La negativa se hizo más transparente, pese al vigor de la democracia cristiana, porque el Gobierno español cometió el error de castigar a los que acudieron. Es cierto que hubo rectificación aunque demasiado tarde. El propio Franco recibió a los representantes del Movimiento europeo y admitió que cuando España formara parte de la Comunidad también tendría que acomodarse a las otras formas; esto debía suceder «después y no antes». En 1962 ya estaba en marcha el proceso de transición hacia la nueva Monarquía.
Sobre la mesa quedaba ahora un gran problema, el de la confesionalidad. La Iglesia, guiada por Juan XXIII que, siendo cardenal Roncalli, viajara por España en compañía de Ángel Ayala y Alberto Martín Artajo, estimulando todos los esfuerzos de reconciliación en la Cruz, dio en 1963 un paso decisivo con el Concilio Vaticano II, primero de la Historia que merece de plano el título de ecuménico ya que todos los continentes en él estuvieron representados. Se borraban las reliquias del Antiguo Régimen y se explicaba bien la de doctrina de la Iglesia acerca de la libertad religiosa. Frente a las dudas y reservas de otros sectores el catolicismo ha definido, una vez más, que bajo este título entiende la plena disponibilidad para que cada ser humano pueda practicar su religión, en sus amplias dimensiones, pues este es el primero y principal de los derechos naturales de toda persona.
De este modo aquella bandera que se izó por primera vez un día 8 de diciembre, que coincide con la fiesta de la Inmaculada, había comenzado a dar sus frutos. Estamos dentro de la conciencia de la Europeidad. Poco a poco todas aquellas comunidades que a principios del siglo XV fueran definidas como las Cinco naciones de Europa, ingresaron en la unidad. Pronto vendrían las dificultades, pero las razones para la esperanza siguen siendo suficientemente fuertes. Pocas veces se ha llamado la atención sobre un punto: la firma del Tratado de adhesión por parte de España, ejecutada por el primer gobierno socialista -se anulaban definitivamente las tendencias a la confesionalidad- tuvo lugar en ese conocido salón de Roma, que preside la gigantesca estatua de Inocencio X. Curiosamente este Papa fue el que condenó la paz de Westfalia, porque no era paz sino victoria de un bando sobre otro.
Debemos cuidar de que las circunstancias no se cambien: un patrimonio histórico heredado ha enriquecido y mantenido a Europa hasta llegar a ese punto de convivencia que ahora se ve amenazado por ciertos extremismos laicistas. En el viejo idioma de la Iglesia laicos son únicamente aquellos que no son clérigos; se puede ejecutar una inflamación en las palabras convirtiendo laico en laicismo, que es como pasar de las amígdalas a la amigdalitis. De ese modo se renueva una persecución de lo religioso, no por medios violentos sino por la profunda reducción a silencio si bien hemos de comprender que de este modo prescindimos también de los valores más profundos -derechos naturales humanos, concepción de la justicia como dar a cada uno lo suyo, afirmar la capacidad racional y el libre arbitrio- sin los cuales no se qué monstruos seríamos capaces de crear.
Y ahora tenemos ahí delante Turquía. Muchos europeos están dispuestos a superar tiempos pasados, olvidando Lepanto y Viena, salvados en último extremo. Bien, no entremos en disquisiciones. Pero no se puede olvidar que en Turquía, a diferencia de Occidente un partido islamista ha llegado al poder dando al traste con el ensayo de Mustafá Kemal Ataturk. El proceso histórico otomano se ha reanudado. Y la esposa del presidente Gür dio el paso muy significativo de negarse a prescindir del velo. Algo, sin duda, en que contaba con toda la razón.
Pero este hecho abre paso a dos interrogantes consecuencia de la pretensión de incorporar este país a Europa, colocándole al amparo de la bandera azul de doce estrellas. ¿Puede el Islam renunciar a la confesionalidad del Estado? La experiencia, hasta ahora, nos da una respuesta enteramente negativa, porque esa unidad entre espiritual y temporal forma parte de su esencia. Me parece que es imposible esperar una definición como la del Concilio Vaticano II. Por otra parte Turquía es esencialmente Anatolia, una península que fue en principio llamada Asia. Si se rompen los límites de la europeidad estamos cambiado de raíz el sueño de 1947; en lugar a una Comunidad para la paz, habremos construido un mercado, es decir, un espacio económico, para el que no pueden fijarse límites.
No intento aquí sacar conclusiones. Carezco de la preparación necesaria. Pero como ciudadano de a pie y creyente cristiano entiendo que ha llegado a producirse una coyuntura de consecuencias imprevisibles. La bandera de Europa, que pronto va a cumplir cincuenta y tres años, implica un compromiso con el patrimonio heredado, del cual no podemos prescindir. Ser europeo significa adherirse a un conjunto de valores y no, simplemente, asegurar un espacio. Porgue este último debe y puede abarcar el universo mundo ayudando a los otros, a fin de cuentas prójimos, en la solución de sus necesidades.

domingo, 26 de octubre de 2008

LA GLOBALIZACIÓN EN TERRENO DESCONOCIDO


La globalización en terreno desconocido

POR NICOLÁS BAVEREZ, HISTORIADOR Y ECONOMISTA Domingo, 26-10-08

Diario ABC


Cada época obedece a un principio. Y el principio de la historia del siglo XXI reside en la globalización. Una globalización estructurada en torno a un movimiento dialéctico: por un lado, la dinámica de la integración, sostenida por el mercado y la tecnología; por el otro, la dinámica del caos, avivada por el conflicto entre el sistema de valores y el aumento de la violencia hasta el límite. En la actualidad, la globalización está expuesta. Conserva su potencial de innovación tecnológica y de apertura de la economía, pero las sucesivas rupturas violentas desde el 11 de septiembre de 2001 hasta el 15 de septiembre de 2008 la han hecho oscilar hacia lo desconocido.

Las revoluciones, las guerras y las crisis económicas no han abandonado la vida de los hombres del siglo XXI; han cambiado de naturaleza. Las revoluciones ya no están guiadas por las ideologías de clase o de raza, sino gobernadas por las identidades y los mitos religiosos, étnicos o nacionalistas. La guerra escapa a los Estados y a las fuerzas militares, a medida que la violencia se independiza del marco institucional y arraiga en la población civil, la cual se convierte en el medio, en lo que está en juego y en el protagonista de los conflictos armados. Las convulsiones económicas se suceden y se aceleran. Así, el estallido de la burbuja especulativa de los créditos en Estados Unidos ha desencadenado una crisis financiera mundial y una recesión en el mundo desarrollado, hasta convertirse en la más peligrosa crisis del capitalismo desde la deflación de los años treinta. La suma del hundimiento del crédito y el consiguiente bloqueo del mercado interbancario, con la quiebra inmobiliaria, la caída de los mercados bursátiles, y el conflicto del petróleo y las materias primas es un fenómeno sin precedentes.

Asistimos al final del ciclo económico que comenzó en los años ochenta y que ha estado marcado por tres signos: la apertura de las fronteras, la liberalización y la innovación financiera. La consecuencia ha sido la descomposición de un modelo económico que mezcla naciones -como Estados Unidos, Reino Unido o España- que importan por medio de créditos, y naciones -como Alemania, China, Japón o Corea- que ahorran, invierten y exportan masivamente. Pero, sobre todo, estamos viviendo el fin de un mundo caracterizado por el monopolio de la historia por parte de Occidente, y por la supremacía absoluta de Estados Unidos desde principios del siglo XX. Estados Unidos sigue siendo la primera potencia del mundo, pero es una potencia relativa que, de momento, está en una situación de quiebra moral, política y económica de la que tardará mucho en recuperarse. Desde que Roosevelt fue elegido en 1932, ningún futuro presidente se ha enfrentado a una situación tan difícil.

Por el momento, en el ámbito económico, la crisis financiera hace que fracasen los instrumentos tradicionales de la política económica. No se consigue rescatar el sistema bancario y el hundimiento del crédito continúa a pesar de la inyección masiva de liquidez, de la reducción concertada de los tipos de interés por parte de los bancos centrales, de la ampliación de la garantía de los depósitos, y de la recapitalización y/o la nacionalización de las grandes instituciones financieras por parte de los Estados desarrollados. La recesión y el desempleo se resisten a las medidas de apoyo presupuestario. En suma, la crisis pone de relieve la debilidad de la regulación y la peligrosidad de las normas del capitalismo financiero, pero también la ausencia de instituciones capaces de hacer frente a las crisis mundiales, por falta de cooperación internacional. Así pues, mientras que la salida de la crisis financiera implica estrategias concertadas entre el norte y el sur o dentro de la Unión Europea, prevalecen el nacionalismo económico, las tentaciones proteccionistas y las medidas de dumping, que aceleran la contracción de los intercambios y fomentan la desconfianza.

Las democracias, en lugar de estar a salvo, se ven especialmente afectadas. Después de la Guerra Fría, se lanzaron sobre los pseudo-dividendos de la paz y del crecimiento intensivo, sin tomar conciencia de los riesgos de la globalización. Después de 2001, cedieron a los impulsos nacionalistas y de protección de la seguridad, y hasta olvidaron sus valores, igual que el Estados Unidos de la Administración de Bush. En lugar de aprender las lecciones de la crisis de las nuevas tecnologías o del hundimiento de Enron, respondieron a la burbuja de Internet con la creación de una burbuja del crédito aún mayor. Actualmente, las democracias del mundo desarrollado deben afrontar tres retos fundamentales. La deslegitimación de los dirigentes -por ejemplo, el vacío de poder que acompaña la agonía de la Administración de Bush-, y la impotencia de las instituciones, debilitadas tanto en el plano mundial, con el arcaísmo impotente de la ONU y de las organizaciones multilaterales de Bretton Woods, como en el plano europeo, con la ausencia de una Europa política y de un Gobierno económico de la zona euro.

Sin embargo, no estamos predestinados a la violencia y el caos. No hay que desesperar de esperar. La globalización puede emprender un nuevo rumbo, más estable y menos caótico, siempre que se dote de instituciones políticas que permitan amortiguar los conflictos que genera. Independientemente de que la cuestión sea la seguridad, el desarme o la lucha contra la proliferación, las negociaciones comerciales o la estabilidad financiera, el desarrollo o los flujos migratorios, los países del norte ya no pueden tomar sus decisiones en solitario.

En el plano geopolítico, la defensa de la libertad pasa por el refuerzo de las libertades individuales y del Estado de Derecho en las democracias. A continuación, por la reactivación de la unidad política y las alianzas estratégicas de las naciones libres. Finalmente, por la multiplicación de las iniciativas diplomáticas, de las organizaciones regionales, y de los mecanismos de concertación que permiten frenar los arrebatos de violencia o las crisis. En el plano económico, en cuanto pase la urgencia ligada a la protección del sistema bancario y la reactivación del crédito, se planteará la cuestión del nuevo rostro del capitalismo. Este capitalismo, más estable y menos predispuesto al riesgo, más dirigido por el poder político y menos entregado a la autorregulación, más orientado hacia la producción que sostenido por las transacciones con activos, más equilibrado entre el sur y el norte, exigirá un poder político legítimo y eficaz que aún está por inventar. Sin embargo, la amenaza del hundimiento del sistema bancario y las fuertes intervenciones públicas requeridas para encauzar el hundimiento del crédito no justifican el retorno a la economía dirigida ni la recuperación de las barreras proteccionistas.

La Humanidad entra en la era de una Historia universal. No tiene que ser forzosamente pacífica y próspera, feliz y tranquila. Se puede decir cualquier cosa del destino del siglo XXI, pero no que está estipulado. Dependerá en gran medida de la voluntad, la lucidez y la sabiduría de las naciones y de los pueblos libres. Depende de ellos el entregarse a un examen de conciencia indispensable acerca de los errores que presidieron la gestión de la posguerra fría y posteriormente de las crisis de 2001 y 2007. Depende de ellos conjurar las pasiones colectivas regresivas, que toman la forma de nacionalismo, proteccionismo o xenofobia. Depende de ellos imaginar y promover las nuevas formas políticas de una sociedad abierta.
Depende de ellos mantener las promesas de la globalización y convertirla en una nueva revolución de la libertad.

NICOLAS BAVEREZ
Historiador y economista

domingo, 19 de octubre de 2008

MOTINES DEL HAMBRE




Motines del hambre



Por IGNACIO RAMONET

Le Monde Diplomatique

Ya son más de treinta y siete los países en los que la inseguridad alimentaria ha provocado protestas. Las primeras tuvieron lugar en México el año pasado por el aumento exagerado del precio del maíz. También en Myanmar (antigua Birmania) la insurrección de los monjes, en septiembre de 2007, comenzó por manifestaciones de descontento contra la carestía de los alimentos. Y en las últimas semanas hemos asistido a tumultos en diversas ciudades de Egipto, Marruecos, Haití, Filipinas, Indonesia, Pakistán, Bangladés, Malasia y sobre todo de África Occidental (Senegal, Costa de Marfil, Camerún y Burkina Faso) (ver "Crisis cerealera", págs. 16 a 18).



Son rebeliones de los más pobres y limitadas al ámbito urbano. El campesinado, por el momento, no se ha amotinado, y las clases medias no se han sumado al alboroto. Pero lo harán si los precios de la comida siguen aumentando. Y éstos subirán pues lo paradójico de la situación es que nunca la producción agrícola había sido tan abundante. O sea que la carestía actual no se debe a la penuria, sino a otros factores. Habrá pues nuevos amotinamientos por hambre y durante un largo periodo. Que se traducirán por nuevas oleadas de emigración. Pues la comida representa hasta el 75% de los ingresos de las familias de países pobres, contra un 15% en los países ricos.

Para prevenir las próximas algaradas, algunos Gobiernos ya han multiplicado las medidas: Kazajistán ha suspendido todas sus exportaciones de trigo, Indonesia ha decidido limitar las de arroz, Filipinas ha declarado la guerra a los especuladores, y Argentina, Vietnam y Rusia han restringido sus ventas de trigo, arroz y soja al extranjero.

Pero los precios siguen en alza. Desde marzo de 2007, el valor de los productos lácteos ha subido un 80%, el de la soja un 87%, y el del trigo, un 130%. El Banco Mundial, que no está exento de responsabilidad (léase, p. 32, el artículo de Serge Halimi), afirma que estos aumentos han empujado al abismo de la miseria a más de cien millones de habitantes de los países pobres. Y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola estima que por cada aumento de 1% del coste de los alimentos de base, 16 millones de personas se ven sumergidas en la inseguridad alimentaria. Lo cual significa que 1.200 millones de seres humanos podrían padecer hambre crónica de aquí a 2025.

¿Por qué aumentan los precios de la comida? Esencialmente, por cuatro razones. Primero porque la elevación del nivel de vida de países como China, la India y Brasil ha modificado los hábitos alimentarios. Se consume más carne, luego hay que criar más ganado. El cual consume una parte importante de las cosechas de cereales. Las nuevas clases medias comen más veces a la semana carne de pollo y de cerdo, y estos animales se nutren a base de soja y de maíz. Como la población mundial va a seguir creciendo y el poder adquisitivo de muchas personas va a continuar elevándose, se producirá un cambio estructural. El ecologista Lester Brown lo anuncia: "Cuando los chinos consuman tanta carne como los estadounidenses, absorberán el 50% de los cereales del mundo" (1).

Segundo, porque una parte de la producción alimentaria (caña de azúcar, girasol, colza, trigo, remolacha) se destina ahora a la producción de agrocarburantes. Las tierras y los cultivos que se dedican a esa actividad ya no dan alimentos para los seres humanos. Y esto también se va a agravar. La Unión Europea ha decidido que un 10% del total de hidrocarburos consumidos de aquí a 2020 deben ser agrocarburantes. Y el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, pide que sea un 15%, de aquí a 2017. A tal punto que países con déficit alimentario como Senegal o Indonesia han resuelto producir agrocarburantes en vez de vegetales comestibles. Responsable en parte de esta situación, el Fondo Monetario Internacional afirma que entre un 20% y un 50% de las cosechas mundiales de maíz y de colza ya están siendo desviadas para elaborar carburantes.

Tercero, porque el estallido de los precios del petróleo -por encima de 115 dólares el barril- encarece el coste de los transportes, en particular el del traslado de los artículos del agro y por consiguiente el valor de los alimentos.

Cuarto, por efecto de la especulación financiera. Huyendo de la crisis de los subprime , los fondos de inversiones apuestan en este momento por los productos alimentarios: soja, trigo, arroz, maíz. Son valores refugio. Los fondos compran y almacenan apostando por el alza. Como los acaparadores de siempre, los nuevos especuladores no dudan en enriquecerse con las hambrunas que ellos mismos contribuyen a crear. Se estima que la especulacion está causando un 10% de las subidas de los alimentos.

Los países ricos se comprometieron hace tiempo a consagrar el 0,7% de su Producto Interior Bruto al apoyo de los países pobres. Muy pocos han cumplido esa promesa. En su conjunto, el año pasado la ayuda disminuyó un 8,4%. ¡Y la asistencia a la agricultura de los Estados del Sur bajó, en los últimos veinte años, un 50%! ¿Cómo extrañarse de la proliferación de los motines? ¿A qué se espera para crear, por fin, un gran Fondo Mundial contra el Hambre?



Notas:
(1) Capital , París, marzo 2006.

CRISIS: 1929




Crisis (2): 1929, de Xavier Sala i Martín en La Vanguardia

La crisis financiera global ha sembrado el pánico sobre el estado de la economía global. Muchos analistas comparan la situación con la gran depresión de 1929. Se nos recuerdan episodios de inversores lanzándose por las ventanas en Wall Street y colas de norteamericanos hambrientos mendigando por las calles de Nueva York. Incluso mi colega de Columbia, Joe Stiglitz, ha dicho que la caída de Wall Street es al capitalismo lo que la caída del muro de Berlín fue al comunismo. Las palabras de Stiglitz son una gran contribución intelectual al debate, porque demuestran de una vez por todas que la obtención del premio Nobel no vacuna al galardonado contra la capacidad de decir tonterías.

A ver, seamos serios: ni esta crisis financiera representa el final del capitalismo ni estamos ante una nueva gran depresión. La situación actual se parece a la del 29 en dos aspectos esenciales. El primero es que las bolsas han caído. Sí. ¿Y qué? Mucha gente ha perdido dinero y eso es triste. Pero de ahí a que se avecine una gran depresión media un abismo. Estadísticamente, los movimientos a corto plazo de las bolsas no reflejan el estado real de la economía, especialmente durante episodios como los actuales, en que los inversores de bolsa han entrado en un estado de histeria que les impide ver las cosas con claridad.

Dicho esto, existen seis grandes diferencias entre la crisis de 1929 y la actual. Primera: en 1929 los depósitos bancarios no estaban asegurados.

Cuando empezó la crisis, todas las familias corrieron a buscar sus ahorros a sus bancos. Estos, lógicamente, no tenían el dinero porque lo habían prestado (ese es, precisamente, su negocio), por lo que devolvieron lo que pudieron y cuando se quedaron sin recursos cerraron las puertas. Millones de americanos perdieron sus ahorros. Nada de eso va a ocurrir en el 2008 porque los depósitos están asegurados, precisamente, gracias a la lección de 1929.

Segunda: en 1929 el sistema monetario se basaba en el patrón oro, que impedía que la Reserva Federal (FED) aumentara la liquidez del sistema si no aumentaban previamente sus reservas de ese metal. Como el oro en manos de la Fed no aumentó, esta no pudo imprimir el dinero que desaparecía por culpa de las quiebras bancarias. En el 2008, los bancos centrales de todo el mundo están imprimiendo dinero para dotar al sistema financiero de liquidez.

Tercera: en 1929 había deflación y los precios y salarios bajaban continuamente. Eso hizo que las deudas familiares fueran inasumibles: si uno tiene una deuda de 100 y un salario de 300, uno puede pagar.

Pero si el salario baja a 100 y la deuda sigue siendo la misma, uno acaba por no poder pagar. Eso agravó los problemas financieros de los bancos. En el 2008 no sólo no hay deflación sino que hay inflación.

Cuarta: la renta per cápita de EE. UU. en 1929 era de unos 6.000 dólares (en precios actuales). Hoy supera los 36.000 dólares. Una caída de la renta de un 25% cuando ganas 6.000 plantea problemas serios de hambrunas. La misma caída cuando ganas 36.000 es un problema, pero no genera desastres humanitarios.

Quinta: la reacción de Estados Unidos ante la crisis del 1929 fue la de culpar a los extranjeros y promover las compras de productos americanos poniendo aranceles a las importaciones (la tristemente célebre Smooth-Hawley tariff). Naturalmente, la reacción de los extranjeros fue poner aranceles a los productos americanos, lo que desencadenó una guerra comercial que perjudicó a todos. En la actualidad, a pesar de que queda algún globófobo trasnochado (y peludo), no existen economistas documentados que propongan el proteccionismo como la salida a la crisis.

Y sexta, y más importante: existe un dato en el que casi nadie se fija pero que es clave: la tasa de retorno de las inversiones del sector no financiero. En el año 1929, esa tasa era de 0,5%. Es decir, en 1929, si uno invertía un dólar fuera del sector bancario, uno obtenía un retorno casi nulo. En el 2008, el retorno de la inversión en sectores no financieros es del… ¡10%! Para que se hagan una idea, la tasa de retorno media de los últimos 50 años ha sido del 7%. Este dato es muy, pero que muy importante, porque si bien el crecimiento económico de un país no viene precedido de aumentos de la bolsa, sí viene precedido de… ¡elevadas tasas de retorno en el sector no financiero! Para entendernos: mientras Wall Street ha hecho sus locuras financieras, Silicon Valley ha seguido innovando y eso, a la larga, es lo que determina el crecimiento de la economía. Eso quiere decir que, cuando los financieros recuperen la cordura, el capitalismo no sólo no desaparecerá sino que la economía americana saldrá disparada hacia una nueva senda de crecimiento.

¡Ah! Casi me olvidaba. Les decía que había dos factores que hacían que la crisis del 1929 y la actual fueran parecidas. Una ya se la he comentado: las bolsas se desplomaron. La segunda: los gobiernos no se enteran de nada. Uno se queda atónito cuando el Gobierno aprueba un plan de 700.000 millones para comprar los activos tóxicos de los bancos y una semana después decide que el dinero se utilizará para comprar acciones. Y uno se queda todavía más petrificado cuando ve que la explicación que dan de este cambio es que… ¡la bolsa ha reaccionado negativamente! Que los periodistas confundan la bolsa con la economía tiene un pase. Pero que el Gobierno utilice la bolsa para decidir su política económica es una locura que demuestra que anda totalmente perdido. Tan perdido como el de 1929.

XAVIER SALA I MARTÍN, Columbia University, Fundació Umbele y UPF.

CRISIS FINANCIERA: QUÉ HA PASADO


Crisis Financiera (1): qué ha pasado

La tormenta perfecta sigue su curso inexorable y todos nos preguntamos cuál es la solución. Antes de hablar de remedios, es importante saber qué ha pasado porque, sin un diagnóstico correcto, no hay soluciones acertadas.

Todo empezó en 2001, cuando Alan Greenspan quiso evitar el colapso de la bolsa tras el fiasco de las punto.com reduciendo los tipos de interés desde 6,5% al 2,5% en menos de un año. Con esos tipos tan bajos, los bancos, que viven de prestar dinero a cambio de un interés, buscaron rentabilidad en familias con pocos ingresos y con una alta probabilidad de no poder devolver la hipoteca, familias llamadas “subprime”. Al tener un riesgo superior, esas familias pagaban un interés más alto, aunque los bancos pensaron que el peligro quedaba mitigado por el hecho de que el precio de sus viviendas estaba subiendo: si algún día tienen problemas, pensaron, las familias podrán vender la casa a un precio superior al de la hipoteca, cosa que les permitirá devolver el dinero.

Pero los márgenes que podían cobrar eran tan pequeños que, para obtener rentabilidad, tenían que multiplicar el volumen. El problema es que el número de hipotecas que podían dar estaba limitado por la regulación de Basilea que impide que los créditos concedidos por un banco sobrepasen una determinada proporción de su capital. Curiosamente, lo que sí permite esa regulación es que los bancos creen unos fondos de inversión paralelos (llamados “conduits”) que compren sus créditos. Y así lo hicieron: los “conduits” pedían prestado, compraban las hipotecas a los bancos y éstos recuperaban el dinero. Al haber desaparecido el crédito de sus balances (y al permitir la regulación de Basilea que la contabilidad del banco y la “conduit” se hiciera separadamente), los bancos podían volver a prestar el mismo dinero una y otra vez, ampliando de esta manera el negocio.

Los “conduits”, a su vez, cogían las hipotecas, las reempaquetaban (en lenguaje sofisticado, “titularizaban”) de maneras tan complejas que conseguían ratings de AAA que indicaban un riesgo mínimo y las vendían a bancos de inversión. Para facilitar la operación, incluso obtenían seguros con nombres pomposos como “credit default swaps”. Los bancos de inversión, a su vez, utilizaban esos activos como garantía para pedir créditos adicionales y apalancar más operaciones financieras, creando así una enorme bola de nieve de activos que, por muy sofisticados que fueran, tenían como garantía última las hipotecas de las familias subprime.

Y todo iba eso muy bien mientras el precio de la vivienda subía. Pero llegó un día en que dejó de subir. Las familias que habían pedido prestados 100.000 dólares vieron que su casa sólo valía 60.000 y tuvieron que tomar una decisión: devolver una casa de 60.000 o devolver una hipoteca de 100.000. No hay que ser muy listo para ver que, si la regulación permite escoger, muchos devolverán la casa y no pagarán la hipoteca. Y resulta que la regulación permitía escoger y, por lo tanto, decidieron no pagar: la morosidad se disparó y todos los activos garantizados por esas hipotecas empezaron a perder su valor y a ser catalogados de ‘tóxicos’. El problema es que habían sido re-titularizados tantas veces que nadie sabía ni cuántos activos tóxicos había ni quién los tenía. Eso creó una desconfianza entre bancos que hizo que dejaran de prestarse dinero unos a otros. Los tipos de interés interbancarios (como el Euríbor) se dispararon y, con ellos, los pagos mensuales de millones de familias que dejaron de poder pagar sus hipotecas. La morosidad aumentó, no ya entre las familias subprimes sino entre todas las familias del mundo. Las aseguradoras tuvieron que desembolsar lo asegurado… pero no tenían dinero suficiente por lo que fueron las primeras en quebrar. Sus nombres: Bear Sterns, Freddie Mac, Fannie Mae y AIG. ¿Les suenan?

Y aquí volvió a aparecer la regulación de Basilea: los bancos de inversión como Merril Lynch o Lehman Brothers habían utilizado esos bonos que ahora eran tóxicos como garantía financiera y la regulación decía que, cuando el valor de esas garantías bajara, los bancos estaban obligados a deshacerse de otros activos y utilizar el dinero para reponer la garantía perdida. El problema es que eso pasaba justo en el momento en el que nadie quería comprar esos activos a precios razonables. Pero como estaban obligados a vender, vendieron. Eso sí… ¡a precio de saldo! Eso aumentó sus pérdidas, cosa que redujo la cotización de sus activos, cosa que les obligó a vender más, cosa que les aumentó sus pérdidas,… y así sucesivamente en una espiral negativa de pérdidas y caídas de cotización que les llevó a la quiebra. El pánico financiero estaba servido.

Lo que nos lleva al momento actual: la desconfianza, el pánico y la descapitalización de los bancos están haciendo que, no sólo dejen de prestar a otros bancos sino que dejen de prestar a empresas no financieras de todo el mundo. Inversiones en el sector hospitalario en Alemania o el de la alimentación en Colombia no se llevan a cabo por falta de financiación. La actividad económica cae, los puestos de trabajo desaparecen y lo que empezó como un problema hipotecario en Estados Unidos se está contagiando a la economía real del mundo entero. La ciudadanía pide a sus gobiernos que actúen. Las erráticas políticas públicas que proponen, sin embargo, demuestran que no saben qué hacen, lo cual genera más desconfianza y agrava la situación. De eso hablaremos en un próximo artículo. De momento, esto es lo que ha pasado.



La Vanguardia, X-10-2008



Xavier Sala-i-Martín és Catedràtic de Columbia University i Professor Visitant de la Universitat Pompeu Fabra

lunes, 6 de octubre de 2008

LA CRISIS DEL SIGLO


La crisis del siglo, de Ignacio Ramonet en Le Monde diplomatique (Octubre 2008. Número 156)


Los terremotos que sacudieron las Bolsas durante el pasado “septiembre negro” han precipitado el fin de una era del capitalismo. La arquitectura financiera internacional se ha tambaleado. Y el riesgo sistémico permanece. Nada volverá a ser como antes. Regresa el Estado.

El desplome de Wall Street es comparable, en la esfera financiera, a lo que representó, en el ámbito geopolítico, la caída del muro de Berlín. Un cambio de mundo y un giro copernicano. Lo afirma Paul Samuelson, premio Nobel de Economía: “Esta debacle es para el capitalismo lo que la caída de la URSS fue para el comunismo”. Se termina el periodo abierto en 1981 con la fórmula de Ronald Reagan: “El Estado no es la solución, es el problema”. Durante treinta años, los fundamentalistas del mercado repitieron que éste siempre tenía razón, que la globalización era sinónimo de felicidad, y que el capitalismo financiero edificaba el paraíso terrenal para todos. Se equivocaron.

La “edad de oro” de Wall Street se ha acabado. Y también una etapa de exuberancia y despilfarro representada por una aristocracia de banqueros de inversión, “amos del universo” denunciados por Tom Wolfe en La Hoguera de las vanidades (1987). Poseídos por una lógica de rentabilidad a corto plazo. Por la búsqueda de beneficios exorbitantes. Dispuestos a todo para sacar ganancias: ventas a corto abusivas, manipulaciones, invención de instrumentos opacos, titulización de activos, contratos de cobertura de riesgos, hedge funds… La fiebre del provecho fácil se contagió a todo el planeta. Los mercados se sobrecalentaron, alimentados por un exceso de financiación que facilitó el alza de los precios.

La globalización condujo la economía mundial a tomar la forma de una economía de papel, virtual, inmaterial. La esfera financiera llegó a representar más de 250 billones de euros, o sea seis veces el montante de la riqueza real mundial. Y de golpe, esa gigantesca “burbuja” ha reventado.

El desastre es de dimensiones apocalípticas. Más de 200.000 millones de euros se han esfumado. La banca de inversión ha sido borrada del mapa. Las cinco mayores entidades se han desmoronado: Lehman Brothers en bancarrota; Bear Stearns comprado, con la ayuda de la Reserva Federal (Fed), por Morgan Chase; Merril Lynch adquirido por Bank of America; y los dos últimos, Goldman Sachs y Morgan Stanley (en parte comprado por el japonés Mitsubishi UFJ), reconvertidos en simples bancos comerciales.

Toda la cadena de funcionamiento del aparato financiero se ha colapsado. No sólo la banca de inversión, sino los bancos centrales, los sistemas de regulación, los bancos comerciales, las cajas de ahorros, las compañías de seguros, las agencias de calificación de riesgos (Standard&Poors, Moody’s, Fitch) y hasta las auditoras contables (Deloitte, Ernst&Young, PwC).

El naufragio no puede sorprender a nadie. El escándalo de las “hipotecas basura” (subprime) era sabido de todos. Igual que el exceso de liquidez orientado a la especulación, y la explosión delirante de los precios de la vivienda. Todo esto ha sido denunciado -en estas columnas- desde hace tiempo. Sin que nadie se inmutase. Porque el crimen beneficiaba a muchos. Y se siguió afirmando que la empresa privada y el mercado lo arreglaban todo.

La Administración del Presidente George W. Bush ha tenido que renegar de ese principio y recurrir, masivamente, a la intervención del Estado. Las principales entidades de crédito inmobiliario, Fannie Mae y Freddie Mac, han sido nacionalizadas. También lo ha sido el American International Group (AIG), la mayor compañía de seguros del mundo. Y el Secretario del Tesoro, Henry Paulson (ex presidente de la banca Goldman Sachs…) ha propuesto un plan de rescate de las acciones “tóxicas” procedentes de las “hipotecas basura” por un valor de unos 500.000 millones de euros, que también adelantará el Estado, o sea los contribuyentes.

Prueba del fracaso del sistema, estas intervenciones del Estado -las mayores, en volumen, de la historia económica- demuestran que los mercados no son capaces de regularse por sí mismos. Se han autodestruido por su propia voracidad. Además, se confirma una ley del cinismo neoliberal: se privatizan los beneficios pero se socializan las pérdidas. Se hace pagar a los pobres las excentricidades irracionales de los banqueros, y se les amenaza, en caso de que se nieguen a pagar, con empobrecerlos aún más.

Las autoridades norteamericanas acuden al rescate de los banksters (”banquero gangster”) a expensas de los ciudadanos. Hace unos meses, el presidente Bush se negó a firmar una ley que ofrecía una cobertura médica a nueve millones de niños pobres por un coste de 4.000 millones de euros. Lo consideró un gasto inútil. Ahora, para salvar a los rufianes de Wall Street nada le parece suficiente. Socialismo para los ricos, y capitalismo salvaje para los pobres.

Este desastre ocurre en un momento de vacío teórico de las izquierdas. Las cuales no tienen “plan B” para sacar provecho del descalabro. En particular las de Europa, agarrotadas por el choque de la crisis. Cuando sería tiempo de refundación y de audacia.

¿Cuánto durará la crisis? “Veinte años si tenemos suerte, o menos de diez si las autoridades actúan con mano firme”, vaticina el editorialista neoliberal Martin Wolf (1). Si existiese una lógica política, este contexto debería favorecer la elección del demócrata Barack Obama (si no es asesinado) a la presidencia de Estados Unidos el 4 de noviembre próximo. Es probable que, como Franklin D. Roosevelt en 1930, el joven Presidente lance un nuevo “New Deal” basado en un neokeynesianismo que confirmará el retorno del Estado en la esfera económica. Y aportará por fin mayor justicia social a los ciudadanos. Se irá hacia un nuevo Bretton Woods. La etapa más salvaje e irracional de la globalización neoliberal habrá terminado.

Notas:

(1) Financial Times , Londres, 23 de septiembre de 2008.

LAS TRES CRISIS


12-07-2008

Rebelión

Las tres crisis


Ignacio Ramonet
Le Monde Diplomatique




No había ocurrido jamás. Por vez primera en la historia económica moderna, tres crisis de gran amplitud -financiera, energética, alimentaria- están coincidiendo, confluyendo y combinándose. Cada una de ellas interactúa sobre las demás. Agravando así, de modo exponencial, el deterioro de la economía real. Por mucho que las autoridades se esfuercen en minimizar la gravedad del momento, lo cierto es que nos hallamos ante un seísmo económico de inédita magnitud. Cuyos efectos sociales apenas empiezan a hacerse sentir y que detonarán con toda brutalidad en los meses venideros. Lo peor nunca es seguro y la numerología no es una ciencia exacta, pero el año 2009 bien podría parecerse a aquel nefasto 1929...

Como era de temer, la crisis financiera sigue agudizándose. A los descalabros de prestigiosos bancos estadounidenses, como Bear Stearns, Merrill Lynch y el gigante Citigroup, se ha sumado el desastre reciente de Lehman Brothers, cuarta banca de negocios que ha anunciado, el pasado 9 de junio, una pérdida de 1.700 millones de euros. Por ser su primer déficit desde su salida en Bolsa en 1994, esto ha causado el efecto de un terremoto en una América financiera ya violentamente traumatizada.

Cada día se difunden noticias sobre nuevos quebrantos en los bancos. Hasta ahora, las entidades más afectadas han reconocido pérdidas de casi 250.000 millones de euros. Y el Fondo Monetario Internacional estima que, para salir del desastre, el sistema necesitará unos 610.000 millones de euros (o sea, el equivalente de ¡dos veces el presupuesto de Francia!).

La crisis comenzó en Estados Unidos, en agosto de 2007, con la morosidad de las hipotecas de mala calidad (subprime) y se ha extendido por todo el mundo. Su capacidad de transformarse y de extenderse mediante la proliferación de complejos mecanismos financieros hace que esta crisis se asemeje a una epidemia fulminante imposible de atajar.

Las entidades bancarias ya no se prestan dinero. Todas desconfían de la salud financiera de sus rivales. A pesar de las inyecciones masivas de liquidez efectuadas por los grandes bancos centrales, nunca se había visto una sequía tan severa de dinero en los mercados. Y lo que más temen algunos ahora es una crisis sistémica, o sea que el conjunto del sistema económico mundial se colapse.

De la esfera financiera la crisis se ha trasladado al conjunto de la actividad económica. De golpe, las economías de los países desarrollados se han enfriado. Europa (y en particular España) se halla en franca desaceleración, y Estados Unidos se encuentra al borde de la recesión.

Donde más se está notando la dureza de este ajuste es en el sector inmobiliario. Durante el primer trimestre de 2008, el número de ventas de viviendas en España cayó el ¡29%! Cerca de dos millones de pisos y de chalets no encuentran comprador. El precio del suelo sigue desmoronándose. Y el alza de los intereses hipotecarios y los temores de recesión hunden el sector en una espiral infernal. Con feroces efectos en todos los frentes de la enorme industria de la construcción. Todas las empresas de estas ramas se ubican ahora en el ojo del huracán. Y asisten impotentes a la destrucción de decenas de miles de empleos.

De la crisis financiera hemos pasado a la crisis social. Y vuelven a surgir políticas autoritarias. El Parlamento Europeo ha aprobado, el pasado 18 de junio, la infame "directiva retorno". Y las autoridades españolas ya han proclamado su voluntad de favorecer la salida de España de un millón de trabajadores extranjeros...

En medio de esta situación de espanto se produce el tercer choque petrolero. Con un precio del barril en torno a los 140 dólares. Un aumento irracional (hace diez años, en 1998, el barril costaba menos de 10 dólares...) debido no sólo a una demanda disparatada sino, sobre todo, a la acción de muchos especuladores que apuestan por el alza continua de un carburante en vías de extinción. Los inversores huyen de la burbuja inmobiliaria y desplazan masas colosales de dinero porque apuestan ahora por un petróleo a 200 dólares el barril. Se está así produciendo una financiarización del petróleo.

Con las consecuencias que vemos: formidable subida de los precios en las gasolineras, y estallidos de ira por parte de pescadores, camioneros, agricultores, taxistas y todos los profesionales más afectados. En muchos países, mediante manifestaciones y enfrentamientos, estas profesiones reclaman a sus Gobiernos ayudas, subvenciones o reducciones de la fiscalidad.

Por si todo este contexto no fuese lo bastante sombrío, la crisis alimentaria se ha agravado repentinamente y ha venido a recordarnos que el espectro del hambre sigue amenazando a casi mil millones de personas. En unos cuarenta países, la carestía actual de los alimentos ha provocado levantamientos y revueltas populares. La Cumbre de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) del pasado 5 de junio en Roma sobre la seguridad alimentaria fue incapaz de alcanzar un acuerdo para relanzar la producción alimentaria mundial. También aquí, los especuladores en fuga del desastre financiero tienen una parte de responsabilidad porque apuestan por un precio elevado de las futuras cosechas. De modo que hasta la agricultura se está financiarizando.

Éste es el saldo deplorable que deja un cuarto de siglo de neoliberalismo: tres venenosas crisis entrelazadas. Va siendo hora de que los ciudadanos digan: "¡Basta!".

LA ESPECULACIÓN SOBRE LAS MATERIAS PRIMAS




La especulación sobre las materias primas, de Guillermo de la Dehesa en Negocios de El País
Publicado en Economía by reggio en Septiembre 14th, 2008



Siempre que surge un problema de fuertes alzas de precios de las materias primas, ante las que los gobiernos pueden hacer poco para paliar sus efectos negativos sobre sus consumidores, que protestan con razón ya que tienen el mismo efecto que el de un impuesto, al reducir su renta disponible y su capacidad de consumo, se suele echar la culpa a los especuladores financieros en los mercados de futuros de dichas materias primas.

Sin embargo, resulta difícil encontrar alguna evidencia que pruebe dicha creencia ya que sus causas reales derivan de los problemas de adaptación de la oferta física de la materia prima ante una fuerte alza de su demanda física en el caso de los alimentos y los metales y, en el caso del petróleo, de la existencia añadida de un cartel de oferta (OPEP) que la restringe. Felizmente, estas alzas suelen ser temporales ya que incentivan el aumento de su oferta por parte de sus productores y, al mismo tiempo, debilitan su demanda por sus efectos negativos sobre la renta disponible de sus consumidores, con lo que al cabo de cierto tiempo sus precios vuelven a caer, como está ya empezando a ocurrir.

No es fácil distinguir un inversor tradicional de un especulador financiero. En teoría, el primero tiende a invertir en un activo financiero, ya sea un bono o una acción, con una rentabilidad mínima y recurrente (cupón o dividendo) y con la posibilidad añadida de que dicho activo se aprecie, mientras que el segundo suele apostar por la revalorización del activo (o por su desvalorización) y no por la obtención de una remuneración regular por su inversión.

Pero esta definición considera especuladores a los compradores (consumidores) y vendedores (productores) de las materias primas físicas que toman posiciones en los mercados de futuros financieros para asegurarse contra la volatilidad de sus precios, sin tener que tomar posiciones en el mercado físico al contado que tienen costes más elevados. Ahora bien, también existen especuladores puros en dichos mercados de futuros financieros, que con sus apuestas contrarias sobre los precios futuros cumplen la misión de dar contrapartida a dichas órdenes de los anteriores.

De haber acusado a aquellos que especulan sobre la materia prima física, que la acaparan cuando prevén que su precio va a subir para venderla más cara más tarde, comprándola en su mercado físico al contado, vendiéndola en contratos financieros a futuro y almacenándola hasta su fecha de vencimiento, la probabilidad de su prueba sería mayor, aunque hay que tener en cuenta que acaparar sale muy caro y la diferencia esperada entre el precio futuro y el precio al contado tiene que ser muy elevada para compensar su coste. Sin embargo, el tamaño de las existencias de materias primas, que podría demostrar dicho acaparamiento, no sólo no ha ido aumentando con sus precios durante estos años, sino que, en la mayor parte de las materias primas, los precios futuros han tendido a ser ligeramente más bajos que los precios al contado, desincentivándolo.

En estos mercados de futuros intervienen tres participantes: los hedgers o productores y consumidores físicos que quieren asegurarse contra la volatilidad de los precios de las materias primas a costa de ceder una parte de su beneficio, los speculators o especuladores que son individuos o instituciones financieras cuya expectativa sobre el precio futuro de dichas materias primas es diferente y toman el riesgo de cubrir a los anteriores porque están seguros de acertar y, finalmente, los brokers o corredores que intermedian entre ambos y ejecutan sus órdenes.

Lo que ha generado la sospecha especulativa reciente ha sido que inversores financieros institucionales como fondos de pensiones y otros, mayoritariamente americanos, han tomado elevadas posiciones largas y pasivas sobre los índices de precios futuros del petróleo, los metales y los alimentos bien para asegurarse contra los efectos negativos que su creciente inflación puede tener sobre sus activos financieros o para evitar una depreciación de sus activos financieros denominados en dólares.

Es decir, muchos inversores, con grandes existencias de activos financieros en dólares, muy expuestos a la esperada caída del dólar y a la inflación, se han dado cuenta de la existencia de una elevada correlación (de alrededor de 0,9) entre la depreciación del dólar y el aumento del precio de las materias primas y han tomado posiciones compradoras de contratos de futuros sobre los índices de materias primas para protegerse de su depreciación y de la inflación que conlleva, vendiéndolos a su vencimiento y renovándolos por otro nuevo periodo, normalmente de tres meses.

El petróleo ha sido el más utilizado: desde 2004, las transacciones en su mercado de futuros financieros han triplicado su valor al mismo tiempo que también se ha triplicado su precio en el mercado al contado o spot. Esta evolución pareja ha desencadenado la creencia de que existe una estrecha correlación entre ambas tendencias, olvidando que su verdadero origen es una demanda creciente y sostenida de petróleo físico por parte de los países emergentes ante a una oferta muy rígida y que reacciona con gran lentitud, por las enormes inversiones de lenta maduración que necesita para satisfacerla.

Sin embargo, los inversores que realizan transacciones sobre los índices de precios futuros de las materias primas no compran o venden petróleo físico, que es el que determina su precio al contado diario, sino contratos en el mercado de futuros financieros. Dichos contratos no son opciones, sino obligaciones de comprar o vender la materia prima al precio al contado que resulte el día que vencen. Es decir, de entregar el barril físico de petróleo, la tonelada de metal o el bushel o fanega de cereal el día de término del contrato y de pagarlo al precio al contado de dicho día.

Esta obligación hace que los precios diarios de dichos contratos financieros vayan convergiendo con los del mercado al contado hasta coincidir ambos el día de su vencimiento ya que, de no ser así, cualquiera podría ganar mucho dinero sin riesgo arbitrando entre ambos, es decir, comprando en el primero y vendiendo en el segundo. A pesar de ello, dichos contratos suelen ser liquidados en efectivo el día que vencen a su precio spot.

Asimismo, estos mercados, cumplen la función de dar información diaria a los productores y consumidores de las materias primas físicas sobre sus precios futuros, lo que les ayuda a tomar sus decisiones de producción o de consumo. En el petróleo, por ejemplo, el precio futuro del barril físico a tres meses debería coincidir con el precio al contado de hoy más el coste de almacenarlo durante tres meses, más la pérdida incurrida por el coste de financiarlo, que equivale a la rentabilidad de haberlo invertido al tipo de interés corriente durante ese periodo, de ahí la importancia de su cotización futura.

Lo mismo ocurre con los precios de los cereales, que son la base de muchos otros alimentos como la carne, la leche, los huevos, etcétera, y de los aceites. Por un lado, su demanda por los países emergentes es creciente y se mantiene, a pesar de sus alzas de precios, por estar muy subvencionados. Por otro lado, su oferta se ha reducido por las siguientes razones: el fuerte aumento del precio del petróleo ha incrementado el precio de los fertilizantes que son fundamentales para aumentar su productividad por hectárea y ha aumentado también el coste de su transporte. Además, ha incentivado la producción de biocarburantes, ya muy subvencionados por los países desarrollados.

Como consecuencia de estas nuevas producciones bioenergéticas, una parte de las cosechas y del territorio dedicados a la alimentación se dedican ahora a los biocarburantes. Por ejemplo, está previsto que en 2008 un 30% de la producción de EE UU de maíz se destine a producir etanol. Además, los grandes países productores de alimentos están imponiendo impuestos a sus exportaciones o incluso prohibiéndolas para reducir su inflación interna. Es decir, una parte de sus problemas de oferta derivan de medidas tomadas por los mismos gobiernos.

En resumen, no existe evidencia para achacar las recientes alzas de precios a aquellos productores y consumidores de materias primas o inversores institucionales que intentan anticipar correctamente sus alzas de precios y asegurarse contra ellas en los mercados de sus futuros financieros, en los que, gracias en parte a los especuladores, encuentran las contrapartidas necesarias para conseguirlo.

Guillermo de la Dehesa es presidente del Centre for Economic Policy Research.

RUSIA, GEORGIA Y TODOS LOS DEMÁS

Rusia, Georgia y todos los demás
Hace unos días recibí de Andrés Martínez Lorca (www.andresmlorca.com) el enlace con un artículo del corresponsal en Pekín del diario La Vanguardia. Como me dice Andrés, algunos quieren que de mayores nos sigamos chupando el dedo, como hacían algunos cuando eran pequeños. Por eso es interesente leerlo y lo transcribo a continuación.

Página personal de Juan Torres (Ganas de escribir)

El olímpico traspié de Saakashvili
La Vanguardia

Rafael Poch. Corresponsal. Pekín


Con el Presidente ruso en un crucero por el Volga, la atención mundial concentrada en los juegos de Pekín y Vladimir Putin asistiendo a su inauguración, el cálculo de Washington fue que el presidente georgiano podía resolver el asunto de Osetia del Sur en 24 horas y hacerlo irreversible

La diplomacia rusa está "convencida" de que el ataque del ejército georgiano contra Osetia del Sur contaba con la bendición del Presidente Bush, señalan fuentes rusas en Pekín. En julio, Estados Unidos, Georgia y Ucrania, habían realizado maniobras militares terrestres en territorio georgiano. Hacía tres años que Georgia estaba modernizando su ejército de la mano de Estados Unidos, que tiene en Georgia un total de 129 "consejeros militares". Georgia mantiene un "enorme incremento" de su gasto militar, se ha gastado "más de mil millones de dólares" en defensa, comprando armas a; Ucrania, Turquía, Israel y Estados Unidos, incluidos misiles tierra/aire "Stinger" de fabricación estadounidense.

"Sabíamos que Georgia se preparaba desde hacía tiempo para acciones militares, pero lo del día 8 fue totalmente inesperado", señalan fuentes rusas. "Fue una operación con el consenso de Estados Unidos, y así lo estamos dando a entender", dicen. "Saakashvili prometió a Bush una rápida y corta operación militar exitosa". La superioridad de las tropas georgianas era de doce a uno, pero, aunque bien equipadas, carecían de experiencia, y los osetinos presentaron una resistencia "fuerte".

El ataque comenzó a las 23,53 de la noche del jueves 7, con disparos de sistemas "grad" de artillería en salvas y aviación. Diez pueblos de los alrededores de la capital Tsinjvali de población osetina fueron "arrasados", y la capital, Tsjinvali, muy destruida por el ataque. El balance, según Moscú, es de 2000 muertos y más de 30.000 refugiados.

El batallón de paz de la ONU allá destacado, estaba compuesto por unos 300 hombres; rusos, osetinos y georgianos. Los integrantes georgianos dispararon contra sus compañeros, con el resultado de 12 soldados muertos. A las tres de la tarde del viernes 8, Tsjinvali estaba tomada por el ejército georgiano, pero los restos del batallón y otros efectivos lograron hacerse fuertes y mantuvieron el control del vital túnel que comunica el territorio con Rusia. Una hora después, a las cuatro de la tarde, el 58 ejército ruso inició su marcha hacia Osetia del Sur desde Vladikavkaz, formalmente respondiendo a la petición de ayuda a Rusia lanzada poco antes por el presidente sudosetino, Kokotsty. Sobre las ocho de la tarde del día 8, el ejército ruso entró en Osetia del Sur.

"Si Georgia hubiera ocupado Osetia del Sur en 24 horas, habrían proclamado el restablecimiento del orden constitucional en Osetia del Sur, y Washingtron lo habría sancionado", pero los planes no salieron. Su ingrediente fundamental era la sorpresa y la lentitud de una respuesta rusa: el Presidente ruso, Dmitri Medvedev, se encontraba de vacaciones en un crucero por el Volga, y el primer ministro, Vladimir Putin -de hecho todavía el verdadero "número uno" en Rusia- llegaba a Pekín seis horas antes de que comenzara el ataque georgiano. "El cálculo fue que no habría una decisión rápida de respuesta", señalan las fuentes. Pero la hubo.

El Presidente georgiano, Mijail Saakashvili, había anulado muy pocos días antes, su prevista visita a Pekín para asistir a la inauguración de los juegos. Su mujer, nacida en Holanda, se encuentra aquí y el lunes dio una conferencia de prensa.

En Pekín, Putin mantuvo dos conversaciones separadas sobre la crisis de Osetia, una con el Presidente francés, Nicolás Sarkozy, y otra con George Bush. En la primera, Sarkozy le dijo a Putin, "Saakashvili está loco". En la segunda, Putin le dijo a George Bush que Rusia adoptaría "medidas militares" en respuesta al ataque georgiano contra la república rebelde de Osetia del Sur, cuya población no quiere formar parte de Georgia sino incorporarse a la Federación Rusa, al igual que Abjazia, otra autonomía georgiana formalmente independiente desde 1989. Respecto a los chinos no quieren líos durante los juegos, pero tienen claro que algo así habría sido imposible sin una previa bendición de Bush y, en privado, se solidarizan con Rusia.

Moscú ha aprovechado la mal calculada operación de Saakashvili para neutralizar todo el aparato militar georgiano necesario para librar la guerra en Osetia. Ese es el motivo de los bombardeos contra el puerto georgiano de Poti, en el Mar Negro, donde se han destruido radares y almacenes vitales para Georgia, así como en los alrededores de Gori, la ciudad natal de Stalin, donde se han atacado guarniciones y destruido almacenes de material bélico. En estos ataques, la aviación rusa ha perdido cuatro aviones, dos cazabombarderos Su-25 y un aparato de reconocimiento Tu-22. Algunos de estos aviones han sido derribados con sistemas antiaéreos "Tor" de fabricación ucraniana, lo que crea susceptibilidades con otro vecino.

El ataque contra estas infraestructuras recuerda, en una escala mucho menor, a los bombardeos preventivos de la Otan contra instalaciones militares yugoslavas en Serbia y en Belgrado, incluidas industrias y los puentes del Danubio de la capital serbia. El representante de Rusia en Naciones Unidas, Vitaly Churkin, ha recordado directamente en Nueva York aquel precedente.

Con la memoria puesta en Kosovo, en Pekín resultó algo grotesco oír a Putin hablar de "catástrofe humanitaria" mientras el Presidente Bush apelaba a respetar la "integridad territorial" de Georgia. Durante la guerra de Kosovo ambos países defendían los argumentos inversos.

Ahora Rusia va a pedir que Georgia firme garantías de que renuncia a utilizar la fuerza para solucionar los conflictos de Osetia y Abjazia. Como Georgia no lo va a hacer, Rusia avanzará allá sus posiciones estratégicas, manteniendo tropas indefinidamente, lo que representa un notable avance respecto a la situación anterior a esta crisis. Tanto en Osetia del Sur como en Abjazia, la población apoya mayoritariamente la presencia militar rusa. El calculo es que la actual campaña bloquee la candidatura de Georgia a ingresar en la Otan. La posición alemana contra el ingreso en la Otan de países que mantienen pleitos territoriales agudos capaces de involucrar a la Alianza, expresada en la última cubre de la Otan en Bucarest, ha recibido ahora potentes argumentos en su favor.

El ejemplo de Kosovo es vital para entender lo que está ocurriendo. Allá Estados Unidos y la Otan atacaron a un país y bombardearon decenas de objetivos civiles sin la menor relación con Kosovo. Luego colocaron al territorio bajo mandato de la ONU y al final reconocieron su independencia. Es un escenario que inspira mucho en Moscú. El problema es que el Kremlin no puede anexionar a la Federación Rusa a las repúblicas de Abjazia y Osetia del Sur, tal como quiere la inmensa mayoría de sus respectivas poblaciones, porque nadie en el mundo reconocería tal absorción, así que se establecerá una absorción "de facto", copiando los métodos de la Otan y Estados Unidos en Yugoslavia. A diferencia de la de los noventa, la Rusia de ahora no tiene complejos. Sabe que, haga lo que haga, tiene perdida la batalla de la información - muchos medios de comunicación occidentales ya han presentado como "ataque ruso", lo que ha sido una torpeza criminal del Presidente georgiano, quizá bendecida por Bush, como dicen las fuentes rusas. La guerra de Kosovo fue, entre otras cosas, un fraude informativo que demostró que la opinión pública europea podía ser manipulada con la misma facilidad con la que lo es crónicamente la de Estados Unidos. Ahora a Rusia le trae relativamente sin cuidado lo que digan los medios occidentales, cuya credibilidad en Moscú es mínima.

Desde el fin de la operación en Kósovo, el noratlantismo continuó ocupando, militar y geopolíticamente, todos los espacios que la debilidad rusa ha ido dejando; desde los Balcanes, hasta el Báltico, pasando por Transcaucasia y Asia Central, al tiempo que se hablaba de amistad y cooperación. En Afganistán, antiguo patio trasero, ahora es el "imperio del bien", con participación europea, el que continua aquella guerra, en términos tan parecidos y desastrosos a los que Moscú conoció allá en 1989, con la importante diferencia de que los actuales "mujaidines" no están financiados y armados por una superpotencia rival.

El actual cerco militar de Rusia, es más estrecho hoy que en la época soviética. La mitad de las catorce repúblicas ex soviéticas mantienen hoy presencia militar de Estados Unidos o de la Otan. Hasta Ucrania es definida como parte de la "zona de seguridad" americana. El marco de acuerdos estratégicos en materia de no proliferación y desarme (ABM y START) se ha destruido. Los nuevos socios de la Otan no han ratificado el acuerdo CFE, sobre Fuerzas Convencionales en Europa (París, noviembre de 1990), clave de la desmilitarización europea en los noventa, de lo que resulta que en los estados bálticos se puede hoy desplegar cualquier cosa, lo que aumenta la posibilidad de un despliegue ruso de armas nucleares tácticas para compensar desequilibrios convencionales, lo mismo que la Otan hizo en su día para compensar la alegada superioridad convencional del Pacto de Varsovia en Europa. El despliegue de un escudo antimisiles "contra Irán", en… Europa Central, es la patraña más descarada y absurda que pudiera imaginarse. Rusia se ha convencido de el mundo solo respeta a los matones y actúa como tal. La señal que lanza esta crisis es que Rusia está preparada para responder militarmente a cualquier nuevo intento de arrebatarle posiciones en su patio trasero. El olímpico traspié de Saakashvili lo muestra con toda claridad.